DOMINGO V DEL T. O. -C-

PRIMERA LECTURA

 

Lectura del libro del profeta Isaías 6, 1-2a. 3-8

aquí estoy, mándame

 

            El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.

            Y vi serafines en pie junto a é1. Y se gritaban uno a otro, diciendo: -“¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!”

            Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.

Yo dije: -“¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.”

            Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: -“Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.”

            Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: -“¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?”

            Contesté: -“Aquí estoy, mándame.”

Palabra de Dios.

 

 

REFLEXIÓN   

 

ESTAMOS LLAMADOS

 

El marco histórico en el que se encuadra el pasaje que nos trae la liturgia de hoy es el momento de la muerte del rey Ozías (año 740 a.C.) El profeta cuenta la visión que ha tenido en la que Dios, rodeado de todo su esplendor y gloria, le llama para cumplir una misión.

            Ante tal grandeza, Isaías se siente indigno y perdido, pues hasta personalmente se siente un ser “de labios impuros” como para poner en su boca la palabra de Dios y por eso no se atreve ni a hablar. 

            Ante esta sensación, Dios le purifica la boca para que sean perdonados sus pecados e Isaías siente que, a partir de ahí, puede responder a Dios y escuchar su voz, pasando de la angustia del pecado a sentirse seguro y apoyado por Dios; entonces le responde decidido: “aquí me tienes, mándame”, indicando de esa manera su disponibilidad absoluta y su pertenencia a la voluntad del Señor.

            Nos encontramos, pues, con la narración de una llamada y de la respuesta; llamada que vuelve a repetirse a cada momento en la historia personal de cada hombre y de cada mujer, y la respuesta que cada uno, particularmente damos a esa invitación que el Señor nos hace.

            Es posible que alguien se escude diciendo que él o ella, no ha recibido llamada alguna y tendríamos que decir que eso es absolutamente incierto, pues ya desde nuestro bautismo tenemos una primera llamada a vivir la santidad de los hijos de Dios y, más específicamente, a realizar la misión que tenemos dentro del cuerpo de la iglesia al que pertenecemos. Otra cosa muy distinta será la respuesta que le demos cada uno o que esquivemos o que abiertamente nos opongamos.

 

 

Salmo responsorial 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8 (R.: 1c)

 

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R.

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

 

Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera a tu fama;

cuando te invoqué, me escuchaste,

acreciste el valor en mi alma. R.

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

 

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,

al escuchar el oráculo de tu boca;

canten los caminos del Señor,

porque la gloria del Señor es grande. R.

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

 

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna,

 no abandones la obra de tus manos. R. 

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

 

  

SEGUNDA LECTURA

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios   15, 1‑11

Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído

 

            Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. 

            Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mi.

            Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. 

            Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien. he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

Palabra de Dios. 

 

 

O bien más breve: 

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios   15, 3‑8. 11

            Hermanos:  Lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y mas tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí.

            Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.  Palabra de Dios. 

 

REFLEXIÓN  

 

LLAMADOS A RESUCITAR CON CRISTO 

 

La comunidad de Corinto está sometida a un montón de dificultades de todo tipo y, una de ellas es la cultura griega, en la que no entra el tema de la resurrección y hay algunos que dicen que “no hay resurrección de los muertos”; Pablo sale al paso de esta dificultad que parece ser bastante común.

Todo el capítulo 15 tiene como eje el tema de la resurrección, que para Pablo es la gran noticia que nos ha traído Cristo y el mejor de los regalos que nos ha hecho a la comunidad. Esta verdad es central y en ella nos unimos todos los cristianos de todos los lugares, razas, épocas, pueblos…

El gran testimonio que tenemos de esta verdad es Cristo que ha resucitado y se ha hecho solidario con todos nosotros en la muerte y, en consecuencia, en la resurrección; se ha venido apareciendo a los apóstoles y después a más de 500 personas que viven y pueden dar testimonio y, por último, Pablo presenta su propia experiencia de encuentro con Cristo resucitado. Éste es el contenido fundamental del mensaje que tiene que dar y que dio desde el comienzo que se puso a hablar de Jesucristo, y este es el testimonio que tenemos que dar al mundo, pues es la razón y el sentido de nuestra existencia; esto es lo que todos han de predicar: “Pues bien; tanto ellos como yo, esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.” Y esto es lo que deben seguir creyendo, porque es lo único que fundamenta nuestra esperanza y le da razón y sentido a nuestra vida.

 

Aleluya      Mt 4, 19

Venid y seguidme —dice el Señor—, y os haré pescadores de hombres. 

 

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1‑11

Dejándolo todo, lo siguieron

            En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

            Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. 

            Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:  - “Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.” 

            Simón contestó:  -“Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.” 

            Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:  -“Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.” 

            Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con el, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. 

            Jesús dijo a Simón: -“No temas; desde ahora serás pescador de hombres.” 

            Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. 

Palabra del Señor. 

 

REFLEXIÓN  

 

LA AVENTURA DE CONFIAR EN JESÚS   

 

  El momento que nos narra el evangelio de hoy podríamos hacerlo nuestro y sentirnos protagonistas cogiendo el puesto de Pedro: él es un experto en la pesca, ha pasado toda la noche dentro del lago poniendo sus mejores saberes y aptitudes y cuando llega el final, lo único que le queda es la decepción, pues ha puesto todo lo que sabe y sus mejores esfuerzos y todo ha sido inútil.

En ese momento de “derrota”, recibe la llamada de Jesús que le dice: “Rema mar adentro y echa las redes para pescar” La inmediata reacción hubiera sido: “Déjate de tonterías, no sabes lo que estás diciendo, es inútil todo lo que se haga…” Pero por no contradecir a Jesús, le obedece, tal vez esperando decirle “¿Te das cuenta que no valen las cabezonerías?”

Pero la sorpresa fue enorme: era algo que no estaba en sus esquemas, que lo dejaba fuera de juego, pues no respondía a ninguna lógica humana y estaba en contra de todos los cálculos y, sin embargo, resultó ser la pesca más impresionante que habían hecho en su vida.

Actuar con nuestros cálculos puede llevarnos a la depresión, al ver que la realidad no responde a nuestros esquemas y terminamos decepcionados. Actuar en nombre de Jesús, es dejar el espacio libre para que Él actúe en el corazón de la gente, y eso escapa a nuestros cálculos; nosotros no somos más que instrumentos de los que Él se vale para encontrarse con aquel que lo busca.

Para nosotros, el verdadero milagro está en ver cómo de allí donde no veíamos que hubiera posibilidad, resulta que es precisamente de donde brota la fe o la conversión de alguien justamente con aquello con lo que, incluso, nosotros mismos no estábamos convencidos.

Jesús nos invita hoy a una auténtica aventura que escapa a nuestras posibilidades; nos pide que dejemos nuestros esquemas y nuestras seguridades y nos metamos adentro, donde las olas son fuertes, donde el amor, la justicia, la verdad brillan por su ausencia y ahí, nos invita a dejarnos en sus manos para que su luz resplandezca.