DOMINGO -XVII- DEL TIEMPO ORDINARIO -B-






PRIMERA LECTURA

 Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 42‑44
Comerán y sobrará

En aquellos días, uno de Baal‑Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo:
-“Dáselos a la gente, que coman.”
EL criado replicó:
-“¿Qué hago yo con esto para cien personas?”
Eliseo insistió:
-“Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.”
Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Palabra de Dios.



REFLEXIÓN



“RENUNCIO A MIS DERECHOS…”  

            En los tiempos que vivimos, en los que se está imponiendo la mentalidad egoísta e individualista que nos invita a sentirnos el centro del mundo y el único que tiene derecho a vivir, el texto del libro de los reyes que nos trae la liturgia de hoy, nos presenta a Eliseo, un hombre que ama a su pueblo y que se siente identificado con él, cuando va a recibir lo que la ley tiene estipulado y lo que por su oficio le pertenece, entiende que él no se puede instalar en la seguridad, mientras su pueblo vive en la más absoluta inseguridad y angustia.
            Podía haber pensado que con su aporte no iba a remediar nada, pero no espera a que se arreglen las cosas desde lo alto; cuando le entregan la ofrenda responde:
-“Dáselos a la gente, que coman.” EL criado replicó:
-“¿Qué hago yo con esto para cien personas?”
            Es decir, su pequeño aporte no iba a solucionar la pobreza del país, pero su actitud sí que se convierte en punto de referencia para todos, pues el “universal” no es más que la unión de todos los “particulares” y la actitud del pueblo, sea a nivel religioso, político, económico, social, cultural… se cultiva a base de “ejemplos” particulares y actitudes que se manifiestan con hechos claros.
            Mientras un país, una sociedad no se plantee que es como una gran familia, en la que todos aportan su grano de arena, para que todo funcione y ninguno de sus miembros  caiga en el hundimiento, impidiéndole que se despeñe, ayudándole a que se levante y sosteniéndole cuando flaquee, la situación entra en un deterioro a ritmo acelerado  que termina por establecer el caos.
            La actitud de Eliseo se nos presenta hoy como un modelo a seguir, empezando por aquellos que se lanzan a la carrera del liderazgo político, religioso o social y terminando por el último mendigo que haya sentado en la calle  central de cualquier ciudad, con un cartel donde dice “Pido para comer”.
            No queda más  remedio que cambiar el “chip” que se nos ha establecido, de una cultura de “derechos” y de tolerancia de posturas aberrantes y denigrantes de la dignidad humana, que sostienen que somos sujetos de derechos sin ninguna obligación, que nos llevan a admitir implícitamente, que venimos a este mundo para comernos el trozo que nos toca y, el que venga detrás que apriete y se las arregle como pueda. Hemos de pensar que el momento que renuncio a la obligación que tengo de dejar asegurado el pan para el que viene detrás, estoy renunciando al derecho que tengo a comerme el  mío en el presente..    



Salmo responsorial Sal 144, 10‑11. 15‑16. 17‑18       (R/.: cf. 16)

R/.  Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
R/.  Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. R/.
R/.  Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
R/.  Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

  

SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1‑6
Un solo cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo


            Hermanos:
            Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
            Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

Palabra de Dios.



REFLEXIÓN



“EGOÍSMO E INDIVIDUALISMO SON INTOLERABLES”  


