PRIMERA LECTURA
En aquellos días, uno de Baal‑Salisá
vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada
y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo:
-“Dáselos a la gente, que
coman.”
EL criado replicó:
-“¿Qué hago yo con esto para
cien personas?”
Eliseo insistió:
-“Dáselos a la gente, que coman.
Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.”
Entonces el criado se los
sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“RENUNCIO A MIS DERECHOS…”
En
los tiempos que vivimos, en los que se está imponiendo la mentalidad egoísta e
individualista que nos invita a sentirnos el centro del mundo y el único que
tiene derecho a vivir, el texto del libro de los reyes que nos trae la liturgia
de hoy, nos presenta a Eliseo, un hombre que ama a su pueblo y que se siente
identificado con él, cuando va a recibir lo que la ley tiene estipulado y lo
que por su oficio le pertenece, entiende que él no se puede instalar en la
seguridad, mientras su pueblo vive en la más absoluta inseguridad y angustia.
Podía
haber pensado que con su aporte no iba a remediar nada, pero no espera a que se
arreglen las cosas desde lo alto; cuando le entregan la ofrenda responde:
-“Dáselos a la gente, que coman.” EL criado replicó:
-“¿Qué hago yo con esto para cien personas?”
Es
decir, su pequeño aporte no iba a solucionar la pobreza del país, pero su
actitud sí que se convierte en punto de referencia para todos, pues el
“universal” no es más que la unión de todos los “particulares” y la actitud del
pueblo, sea a nivel religioso, político, económico, social, cultural… se
cultiva a base de “ejemplos” particulares y actitudes que se manifiestan con
hechos claros.
Mientras
un país, una sociedad no se plantee que es como una gran familia, en la que
todos aportan su grano de arena, para que todo funcione y ninguno de sus
miembros caiga en el hundimiento,
impidiéndole que se despeñe, ayudándole a que se levante y sosteniéndole cuando
flaquee, la situación entra en un deterioro a ritmo acelerado que termina por establecer el caos.
La
actitud de Eliseo se nos presenta hoy como un modelo a seguir, empezando por
aquellos que se lanzan a la carrera del liderazgo político, religioso o social
y terminando por el último mendigo que haya sentado en la calle central de cualquier ciudad, con un cartel
donde dice “Pido para comer”.
No
queda más remedio que cambiar el “chip”
que se nos ha establecido, de una cultura de “derechos” y de tolerancia de
posturas aberrantes y denigrantes de la dignidad humana, que sostienen que
somos sujetos de derechos sin ninguna obligación, que nos llevan a admitir
implícitamente, que venimos a este mundo para comernos el trozo que nos toca y,
el que venga detrás que apriete y se las arregle como pueda. Hemos de pensar
que el momento que renuncio a la obligación que tengo de dejar asegurado el pan
para el que viene detrás, estoy renunciando al derecho que tengo a comerme
el mío en el presente..
Salmo responsorial Sal 144, 10‑11.
15‑16. 17‑18 (R/.: cf. 16)
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Que todas tus criaturas te den
gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu
reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Los ojos de todos te están
aguardando,
tú les das la comida a su
tiempo;
abres tú la mano, y sacias de
favores a todo viviente. R/.
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
El Señor es justo en todos sus
caminos,
es bondadoso en todas sus
acciones;
cerca está el Señor de los que
lo invocan,
de los que lo invocan
sinceramente. R/.
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la
carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1‑6
Un solo cuerpo, un Señor, una
fe, un bautismo
Hermanos:
Yo,
el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que
habéis sido convocados.
Sed
siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo
cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la
que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de
todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“EGOÍSMO E INDIVIDUALISMO SON INTOLERABLES”
Pablo
recuerda a los efesios algo que no deben olvidar jamás, porque el día que lo
olviden entran en bancarrota y es absolutamente normal: si no crecemos y
caminamos, es porque hemos muerto: por tanto, hay que establecer estructuras en las que se posibilite la vida
y no la muerte.
Él
presenta lo que tiene meridianamente claro:
“Hermanos:… os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis
sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos
mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el
vínculo de la paz”.
Es
que de otra manera es imposible convivir y caminar:
No
es posible vivir ni convivir, con alguien que solo se cree con derechos y todo
hay que dárselo servido, al gusto que él establece.
Es
imposible vivir, con alguien que solo considera válido lo que él establece o
piensa y lo que los demás piensan es una estupidez.
No
se puede vivir, al lado de una persona que considera que los demás son unos
desgraciados, unos subnormales, unos ineptos… y a todo el mundo trata a
patadas.
No
se puede vivir, con una persona que se cree el centro del mundo y todo ha de
estar pensado y orientado para darle gusto en sus exigencias, pero ella no está
dispuesta a mover un solo dedo por nadie.
