DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO -C-


PRIMERA LECTURA 
Lectura del libro de Jeremías 1, 4‑5. 17‑19
Te nombré profeta de los gentiles 
            En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor:  «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré:  te nombré profeta de los gentiles.
            Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando.
            No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. 
            Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo.  Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor. 
Palabra de Dios.   
REFLEXIÓN  
 
“DIOS, EL ÚNICO APOYO DEL PROFETA”
Jeremías siente la llamada de Dios en un momento muy duro: el pueblo se ha relajado, ha perdido todos los valores morales, éticos… se ha creado una gran división y el país se ha destruido; es el momento de la caída del reino de Judá y se ha llegado a una catástrofe social.
            En esta situación Jeremías siente la llamada de Dios para que acuse al pueblo de su perdición y denuncie la situación de inmoralidad y corrupción en la que está metido, que es la causa del caos en el que ha caído. Lógicamente, esto va a dar lugar a que el pueblo se le ponga en contra y las autoridades le declaren la guerra.
            Ciertamente, es una misión durísima para la que Dios le promete su ayuda y le garantiza su apoyo para aguantar todo lo que se le va a venir encima, a cambio, Jeremías, lo único que tendrá que mantener, es una obediencia, una disponibilidad y una confianza plena en Dios; va a ser lo único que lo sostenga; si no lo hace, caerá en la humillación y será presa del miedo a los enemigos que harán todo lo posible por acosarlo.
            Llevar adelante esta misión será imposible con las fuerzas humanas, y Jeremías se caracterizará por su intimidad con Dios que es lo único que lo sostiene en los momentos de  contradicción, de soledad y de abandono en los que se encontrará. Para Jeremías solo hay un punto de apoyo: “yo estoy contigo para librarte”
            Cuando traspasamos esta situación a nuestros días y sentimos que Dios nos está gritando que nos tenemos que implicar en la salida de lo que hemos montado y vemos cómo la gente escurre el bulto, se escuda en “buenismos” y en acusaciones de forma que nadie es culpable de nada y nadie tiene que nada que revisar… “Eso que lo hagan los otros” Cuando llegamos a situaciones así, no queda más remedio que pedirle a Dios que meta su mano y haga algo para que despertemos.  
Salmo responsorial  70,  1‑2. 3-4a.  5‑6ab.  15ab y 17 (R.: cf. 15ab)
 
R. Mi boca contará tu salvación, Señor. 
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.
R. Mi boca contará tu salvación, Señor. 
Se tu mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú,
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.
R. Mi boca contará tu salvación, Señor.   
Porque tú, Dios mío,
fuiste mi esperanza y mi confianza,
Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R. 
R. Mi boca contará tu salvación, Señor. 
Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
 y hasta hoy relato tus maravillas. R. 
R. Mi boca contará tu salvación, Señor.  
 
SEGUNDA LECTURA 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31‑13, 13
Quedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor 
            Hermanos: Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. 
            Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. 
            Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. 
            Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. 
            El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. 
            Disculpa sin limites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. 
El amor no pasa nunca. 
            ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.
            Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. 
            Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. 
            Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.  En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.         
Palabra de Dios.   
O bien más breve: 
 Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios   13, 4‑13 
            Hermanos: El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. 
            Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin limites, aguanta sin límites. 
El amor no pasa nunca. 
            ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. 
            Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. 
            Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. 
            Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. 
            En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.          
Palabra de Dios.
 
