SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCION DE MARIA

 

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró. Palabra del Señor.
    Celebramos hoy la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, el Adviento queda a un lado, para contemplar a María como madre de la Esperanza, aquella que realmente esperó a Jesucristo, el Señor.
    Hoy por lo tanto es un día grande, pues vemos que con el "Sí" que Ella dio al Padre nos enriquece a todos al darnos al Salvador del mundo. En el evangelio de hoy vemos que el Espíritu entra en la historia de una mujer y la inunda de toda gracia, la llamamos la llena de gracia, para una misión importante dentro de la Historia de la Salvación, ser el Arca de la nueva Alianza.
    María es la primera redimida antes del tiempo y por eso es Inmaculada desde el primer momento de su concepción por los méritos de Cristo en la Cruz.
    Con su fidelidad nos enseña ya a esperar los bienes prometidos a todos nosotros, porque Él es fiel. Con su entrega al Padre nos enseña también a hacerlo presente en medio de nuestro mundo. Esta es la obra de Dios en Ella, cantar las grandezas del Señor a todas las generaciones. 
    Que la alegría de sentirnos amados con el mismo amor que el de María, nos impulse a contemplar y a acoger el Misterio de la Esperanza en la Navidad dentro de nuestros corazones.