Es
imposible vivir, con una persona que se considera el centro del mundo y no
existen otras cosas que sus derechos, sin reconocer que también tiene
obligaciones de cara a los demás, pues considera que es única en el mundo y
todo lo que existe ha de estar a su servicio…
No
se puede aceptar, bajo ningún concepto, el individualismo y el egoísmo como
norma de vida, ni se puede tolerar que
alguien lo practique, ya que, si lo hace, es a costa de romper la unidad, la
armonía y la paz del “cuerpo” o de la “familia”, que es la sociedad y, si es
que un sistema lo sostiene o lo promueve, habrá que declarar que va en contra
de la dignidad humana, que la aboca a la muerte.
Aleluya Lc 7, 16
Un gran Profeta ha surgido entre
nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
EVANGELIO
Lectura del
santo evangelio según san Juan 6, 1‑15
Repartió a los que estaban
sentados todo lo que quisieron
En aquel tiempo, Jesús se marchó
a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente,
porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la
montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua , la fiesta de los
judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice
a Felipe:
-“¿Con qué compraremos panes para
que coman éstos?”
Lo decía para tantearlo, pues
bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
- “Doscientos denarios de pan no
bastan para que a cada uno le toque un pedazo.”
Uno de sus discípulos, Andrés,
el hermano de Simón Pedro, le dice:
-“Aquí hay un muchacho que tiene
cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?”
Jesús dijo:
-“Decid a la gente que se siente
en el suelo.”
Había mucha hierba en aquel
sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la
acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo
que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus
discípulos:
-“Recoged los pedazos que han
sobrado; que nada se desperdicie.”
Los recogieron y llenaron doce
canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que
habían comido.
La gente entonces, al ver el
signo que había hecho, decía:
-“Este sí que es el Profeta que
tenía que venir al mundo.”
Jesús entonces, sabiendo que iban
a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
“NO HAY PALABRA MÁS CONVINCENTE QUE
UNA ACCIÓN”
Es muy fácil sostener un discurso teórico con el
que desarrollamos buenas ideas, hablar de solidaridad, establecer las claves
del amor, del respeto, de la justicia… y
desde fuera indicarle a la gente todo lo
que tiene que hacer y cómo debe comportarse… Eso se puede leer en cualquier
manual de ética o de moral; el problema está a la hora de ponerlo en práctica
y, lo tienen de una manera especial, los especialistas y teóricos de la
sociedad, a quienes escuchamos discursos grandilocuentes, pero cuando los vemos
actuar, nos quedamos estupefactos, pues vemos que no responden en absoluto a lo
que pregonan.
Esta actitud que observamos a niveles altos, la
vemos que se va repitiendo en la medida que vamos bajando la escala, hasta
llegar a los mismos niños: todo lo que decirnos y pregonamos es lo que exigimos
a los demás que hagan con nosotros, pero a la hora de la verdad, nosotros nos
quedamos fuera de la exigencia, de ahí la actitud que ha quedado expresada en
el refrán : “Haced lo que yo os diga, pero no hagáis lo que yo hago” porque
entre lo que digo y lo que hago hay una gran diferencia.
Frente a esto, se nos
presenta hoy Jesús, lo mismo que hemos visto en Eliseo: Él no se encierra en la
liturgia ni en las normas de pureza que establece la ley, o la religión, y se
acerca al dolor y a la necesidad del pueblo: no se sale para dar consejos desde
fuera, sino que se implica, para solucionar los problemas desde dentro, e
invita a que los demás también lo hagan: “Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con
los enfermos”.
Es decir: no deja en la cuneta al que se encuentra desamparado, se implica en
la solución de su problema y le devuelve la salud… es esto lo que la gente ve y
no lo que le “escucha decir”: no “pasa” sin dejarse tocar por el problema de la
gente.
Ahora
ve que tienen problemas de comida, y le invita a la gente a que se implique: si
todos comparten y piensan un poco en el
otro, el problema se resuelve: Jesús les invita a que le den ellos de comer y
pide que se aporte lo que tienen, entonces responde Felipe: “Aquí hay un
muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces” (“siete” es decir:
cada uno aporta todo lo que tiene) y el milagro se da: que no es el de sacarse
panes de la manga, sino el de tocar el corazón… y todos se sacian y sobra.
El
problema se crea y se agrava el momento en que uno, o unos cuantos, deciden
quedarse con todo y manejar lo que los otros han de hacer o han de tener; al
final, terminan por dejar esquilmado a todo el mundo, porque la avaricia
retroalimenta la codicia y hace que el individuo no se sacie jamás y, cuanto
más tiene, más quiere y más necesitado se siente.