Dios hará justicia a sus elegidos que claman ante él.
Del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
"Hazme justicia frente a mi adversario".
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
"Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme"».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?». Palabra del Señor
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
"Hazme justicia frente a mi adversario".
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
"Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme"».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?». Palabra del Señor
Hoy, el Evangelio nos presenta una enseñanza fundamental de Jesús sobre la oración perseverante. Nos habla de una viuda que, sin cansarse, insiste ante un juez para que le haga justicia. Este juez no teme a Dios ni respeta a los hombres, pero termina haciendo lo que ella pide por su insistencia.
En tiempos de Jesús, una viuda era símbolo de vulnerabilidad, de alguien sin protección social. Pero esta viuda, a pesar de su debilidad, no se rinde. Tiene una fuerza interior que nace de su deseo de justicia.
Este personaje nos recuerda que la fe no es pasividad, sino fuerza que impulsa a actuar, a buscar el bien, a no rendirse ante las injusticias de la vida.
Este personaje nos recuerda que la fe no es pasividad, sino fuerza que impulsa a actuar, a buscar el bien, a no rendirse ante las injusticias de la vida.
Jesús hace un contraste deliberado. Si incluso un juez injusto accede por insistencia, ¿cuánto más nuestro Padre del cielo, que es justo y bueno, escuchará a sus hijos que claman día y noche?
Dios no es indiferente. Él escucha siempre, aunque a veces no responda como o cuando queremos. La fe nos lleva a confiar en que su respuesta siempre es amorosa y justa, aunque misteriosa.
Dios no es indiferente. Él escucha siempre, aunque a veces no responda como o cuando queremos. La fe nos lleva a confiar en que su respuesta siempre es amorosa y justa, aunque misteriosa.
La parábola termina con una pregunta inquietante que nos hace Jesús:
"Pero, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?". La respuesta a esta pregunta nos lleva a una invitación, confiar y no perder la esperanza cuando las cosas se ponen difíciles, cuando la oración parece no tener respuesta, no dejemos de orar. Como la viuda, seamos insistentes, no por cansar a Dios, sino para mantener viva nuestra fe.
La perseverancia en la oración transforma nuestro corazón, y muchas veces nos da una respuesta más grande que la que pedíamos.