DOMINGO XXXIII DEL T. ORDINARIO -B-


 

PRIMERA LECTURA


Lectura de la profecía de Daniel 12, 1‑3

Por aquel tiempo se salvará tu pueblo

Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán
tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora.
Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para
ignominia perpetua.
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la
justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN
 

“AL FINAL, TRIUNFARÁN LA VERDAD Y LA JUSTICIA” 

            El libro de Daniel es muy probable que fuera  escrito durante el levantamiento macabeo, allá por el año 167-164 a.C y aparece como un caso único en su forma y en su contenido: no es un libro propiamente que se pueda encajar entre los libros proféticos, ni tampoco entre los libros históricos o sapienciales, por eso decimos que nos encontramos con un caso especial.
            Surge en un momento muy difícil y con él empieza a aparecer un género literario nuevo: el género “apocalíptico” que nace justamente por la experiencia de tener que vivir un contraste muy fuerte entre los preceptos de la ley y la realidad: la vida que se está viviendo contrasta fuertemente con las leyes que hay que cumplir y la realidad de injusticia que hay que soportar, sin posibilidad de poder expresarse, mientras que los que cometen la injusticia,  viven gozando de todos los privilegios.
            Parecía que el orden del mundo estaba al revés, en cambio, la sabiduría decía que eso no es así, pero en cambio, el pueblo de Israel, que está soportando la injusticia, se adapta a ella y no acepta la verdad; es por eso, que al final, la sabiduría queda para seres también especiales. La persona que es capaz de conectar con este orden de la verdad (la sabiduría) y entender el curso de la historia desde otra dimensión, tiene la seguridad de que al final ha de triunfar la verdad y la justicia, pero esto ha de ser a través de una fuerte transformación (resurrección) de la que surgirá un mundo nuevo.
            Esta forma de hablar y de expresar la esperanza, basada en ese orden nuevo en el que reina la justicia, no es posible hacerlo con un lenguaje normal y entonces ha de echar mano a símbolos: números, colores, dragones…
            El libro de Daniel presenta, por eso,  un mensaje de esperanza para tiempos de crisis y de hundimiento de todos los valores espirituales y ofrece una teología de la historia, afirmando que todo está orientado a un fin, que es la liberación final, donde desaparecerán todos aquellos obstáculos que han impedido la implantación del reinado de Dios
 

Salmo responsorial Sal 15, 5 y 8. 9‑10.11   


R/.  Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.
R/.  Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.
R/.  Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
R/.  Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

 
SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 11‑14.18
Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados 

Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.
Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN
 

“CRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE”    

            Continúa la liturgia presentándonos el tema del sacerdocio de Cristo en la carta a los hebreos y lo hace como culminación de toda su obra.
            Todos estos domingos anteriores nos ha venido presentando diversos  aspectos del sacerdocio de Cristo como mediador ante el Padre, en contraste con el sacerdocio de la antigua alianza que prácticamente no resolvía nada. Hoy aparece Cristo sentado a la derecha del Padre, como quien ha realizado por completo la obra de redención y ha hecho posible la nueva realidad para el hombre Cristo ha vencido las fuerzas del mal y con él a todos sus seguidores; a partir de este momento, todos aquellos que optan por el mal como camino y se convierten en obstáculos para que la humanidad vive en paz y en armonía, deben saber que tienen a Cristo como oponente y a la hora de la verdad, es con Él con quien tendrán que vérselas.
            Con Cristo, los hombres han quedado ubicados, unos a un lado y otros a otro; en otro momento nos dice que la palabra de Dios es como una espada de dos filos que coloca a unos a un lado y a otros en el otro. Ya no es posible andar camuflados.
            Esta es la obra de Cristo: ha abierto las puertas al hombre dándole la libertad para que decida. Él es el único SACERDOTE que ha podido realizar la obra de la redención del hombre y se ha convertido en el único mediador y, su realización en la tierra quedará en su nuevo pueblo nacido de su sangre; por eso, la Eucaristía se convierte para la iglesia en el SACRAMENTO que hace visible, sensible y real, el único y eterno sacrificio realizado por Cristo y actualizado por su pueblo.
            En la vida sigue el mismo planteamiento: o nos fiamos de Él y nos vamos siguiendo sus huellas, o lo despreciamos y seguimos otras huellas. Pero lo que sí es cierto que al final, las cosas son como son y no como cada uno hayamos dispuesto que sean, pues ese momento final no está bajo nuestro control y, si no somos nosotros los que lo controlamos, ¿bajo el poder de quién está?

 
Aleluya Lc 21, 36

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hambre.
 

EVANGELIO



Lectura del santo evangelio según san Marcos 13, 24‑32
Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-“En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearan.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.”
Palabra del Señor.
 

REFLEXIÓN
 

“CRISTO VENCERÁ”   

El evangelio de hoy nos presenta lo que llaman el “discurso escatológico” de Jesús en el que hace una llamada a sus discípulos para que no se vengan abajo en los momentos duros y difíciles por los que han de pasar, que estén atentos  y se mantengan fieles, pues es algo que no queda más remedio que atravesar, pero el final está asegurado: la luz se impone sobre las tinieblas.
            Jesús echa mano del lenguaje apocalíptico de Daniel, pues van a atravesar situaciones parecidas y van a tener que emplear toda su fuerza espiritual para no ser arrasados.
            Si observamos la historia, vemos con claridad que son ciclos que se suceden,  como las olas del mar: vienen olas gigantes que amenazan arrasar y, al final, todo queda en estruendo y se sigue manteniendo todo aquello que tenía un buen anclaje.
            En el pasaje de hoy, Jesús pretende responder a dos preguntas que están en la mente de cualquiera que desea seguirlo: ¿Cómo va a ser ese día final en el que nos encontremos con el Padre? ¿Cuándo será eso?; en realidad es lo que nos preguntamos todos.
            A la primera pregunta, sobre lo que se va a tratar el encuentro final,  Jesús responde con imágenes de la apocalíptica del antiguo testamento, pero que, en definitiva, lo que está diciendo es que, Él y todos los que han permanecido fieles a lo que ha enseñado, tienen el triunfo asegurado; de todo lo que Él ha dicho, no se cambiará ni una coma, el universo entero ha cogido su rumbo definitivo y final, ubicarse en la dimensión que Él ha anunciado, es optar por el triunfo; esto no quiere decir que vayan a desaparecer los problemas, al contrario, serán más fuertes, pues habrá que luchar contra las fuerzas del mal que intenta imponerse, lo contrario será dejarse arrastrar por la corriente para terminar en el caos; es un mensaje de vida y de esperanza. La determinación está en nuestras manos: cada uno en su libertad podrá optar por lo que quiera, pero ya sabemos el final de esta historia y cada uno tendrá que responder de la opción que tomó.
            A la segunda pregunta sobre CUÁNDO ocurrirá todo esto, responde con una parábola: la de la higuera y, lo que dice es que: todo esto SUCEDERÁ, de eso no hay duda, pero que no vale la pena ponerse a hacer ahora cálculos y perder el tiempo,  todo tiene su ritmo y lo que hay que hacer es ponerse manos a la obra construyendo ya eso que esperamos que llegue, y quien se  meta en ese camino, no tiene nada que temer, su alegría será colmada en plenitud; lo que hay que tener, es una actitud de constante vigilancia porque no sabemos cuándo ocurrirá.