PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Job. Job 7, 1-4. 6-7
Me harto de dar vueltas hasta el alba
JOB habló diciendo:«¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra,
y sus días como los de un jornalero?;
como el esclavo, suspira por la sombra;
como el jornalero, aguarda su salario.
Mi herencia han sido meses baldíos,
me han asignado noches de fatiga.
Al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré?
Se me hace eterna la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Corren mis días más que la lanzadera,
se van consumiendo faltos de esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no verán más la dicha».
Palabra de Dios.
DIOS NO ES
CASTIGADOR
Job
viene a representar la imagen de la persona a la que la vida se le tuerce y
parece que todo se confabula para hundirla. El autor describe la situación de
la vida comparándola a un esclavo que cumple la condena del servicio militar o
a la situación del jornalero que da su jornada de trabajo esperando que le den
su salario.
Su
vida ha transcurrido a base de desengaños y de sufrimiento hasta el punto que
se hace insoportable, pues cada mañana se levanta angustiado pensando qué se
encontrará a lo largo del día y termina cuando llega la noche angustiado y
viendo que nada cambia, ni le da esperanzas de una perspectiva mejor.
Cuando
se encuentra con los amigos, le dan una palmadita diciéndole: “¡Animo, cuídate mucho”! y le dan unos
cuantos consejos diciéndole lo que tiene que hacer, de forma que llega a sentirse
hasta culpable al ver que no hace lo que
le dicen porque no puede, pero sobre todo, ve cómo cada uno se va a su casa y
se duerme tan tranquilo, mientras él se siente solo e indefenso ante todo lo
que tiene encima, hasta el punto que llega a sentir ganas de morir, ya que la
vida se le ha convertido en un verdadero tormento.
Este
es justamente el problema del mal que se ceba con el más débil e inocente, pues
no tiene fuerzas para combatirlo, convirtiéndose en una prueba fortísima para
la fe pues, en una mentalidad como la de Israel que sostiene que Dios paga con
la bendición al que actúa bien y maldice al pecador dándole desgracias, en
cambio aquí el problema es que una persona buena e inocente, la vida se le
revuelve de tal manera, que parecería un castigo como repuesta al bien que se
ha hecho, entonces la respuesta es lógica al pensar que Dios no es justo. Pero Job responde al contrario de lo que
sostiene la mentalidad: el mal está ahí como una fuerza destructora, pero Dios
está a nuestro lado para darnos la fuerza que necesitamos para enfrentarlo
Salmo responsorial
Sal 146, 1bc-2. 3-4. 5-6 (R/.: cf. 3a)
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
V/. Alabad al Señor,
que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
V/. Él sana los
corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
V/. Nuestro Señor es
grande y poderoso,su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los Corintios.
1 Cor 9, 16-19. 22-23
Ay de mí si no anuncio el Evangelio
HERMANOS:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.
No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.
Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios. El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.
No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.
Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
REFLEXIÓN
EL SALARIO DEL
APÓSTOL
Pablo se encuentra
con el problema de la carne sacrificada a los ídolos que después se vende en la
plaza y la gente la come, cosa que para los judíos era algo así como un
reconocimiento de los ídolos como verdaderos dioses, bajo cuya protección se
ponían; S. Pablo parte de un principio evidente: los ídolos no son nada, porque
solo hay un Dios supremo, creador y señor de todo lo que existe; lo que se hace
con los ídolos es una tontería que no conduce a nada ni obra nada, es un cuento;
por tanto, comer o no comer es una cosa que no tiene la más mínima importancia;
lo que realmente tiene importancia es la postura que tomemos frente a Dios.
Él
tiene muy claro que su vida gira en torno a un absoluto: ha sido redimido por
Cristo, ha sido transformado por Él y le ha dejado una misión: ser transmisor
del evangelio y esto le lleva a tener en cuenta que por encima de la ley está
el amor y el respeto a sus hermanos, por eso, él prefiere respetar la
conciencia de cada uno, para que no se sienta atormentado creyendo que ha
cometido una infidelidad a Dios.
Para
él no es la ley la que rige su vida, sino la realidad nueva que vive; él salta
por encima de las normas y actúa de acuerdo al amor que ha invadido hasta el
punto, que lo siente como una necesidad vital que no puede desechar. Su
recompensa está en la satisfacción que siente al haber hecho lo que es una
necesidad imperiosa: predicar el evangelio de Jesús que se ha convertido en una
necesidad, como cuando alguien está hambriento y siente la satisfacción de
haber calmado el hambre o la sed; el no actúa como un asalariado que trabaja
`por el interés, sino que la buena noticia que ha recibido, se convierte en una
necesidad el entregarla.
Aleluya
Mt 8, 17b
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades. R/.
y cargó con nuestras enfermedades. R/.
EVANGELIO
✠ Lectura del santo Evangelio
según san Marcos.
Mc 1,
29-39
Curó a muchos enfermos de diversos males
EN aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y
Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre,
e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la
levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
PALABRA Y VIDA
En unos versículos anteriores del
capítulo 1º de Marcos se nos cuenta que Jesús entró en la sinagoga de su pueblo
y entre la gente se encontraba un endemoniado a quien le expulsó el espíritu
malo y el enfermo quedó curado; la gente –dice el evangelio- “quedó maravillada
de la forma de enseñar que tenía Jesús; lo lógico sería que se quedaran
maravillados de los que había hecho, pero es curioso que una la enseñanza con
la expulsión del demonio y es que Jesús dice y hace al mismo tiempo, lo que
habla lo ratifica con los hechos, no es un intelectual que se dedica a lanzar
ideas al aire; los hechos acompañan a las palabras que es la mejor forma de
entender lo que se dice; de hecho entre nosotros ha quedado el dicho popular:
“Obras son amores y no buenas razones”. Esta era la razón por la que todo el mundo
entendía a Jesús, pues sus obras evidenciaban lo que decía.
De nuevo, en este pasaje aparece
Jesús en esa misma onda: “La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo
dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre
y se puso a servirles”. Jesús no se queda conforme con acercarse, consolarla
con unas palabras bonitas deseándole que se mejore pronto, sino que se acerca,
le da la mano y la levanta de la postración en la que se encuentra.
La presencia de Jesús
restablece la salud física y espiritual, esta es la tónica que le vemos siempre:
sus palabras van siempre acompañadas de sus acciones, de sus gestos que son los
que hacen que su palabra cobre toda la fuerza y credibilidad.
Esta actitud que
caracteriza a Jesús de ser palabra y vida al mismo tiempo, es la nota que ha de
identificar también a la iglesia y a todo cristiano, para que nuestro
testimonio sea creíble e inteligible para este mundo.