DOMINGO -III- DE ADVIENTO -B-

PRIMERA LECTURA  

Lectura del Profeta Isaías     Is.  61, 1‑2a. 10‑11.

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado
para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros, la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos, ante todos los pueblos.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

PONER LA CONFIANZA EN DIOS  

El pueblo ha pasado por la triste y dura experiencia del exilio y cuando recibe la noticia de la liberación se exalta y empieza a soñar, entonces Isaías le hace poner los pies en el suelo y le invita a que tome conciencia de la realidad, pues aunque tengan la promesa de volver a la tierra, han de estar conscientes que ya las cosas no están como se las dejaron, para que no se desanimen y pierdan la esperanza y, sobre todo la confianza en Dios.

            Dios sigue activo y hará que todo llegue a su término, pero ellos han de poner su parte activa en la reconstrucción espiritual, moral y social con la seguridad de que puestos en este camino, Jerusalén se convertirá en centro de peregrinaciones de todos los pueblos de la tierra.

            Han atravesado una durísima experiencia pero no han de bajar la guardia y han de seguir luchando con la esperanza firme de que Dios no falla, de hecho ya tienen la promesa de la liberación y eso se dará. Las cosas están difíciles, pero con la ayuda del Señor, todo saldrá adelante y triunfará.

            El profeta se siente feliz y siente la llamada a alentar a los pobres, pues van a ser ellos los que van a gozar del triunfo y verán “Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas” y gozarán de una paz estable.
 

Salmo responsorial     Lc. 1, 46‑48. 49‑50. 53‑54


V/. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

R/. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.
V/. Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
R/. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

V/. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
R/. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

V/. A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia.
R/. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. 

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses     5,  16‑24.

Hermanos: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. En toda ocasión tened la Acción de Gracias: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo,
quedándoos con lo bueno.
Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre
totalmente, y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

LUCHAR CONTRA EL DESALIENTO  

S. Pablo se encuentra en la comunidad de tesalónicas donde hay algunos problemas: existen peleas entre ellos; hay un gran desánimo y decepción; la fe está débil, los animadores también están desanimados ante lo que ocurre, pues hay algunas cosas que avergüenzan sobre todo concernientes a problemas de fornicación.

La comunidad de Tesalónicas es un grupo de personas que se han convertido del paganismo al cristianismo, pero no acaban de dejar antiguas costumbres y creencias en ídolos y ritos paganos a los dioses; les cuesta desprenderse de sus tradiciones anteriores y entregarse a la nueva vida que trae Jesús.

Entre las cosas que parece que les costaba una de las más duras era el aceptar las exigencias de vivir en comunidad, cosa que les producía muchas desilusiones y es por esto por lo que fundamentalmente S. Pablo les llama la atención, pues han venido esforzándose mucho y tienen el espíritu del Señor, pero pueden dar mucho más y les pide que dejen el pesimismo, la desgana y la decepción; que fortalezcan el espíritu de oración y les invita a que estén alegres, pues también tienen muchas cosas por qué alegrarse.

Algunos son demasiado exigentes prohibiendo aceptar todo lo que viene de fuera y Pablo les dice que no se trata de eso, sino de tener las ideas claras y rechazar lo que les hace daño y aceptar lo que les puede hacer bien.

Pablo les invita a que no se dejen vencer por los problemas y se mantengan fieles al camino que han emprendido viviendo con alegría y esperanza sabiendo que Jesús no les va a fallar.  

Aleluya     Is. 61, 1 

Aleluya, aleluya.
El Espíritu del Señor está sobre mí,
me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.
Aleluya.
 

Lectura del santo Evangelio según San Juan     1, 6‑8. 19‑28.


Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
— ¿Tú quién eres?
El confesó sin reservas:
—Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron:
—Entonces ¿qué? ¿Eres tú Elías?
Él dijo:
—No lo soy.
— ¿Eres tú el Profeta?
Respondió:
—No.
Y le dijeron:
— ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
Él contestó:
—Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como dijo el Profeta Isaías).
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
—Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió:
—Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor 

REFLEXION 

“ASAMBLEA NO APTA PARA SABEDORES” 

Puede ser interesante conectarnos con lo que se indicaba en el primer domingo de Adviento: toda la serie de dioses que  se presentan dando respuesta a los deseos de felicidad del hombre actual.

            Uno de los puntos de la predicación salvadora de estos “dioses” es la reivindicación de los derechos de cada hombre: a ser escuchado, a ser respetado, a ser tenido en cuenta y hoy se está llegando a los extremos de llegar a sentir que es un derecho el poder disponer de la vida de una persona como es el caso del aborto y de la eutanasia y otros.

            Sin embargo, la experiencia detecta todo lo contrario: basta echar una mirada a todas las organizaciones existentes y veremos que claramente aparece una élite que es la que maneja, ordena y manda al resto, que no le queda más remedio que callar y aguantar; a la hora de la verdad esta élite tiene todos los argumentos a su favor para  justificar todo lo que hace que, además, dispone de la capacidad de hacer las leyes que le interesan y a los demás los considera como unos inexpertos, unos irresponsables que no pueden dar más de sí o unos inadaptados que no entienden de lo que va la película.

