DOMINGO XIX DEL T. O. –C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría 18, 6‑9
Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti

            La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban. 
            Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables, pues con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti. 
            Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales. 
Palabra de Dios. 
  
REFLEXIÓN

REDESCUBRIR LA PRESENCIA DE DIOS EN LA HISTORIA  
            El autor del libro de la Sabiduría hace una relectura de la historia y de la actuación de Dios en ella: el hombre entró en la oscuridad de la historia de la salvación al darle la espalda a Dios y se adentra en un camino desconocido que le lleva a la perdición, pues no tiene otro destino más que la muerte.
            En medio de esa oscuridad aparece como una gran luz que le hace ver al pueblo que Dios no lo ha abandonado y esto lo descubre el pueblo cuando ve que los enemigos fracasan y el autor del libro, cuando se pregunta por la razón por la que Dios hace esto, piensa que es debido a que Dios es fiel con aquellos que son justos a quienes no abandona y, por ellos, salva al pueblo: “Tu pueblo esperaba la salvación de los justos y el castigo de los enemigos”.
            Con el fracaso de los enemigos, el pueblo descubre la fidelidad de Dios y, al mismo tiempo, reconoce que la actitud de los justos toca el corazón misericordioso de Dios que no abandona a sus fieles.
            El autor, en su reflexión establece una clara división entre los que se declaran enemigos de Dios y los justos que mantienen su fidelidad a los mandatos del Señor a quienes Dios no desprecia ni abandona.
            Esta misma relectura debemos hacerla hoy para esclarecer lo que en realidad nos está pidiendo Dios y la deriva que estamos tomando, guiados por otros intereses que nos apartan del camino que Él nos ha trazado.

Salmo responsorial Sal 32, 1 y 12. 18‑19. 20 y 22 (R.: l2b)


R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R. 
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1‑2. 8‑19
Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios

            Hermanos: 
            La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. 
            Por su fe, son recordados los antiguos. 
            Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. 
            Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas— y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa—, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. 
            Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 
            Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. 
            Con fe murieron todos éstos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra. 
            Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. 
            Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. 
            Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad. 
            Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia.»
            Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para hacer resucitar muertos. 
            Y así, recobró a Isaac como figura del futuro. 
Palabra de Dios. 

O bien más breve: 

Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1‑2. 8‑12

            Hermanos: 
            La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. 
            Por su fe, son recordados los antiguos. 
            Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. 
            Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas —y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa—, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. 
            Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 
            Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. 
Palabra de Dios. 


REFLEXIÓN

VIVIR DESDE LA FE   
            El autor de la carta a los hebreos, de la misma manera que el del libro de la Sabiduría, invita a la comunidad a hacerse un planteamiento de la fe que confiesa: nuestra esperanza se fundamenta y se apoya en la fidelidad de Dios que no falla, pero esta confianza se ha de apoyar en la fe que nos hace ponernos en las manos de Dios a quien no vemos  y en quien nos apoyamos, sin ninguna prueba ni argumento probatorio que pueda presentarse como justificación de lo que creemos y pone a Abrahán como modelo y referente: él creyó contra  todo criterio y pronóstico, lo dejó todo y se puso en manos de Dios.
            La misma cosa hicieron Isaac y Jacob y todos los hombres de fe de la historia: se fiaron de Dios y después, la historia tuvo que darles la razón e hizo ver el proyecto de Dios que se fue cumpliendo, a pesar de que ellos no vieron ni entendieron nada, pero dejaron a Dios que actuara: “Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. 
            Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida…” Todos los hombres de fe murieron sin haber alcanzado lo que esperaban.
            Es una llamada fuerte en nuestra vivencia de la fe la que nos hace hoy el Señor, mientras nosotros estamos viviendo un sistema inmediatista que nos exige la respuesta inmediata a lo que se piensa o a lo que se hace.


Aleluya Mt. 24, 42a y 44
Estad en vela y preparados, porque a la hora que menos pensáis viene el Hijo del hombre.

EVANGELIO
 Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 32‑48
Estad preparados

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
—«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. 
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la poli11a. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. 
            Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. 
            Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. 
            Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. 
            Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. 
            Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» 
            Pedro le preguntó: 
—«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?» 
El Señor le respondió: 
—«¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? 
            Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. 
            Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. 
            El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. 
            Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió más se le exigirá.» 
Palabra del Señor. 

O bien más breve.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35‑40

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
—«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. 
            Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. 
            Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. 
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. 
            Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» 
Palabra del Señor. 



REFLEXIÓN

VIVIR DESPIERTOS    
Uno de los grandes males que nos afectan en nuestro tiempo es la desidia, el desinterés, la comodidad y la desgana que nos envuelve: nunca tenemos tiempo para nada y cuando miramos cuáles son las cosas tan urgentes que tenemos, vemos que en realidad lo que nos ocurre es que nos cuesta salir de la comodidad en la que nos hemos instalado. Más que vivir, da la sensación de vegetar.
Por otro lado, nos hemos instalado en una situación de superficialidad tremenda, ya desde la niñez se nos invita a lo inmediato, a lo pragmático, a quedarnos en la superficie y se nos incapacita para adentrarnos en el interior de las cosas y de nosotros mismos, con lo que constatamos un vacío interior impresionante.
La actitud vigilante que Jesús pide a los discípulos contrasta fuertemente con la que nosotros tenemos, pues supone tener muy claras las cosas, saber cuál es la meta y el sentido de la vida y de las cosas y eso, normalmente permanece muy escondido, de forma que si no tienes una gran capacidad de búsqueda, no lo encuentras a primera vista. Esto nos lleva como una necesidad primaria a dedicarnos a formarnos, a adquirir un conocimiento de la vida y de las cosas.
Lo que estamos diciendo tiene un reflejo extraordinario viendo cómo una gran cantidad de gente abandona la fe, las costumbres, los principios y se deja llevar por la idea o la imagen de moda del momento adoptando actitudes que desdicen de todo lo que ha dicho o ha sostenido en otro momento, un ejemplo caricaturesco de esto que decimos lo tenemos en el “chaqueteo” de los políticos.
La llamada que Jesús nos hace es justamente a despertar y estar vigilantes para no caer en esta tentación que la tenemos en el ambiente que respiramos con la pasividad y el descuido en que nos instalamos, no solo en el tema de la fe, sino en el resto de actitudes que tenemos como ciudadanos