            Pablo recuerda a los efesios algo que no deben olvidar jamás, porque el día que lo olviden entran en bancarrota y es absolutamente normal: si no crecemos y caminamos, es porque hemos muerto: por tanto, hay que establecer  estructuras en las que se posibilite la vida y no la muerte.
            Él presenta lo que tiene meridianamente claro:
“Hermanos:… os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”.
            Es que de otra manera es imposible convivir y caminar:
            No es posible vivir ni convivir, con alguien que solo se cree con derechos y todo hay que dárselo servido, al gusto que él establece.
            Es imposible vivir, con alguien que solo considera válido lo que él establece o piensa y lo que los demás piensan es una estupidez.
            No se puede vivir, al lado de una persona que considera que los demás son unos desgraciados, unos subnormales, unos ineptos… y a todo el mundo trata a patadas.
            No se puede vivir, con una persona que se cree el centro del mundo y todo ha de estar pensado y orientado para darle gusto en sus exigencias, pero ella no está dispuesta a mover un solo dedo por nadie.
            Es imposible vivir, con una persona que se considera el centro del mundo y no existen otras cosas que sus derechos, sin reconocer que también tiene obligaciones de cara a los demás, pues considera que es única en el mundo y todo lo que existe ha de estar a su servicio…
            No se puede aceptar, bajo ningún concepto, el individualismo y el egoísmo como norma de vida, ni se  puede tolerar que alguien lo practique, ya que, si lo hace, es a costa de romper la unidad, la armonía y la paz del “cuerpo” o de la “familia”, que es la sociedad y, si es que un sistema lo sostiene o lo promueve, habrá que declarar que va en contra de la dignidad humana, que la aboca a la muerte.

  

Aleluya Lc 7, 16

Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.

  

EVANGELIO



Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 1‑15
Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron 

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
-“¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?”
Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
- “Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.”
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
-“Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?”
Jesús dijo:
-“Decid a la gente que se siente en el suelo.”
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
-“Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.”
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
-“Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.”
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Palabra del Señor.




REFLEXIÓN



“NO HAY PALABRA MÁS CONVINCENTE QUE UNA ACCIÓN 


Es muy fácil sostener un discurso teórico con el que desarrollamos buenas ideas, hablar de solidaridad, establecer las claves del amor, del respeto, de la justicia…  y desde fuera indicarle a la gente todo  lo que tiene que hacer y cómo debe comportarse… Eso se puede leer en cualquier manual de ética o de moral; el problema está a la hora de ponerlo en práctica y, lo tienen de una manera especial, los especialistas y teóricos de la sociedad, a quienes escuchamos discursos grandilocuentes, pero cuando los vemos actuar, nos quedamos estupefactos, pues vemos que no responden en absoluto a lo que pregonan.
Esta actitud que observamos a niveles altos, la vemos que se va repitiendo en la medida que vamos bajando la escala, hasta llegar a los mismos niños: todo lo que decirnos y pregonamos es lo que exigimos a los demás que hagan con nosotros, pero a la hora de la verdad, nosotros nos quedamos fuera de la exigencia, de ahí la actitud que ha quedado expresada en el refrán : “Haced lo que yo os diga, pero no hagáis lo que yo hago” porque entre lo que digo y lo que hago hay una gran diferencia.
            Frente a esto, se nos presenta hoy Jesús, lo mismo que hemos visto en Eliseo: Él no se encierra en la liturgia ni en las normas de pureza que establece la ley, o la religión, y se acerca al dolor y a la necesidad del pueblo: no se sale para dar consejos desde fuera, sino que se implica, para solucionar los problemas desde dentro, e invita a que los demás también lo hagan: “Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos”. Es decir: no deja en la cuneta al que se encuentra desamparado, se implica en la solución de su problema y le devuelve la salud… es esto lo que la gente ve y no lo que le “escucha decir”: no “pasa” sin dejarse tocar por el problema de la gente.
            Ahora ve que tienen problemas de comida, y le invita a la gente a que se implique: si todos  comparten y piensan un poco en el otro, el problema se resuelve: Jesús les invita a que le den ellos de comer y pide que se aporte lo que tienen, entonces responde Felipe: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces” (“siete” es decir: cada uno aporta todo lo que tiene) y el milagro se da: que no es el de sacarse panes de la manga, sino el de tocar el corazón… y todos se sacian y sobra.
            El problema se crea y se agrava el momento en que uno, o unos cuantos, deciden quedarse con todo y manejar lo que los otros han de hacer o han de tener; al final, terminan por dejar esquilmado a todo el mundo, porque la avaricia retroalimenta la codicia y hace que el individuo no se sacie jamás y, cuanto más tiene, más quiere y más necesitado se siente.