            Lo que ocurre es que, quien coge la sartén por el mango es el que impone la ley que le interesa para sacar adelante no lo que el pueblo necesita, sino lo que al grupo de poder le interesa.

            Esta problemática entra en el interior de la comunidad y S. Pablo sale al frente para dar la respuesta: se trata de la manifestación del Espíritu en los miembros del “Cuerpo Místico” y el atropello de aquellos que quieren adueñarse del poder de distribuir los dones, inutilizando a todos los demás y oponiéndose o condicionando al mismo Espíritu.

            Y cuando nos detenemos a ver con atención, nos damos cuenta que estamos necesitados de una fuerte revisión; no se trata de una crisis de la autoridad, sino más bien habría que decir que hay que esclarecer los caminos y, de esa manera, se pueden desmontar todas las categorías que se mantienen y que no hacen sino mantener una situación hecha a base de anquilosamiento de muchas personas. a las que solo les queda decir AMEN o a lo sumo, se oyen sus voces pero nunca son escuchadas y menos aún respetadas.

            Es cuestión de darse una vuelta por los evangelios y veremos muchas cosas que hoy tenemos  y que no tienen  base ninguna ni justificación que las sostenga en donde se diga y se sostenga que el Espíritu Santo es propiedad de unos pocos.

            El Espíritu Santo no es una bella “palomita” que tiene puesto su palomar en unos cuantos corazoncitos que son los que dicen lo que tiene qué hacer y dónde tiene que ir. El tema es mucho más serio que todo eso y no se puede jugar, puesto que nos jugamos la existencia de Cristo en la tierra a través de su Espíritu.

Mt. 10,17-20 “En la persecución será el Espíritu quien hablará en vosotros”
Jn. 14, 16- “El Padre os dará otro Paráclito para que esté con vosotros”
Jn. 14,26:- “Él os enseñará y os recordará todo lo que yo os he dicho”
Jn. 16,12-15: “Él os conducirá a la  Verdad plena”
Jn. 15, 26: “El Espíritu de Verdad dará testimonio de mí y vosotros también”
Jn. 20, 22: “Recibid el Espíritu Santo”
Lc. 24,49: “Os voy a enviar lo que mi Padre ha prometido”

            No hay lugar a duda, en Dios no hay acepción de personas, como tampoco hay una medida única; es libre para manifestarse como quiera y, además, es conveniente que así lo sea, si es que es válida la imagen de Iglesia como “Cuerpo Místico”. La maravillosa unidad de un cuerpo, precisamente se realiza en la diversidad de funciones.

            Cada miembro es profeta dentro de su función y tiene mucho que comunicar a los demás; de ahí la importancia tan enorme que tiene la actitud de escucha y respeto a los demás y es por eso por lo que S. Pablo advierte del peligro de querer extinguir el Espíritu.

            Es cierto que la verdad de Dios se manifiesta al mundo por cauces y moldes humanos y por lo mismo es fácil deformarla, por eso el mismo Pablo dice que “la comunidad lo examine” y se quede con lo bueno, pero nunca despreciar la enseñanza que los demás nos traen, por el simple hecho de no creerlos capacitados como nosotros, que podemos llegar a creernos con el monopolio del Espíritu y empezamos a manipular a los demás, llegando incluso a pretender manipular al mismo Dios y queriendo obligarlo a entrar por nuestros moldes cuya norma, seriamente, cada uno debería examinar.

            Para colmo de osadía, justificamos nuestra postura diciendo que toda autoridad proviene de Dios. Ciertamente que sí, pero en cuanto que Él es el dueño de todo y cada uno en su medida coopera con Él en el régimen de la iglesia, pero lo que no podemos hacer es poner a Dios como respaldo y suplantarlo para someter a los demás guiándolos a una obediencia ciega, de tal forma que solo quedan oídos para escuchar a quien ha querido suplantar a Dios y se ha alzado con el poderío de la verdad rechazando y quitando la posibilidad de que la verdad pueda manifestarse en el otro. La AUTORIDAD es el fruto de la fidelidad a la VERDAD y no el resultado del PODER.

            Esto es una aberración; si Cristo ha venido a restablecer la dimensión dialógica entre el hombre y Dios,  es inexcusable, bajo ningún concepto, el que entre los miembros de lo que Él ha establecido como camino para restablecerlo todo en Él: la iglesia, haya que cortar o paliar esta dimensión.

            La Eucaristía la ha constituido el culmen y centro  donde se dan cita la vida y la verdad de cada hombre. Donde hasta se hace sensible la participación de la vida divina que nos hace movernos como hijos de Dios. No caben aquí los monopolistas del Espíritu y de la verdad; no hay otra postura válida que la aceptación de lo que somos y tenemos y la de amor al que tenemos a nuestro lado, estando abiertos a recibir todo lo que él pueda darnos.

            Hoy podríamos poner un cartel en nuestra Eucaristía diciendo: “Asamblea no apta para sabedores”