DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO –B-


 
 
PRIMERA LECTURA 
Lectura del libro del Deuteronomio 6, 2‑6
Escucha, Israel: Amarás al Señor con todo el corazón
En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo:
-“Teme al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos y preceptos que te manda, tú, tus hijos y tus nietos, mientras viváis; así prolongarás tu vida. Escúchalo, Israel, y ponlo por obra, para que te vaya bien y crezcas en numero. Ya te dijo el Señor, Dios de tus padres: “Es una tierra que mana leche y miel.”
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.
Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria.”
Palabra de Dios. 
REFLEXIÓN 
 
“EL REFERENTE SUPREMO”   
El texto que nos presenta la liturgia de hoy es el corazón de toda la espiritualidad bíblica: Dios es el centro y el horizonte del hombre; estar orientado  a Él es norma de seguridad, garantía de éxito, piedra angular de la esperanza.
            Dios le pide al pueblo que esto lo mantenga  por encima de cualquier otra cosa y lo establezca como fundamento que ha de transmitir a todas las generaciones como la mejor de las herencias; el momento en que quiten a Dios de su horizonte, y en su puesto pongan otra cosa, el pueblo perderá su sentido y se convertirá en un desastre.
            Esta oración la deberán repetir tres veces al día los israelitas para que no se olviden jamás de lo que son sus raíces y de lo que es su futuro y el sentido de su presente.
            Qué pena que en los tiempos actuales no hayamos aprendido la lección y en cambio hayamos vuelto a repetir la estupidez de tantos momentos de la historia que han llevado al fracaso a miles de pueblos y a generaciones enteras. Con razón el refrán quedó  expresado para vergüenza del hombre: “El ser humano es el único que tropieza dos veces en la misma piedra”; por desgracia no son dos veces, sino miles de veces, pues no aceptamos experimentos en cabeza ajena, sino en la propia y, aún así, volvemos a las andadas. 
 
 
Salmo responsorial Sal 17, 2‑3a. 3bc‑4. 47 y 51ab 
R/.  Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.
R/.  Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.
R/.  Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
R/.  Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza. 
 
 
SEGUNDA LECTURA 
 
 
Lectura de la carta a los Hebreos 7, 23‑28
Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa 
Hermanos: Ha habido multitud de sacerdotes del antiguo Testamento, porque la muerte les impedía permanecer; como éste, en cambio, permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor.
Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
El no necesita ofrecer sacrificios cada día  -como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo- , porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la Ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la Ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre.
Palabra de Dios. 
 
REFLEXIÓN
 
“CON CRISTO QUEDARON SUPERADAS TODAS LAS BARRERAS”  
            El tema del sacerdocio es el eje  central de la carta que el autor escribe a los hebreos en donde viene comparando el sacerdocio de la Antigua alianza con el nuevo sacerdocio de Cristo que supera todos los esquemas, desde que el sacerdote tenga que ofrecer un sacrificio diario por los pecados del pueblo y por los suyos propios, hasta el tener que renovar constantemente al mismo sacerdote por su muerte. Esto hace que la institución tenga un sentido de provisionalidad.
            Con la resurrección de Cristo, queda concluida toda una practica vacía e inútil y cambia radicalmente la situación del hombre, que solo tendrá que responder a Dios  aceptando el regalo que se le ha hecho de la liberación definitiva de sus pecados y de la “deuda” que tenía con Dios.
            A partir de ahora, el hombre no tiene que hacer más sacrificios expiatorios, no tiene que estar constantemente recordando algo que no es más que un deseo, de que se rompieran las barreras; esto ha sucedido ya, se han quitado los obstáculos, el hombre ha sido acogido, restablecido y aceptado por Dios; esto es ya para siempre y esta voluntad de Dios es inamovible: nadie ni nada podrá cambiar esta decisión de Dios. Solo el hombre la podrá rechazar y despreciar, pero en ese caso, él tendrá que cargar con sus consecuencias.
 
Aleluya Jn.14, 23
El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él. 
 
 
EVANGELIO 
 
 
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b‑34
No estás lejos del reino de Dios 
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
-“¿Qué mandamiento es el primero de todos?”
Respondió Jesús:
-“El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.”
El escriba replicó:
-“Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.”
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
-“No estás lejos del reino de Dios.”
Y nadie se abrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
 
REFLEXIÓN 
 
“EL MANDAMIENTO PRINCIPAL”    
            El evangelio que nos presenta la liturgia de hoy es el último de cuatro relatos en los que a Jesús lo quieren poner en un compromiso: Mc. 11,27-33;  12,13-17;  12, 18-27 preguntándole  de una forma capciosa para cogerlo y acusarlo; el que leemos hoy, en cambio, parece más sincero y pertenece a una pregunta que es inapropiada que la haga precisamente un especialista en Sda. Escritura y en leyes a alguien que no tiene título oficial como es Jesús.
            El tono parece coloquial, pero en definitiva también tiene su interés, pues Jesús se está presentando por encima incluso de la ley. La Torá comprendía 613 mandatos concretos, cosa que era imposible saberse y menos aún cumplir, como exigían los letrados. Parece que el letrado le pregunta sinceramente a Jesús para ver cómo él interpreta la ley y en qué pone él la fuerza para que se pueda cumplir todo eso, pues entre ellos  distinguían el incumplimiento de unas leyes más grave que otras. Alguno de estos maestros, concretamente uno llamado Hilel, para  descubrir la gravedad o levedad de una de estas normas él sostenía: “Lo que no quieras para ti, no lo hagas a los demás, en esto se resume la ley. El resto de preceptos son solo un comentario de éste”. Jesús se hace eco de este comentario y lo asume.
            Para la respuesta, Jesús echa mano de lo que ya se dice en la Escritura y que está puesto como norma fundamental para todo israelita auténtico: “Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.” (Dt. 6,4-5).
            Esto era algo que todo judío conocía a la saciedad, pues lo tenía como norma repetirlo tres veces al día. Lo importante es la unión que Jesús hace, lo mismo el letrado, de los textos de Dt. 6,4-5 con Lev. 19,18 en donde se identifica el amor a Dios con el amor al prójimo.
            Basado en esto, más adelante S. Pablo escribirá a los gálatas (5,14) y les dirá: “Pues la Ley entera se resume en una frase: Amarás al prójimo como a ti mismo.”
            Mc. Quiere hacer una catequesis a la comunidad para que tengan claros algunos principios y no duden, por eso hace repetir al maestro de la ley lo que ha dicho Jesús y deja claro qué es lo realmente importante y qué es lo secundario.
            La lección nos viene a nosotros como anillo al dedo, pues tenemos muchas cosas que venimos poniendo como sustitutivos y evadimos la verdadera responsabilidad que tenemos