Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea.
Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Palabra del Señor.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Palabra del Señor.
Comenzamos este tiempo ordinario con un signo por parte de Jesús, el evangelista Juan, siempre llama signos a las actuaciones de Cristo, ya que Él mismo es el gran signo de Dios para nosotros. El término signo manifiesta mucho más de lo que representa, hoy ante las bodas de Caná tenemos que ver más de lo que se nos dice.
Jesús va a una boda, como una de tantas, o como nosotros vamos en nuestro tiempo, pero ocurre algo distinto, a los novios les falta el vino. María, la mujer de la nueva alianza intercede ante Jesús por los novios y Jesús, nos cuenta el evangelista, convierte el agua en vino. Este es el signo.
En este evangelio descubrimos que Jesús es el esposo de la nueva alianza que prepara el vino nuevo, aquel vino nuevo que lo beberá nuevamente en el reino de su Padre. Jesús esposo establece la alianza con el nuevo pueblo de Dios que es la Iglesia, todos nosotros.
Esto nos llama a descubrir a Cristo como aquel que se entrega hasta el final y da la vida por su pueblo, aquel que nos purifica no con el agua de la purificación de los judíos, sino con su propia sangre derramada en la cruz. Que nos alimenta como esposo con su palabra y su carne inmolada, como nos dice María, "haced lo que Él os diga".
Nos invita a participar en este pueblo con los dones que nos da el Espíritu Santo, para edificar su Cuerpo místico que es la Iglesia, aquella que prepara el banquete pascual hasta la venida de su esposo.
Pongamos nuestra esperanza en Jesucristo para que al igual que los novios de Caná podamos vivir en plenitud las bodas nupciales de Cristo y beber en el Reino de su Padre el vino nuevo preparado por Él.