DOMINGO XXII DEL T.ORDINARIO -B-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1‑2. 6‑8
No añadáis nada a lo que os mando..., así cumpliréis los preceptos del Señor

Moisés habló al pueblo, diciendo:
-“Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente."
Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿Cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?”
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“VIVIR LO LEGISLADO”
Los autores del libro del Deuteronomio tienen muy clara una cosa: el momento en que el pueblo se salga de los raíles que Yahvé le ha establecido deja de ser pueblo y cae de nuevo en la esclavitud, ya que no tiene fuerza ninguna; su única fuerza es su ley, su identidad, que serán las que lo harán respetable ante las naciones por su sensatez y su claridad de ideas y principios. No podrán presumir de ninguna otra cosa.
Los peligros que el pueblo tiene son enormes múltiples, pues siempre está acechando la tentación de dejarse seducir por las facilidades que se le están brindando desde fuera: dejarse seducir por la riqueza, por la comodidad, por el poder, por el individualismo y apartarse del camino estricto que Dios le ha marcado y que supone un gran esfuerzo.
Aparte de los peligros externos, está el deterioro interno en el que se ha caído que ha producido unos desequilibrios sociales enormes, cosa que está en contra del principio de fraternidad que Yahvé había establecido.
Loa autores quieren dejar bien claro al pueblo que un día se hizo una alianza con Dios y ésta sigue en pie; el romperla lleva consigo la muerte y el mantenerla aportará la vida; esto ha de quedar bien claro a todas las generaciones para que cada uno sepa a lo que se arriesga.
Además hay otra cosa que causará la admiración de todos: el cumplimiento de la alianza asegurará la presencia de Dios en medio del pueblo, cos que no ocurre en otros pueblos y esto le dará al pueblo una fuerza y una autoridad moral ante el resto, que será la fuente del respeto que tendrán.
Pero de la misma manera ocurrirá al contrario: el incumplimiento de este pacto será el hundimiento del pueblo a todos los niveles.
Todo esto que el autor del Deuteronomio quiere dejar claro a su pueblo es algo de lo que no nos podemos evadir como si fuera cosa que no nos atañe; si a alguien tuviéramos que pedir un consejo frente a la situación que actualmente vivimos, nos podría contestar perfectamente con esta página: un pueblo que pone su grandeza en la dignidad de sus habitante, que tiene claros sus principios y que su orgullo es ser testigo de la verdad, de la justicia, de la honradez y de la fraternidad, será un pueblo respetado y reconocido por todos en el mundo como un pueblo grande. Por el contrario, un pueblo que destruye la moral, que deja a la gente a la deriva, que pone como norma el “todo vale” para conseguir el placer, es un pueblo arruinado que no podrá presentarse en ningún sitio.
La propuesta está ahí y el principio se nos sigue planteando a todos; de nuestra implicación en un sentido o en otro seremos culpables del éxito o del fracaso.


Salmo responsorial Sal 14, 2‑3a. 3bc‑4ab. 5

R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R/.
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R/.
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol Santiago 1, 17‑18. 21b‑22. 27
Llevad a la práctica la palabra

Mis queridos hermanos:
Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra.
Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas.
Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos.
La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“ENTRE DECIR Y HACER”

El texto que nos trae hoy la liturgia y que se atribuye a Santiago, no es más que la puesta en escena de algo que es elemental: hemos sido engendrados en la fe por la palabra, pero la palabra transforma y, si no lo hace, se queda en un sonido vacío que se lleva el viento; la palabra ha de materializarse en obras de solidaridad, solo cuando llega ahí, adquiere consistencia.
El problema en tiempos de Jesús y de la primitiva comunidad y también de la actual, es siempre el mismo: la división entre el dicho y el hecho, entre la teoría y la práctica, entre la apariencia y la realidad, entre la palabra y las obras.
La tentación constante a todos los niveles es siempre la misma: quedarnos en palabras bonitas, en sentencias sabias, en consejos preciosos, en promesas que alientan la esperanza, en sonrisas y palmaditas en la espalda… Pero a la hora de la verdad… “Búscate quién te haga realidad todo lo que yo te he dicho o te he prometido”
El día que nos tomemos en serio el dicho popular: “Obras son amores y no buenas razones”, ese momento cambiará todo de colorido y de sentido.
El día que en la iglesia los cristianos nos tomemos más en serio el vivir la experiencia de encuentro con Jesús resucitado entre nosotros, más que el saber y repetir correctamente todo lo que está legislado, entonces cumpliremos la alianza y no le pondremos dificultades ni reproches, ni siquiera a lo que está legislado.

Aleluya St 1,18
El Padre, por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró,
para que seamos como la primicia de sus criaturas.

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 1‑8. 14‑15. 21‑23
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos.
(Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)
Segun eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús:
-“¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?”
É1 les contestó:
-“Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.”
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.+
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo:
-“Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.”
palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“¿CUMPLIR O VIVIR?"

S. Marcos vuelve sobre el tema expuesto en la primera lectura del Dt.: Israel se ha de distinguir ante los pueblos y se ha de imponer no por la fuerza ni el poder, sino por su autoridad moral, apoyada en una ley sabia. El mismo tema lo recoge Santiago: una palabra que no se pone en práctica no es más que un sonido hueco y vacío; el verdadero culto a Dios no es una apariencia, sino una vida vivida con sentido.
S. Marcos presenta a Jesús en medio de la discusión sobre: “Cumplimiento externo de unos ritos, unas costumbres, unas leyes… para quedar bien ante la gente, o el espíritu de esa ley hecho vida y puesto en práctica.
Lo que hace puro o impuro, grande o pequeño, aceptable o rechazable ante Dios al hombre no va a ser el cumplir o no cumplir con la letra escrita de una ley establecida por los hombres. Lo que hace impuro o puro al hombre es el mismo hombre, él es el que genera la limpieza o la suciedad; con su libertad, es él quien hace buena o mala una cosa.
Todo lo que existe es indiferente: no es bueno ni malo, será el hombre quien le ponga un signo u otro, hasta el punto que una misma cosa puede ser buena y mala al mismo tiempo, por ejemplo: yo envío un contenedor de medicinas a un pueblo del tercer mundo que atraviesa una fuerte epidemia… y puedo hacer que esa acción sea buena o mala:
- Porque me solidarizo con su dolor y quiero ayudarles a salir adelante en esa dificultad, pues lo considero hermano.
- Porque quiero conseguir que me faciliten las condiciones para un negocio que quiero montar en la zona.
El mismo gesto puede ser un acto de solidaridad o un chantaje.
Desgraciadamente hemos perdido la dimensión de lo “gratuito”, es decir: de lo que se hace sin esperar otra respuesta que la felicidad del que lo recibe; de aquello que se hace y produce la alegría de lo bien hecho porque se hizo con agrado (gratamente); de no actuar con otro interés que apoyar el bien y sentir la felicidad de haber apoyado y colaborado en el bien. Ya sé que esto suena a romanticismo religioso pues la realidad está muy lejos, pero efectivamente, por eso mismo está tan lejos la felicidad.