REFLEXIÓN   
 
“EL DON SUPREMO DEL AMOR”    
            La comunidad de Corinto fue siempre motivo de una gran preocupación para Pablo, pues Corinto es centro de convergencia de muchas corrientes filosóficas, religiosas y culturales; con una economía floreciente y un alto nivel de vida. Sostenerse en Corinto es difícil y es también muy fácil convertir la fe en Jesús en una ideología filosófica o en una de tantas doctrinas que pululaban.
            Para S. Pablo es importante afianzar lo que es fundamental, por eso les deja, más que una doctrina un ejemplo de vida.
            Frente a la riqueza humana y espiritual que existe en la comunidad, Pablo deja claro cuál es el verdadero camino para que siguiéndolo, sean capaces de hacer  una jerarquía de valores y, frente a todas las doctrinas que andan y se difunden, hace un himno de exaltación del  AMOR que es el corazón de todo su mensaje:
Pero deja bien claro que el AMOR al que él se refiere no es la reducción que han hecho los corintios, algo parecido a lo que hoy suele hacerse con frecuencia: entender por amor solo aquello que está relacionado con el sexo y las otras dimensiones se las deja como expresiones de pura filantropía; Pablo deja claro que sin el AMOR de DIOS todo el resto pierde completamente su sentido. El “Amor de Dios” (Agape) es el que se recibe de Dios mismo y hace que seamos capaces de entregarnos, hasta el punto de dar la vida por los demás y el que dará plenitud incluso al (eros).
Este AMOR lo expresa haciendo un canto de él indicando las 15 características que tiene; este AMOR puede cambiarlo todo, pero él no cambia nunca, porque es eterno y por eso está por encima de todos los carismas y lo que perdura hasta la eternidad, donde se dará la plenitud;  el AMOR, por tanto, es el único camino que puede conducir a la humanidad a una civilización del amor y de la vida sin fronteras.
            El AMOR es el carisma mayor que se puede poseer, el amor es el don que está por encima de todo
 
Aleluya Lc 4, 18
            El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
            para anunciar a los cautivos la libertad.  
 
EVANGELIO
 
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 21‑30
Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos 
            En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: -“Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.” 
            Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. 
            Y decían: -“¿No es éste el hijo de José?” 
            Y Jesús les dijo: -“Sin duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.” 
            Y añadió: -“Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.” 
            Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.  Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba. 
Palabra del Señor.
 
REFLEXIÓN   
         
“DESPRECIADO POR LOS SUYOS”    
 
El domingo pasado nos presentaba la liturgia el momento en que Jesús, un sábado, está en la  sinagoga de su pueblo y el escriba le ofrece el pergamino para que haga la lectura. Nos cantaba el evangelio que cuando terminó de leer, todos estaban fijos en Él, esperando a ver qué les decía. Hoy continúa la misma escena y Jesús responde a las expectativas del pueblo: Jesús les dice que Él se siente llamado a cumplir esto que decía el profeta Isaías, Él se siente ungido por Dios para hacerlo y está dispuesto: Él va a anunciar esa Buena Nueva a los pobres y oprimidos y, por tanto, asume ser el “proclamador” (goel) del “año de Gracia del Señor”.
Sus paisanos se admiraban de oírlo hablar, ya que no tenía estudios y lo habían visto crecer entre ellos, conocían su familia y su situación, que era la misma de todos, pero les producía alegría verlo cómo se desenvolvía, no obstante, la reacción fue tremenda cuando lo oyen decir que Él está dispuesto a llevar adelante lo que ha indicado el profeta; no eran capaces de ver en él la gracia y la fuerza de Dios, se quedaban en lo que conocían: era el hijo de María, el vecino bueno y cariñoso que vivía entre ellos, entonces se levantan y quieren arrojarlo por un barranco.
Jesús se da cuenta que sus paisanos no están por la labor, no les interesa el mensaje que proclama Isaías, a ellos les interesa el espectáculo de los milagros y de las cosas  espectaculares, pero no están dispuestos a cambiar sus vidas. Lo que ellos no veían, Jesús lo tenía clarísimo y, en medio de la protesta se levantó y se abrió paso entre la gente.
Ante esta postura, les deja bien claro que no van a encontrar el camino, Él no va a montar espectáculos en su pueblo, él no va a utilizar la fuerza de Dios para satisfacer intereses particulares, aunque sean de su misma familia, ni se va a sentir manipulado por sus más allegados… de hecho no hizo ningún milagro en su tierra y Jesús les tuvo que recordar cómo ninguno de los profetas de Israel fueron escuchados ni entendidos entre los suyos.
Los mismos pobres de Nazaret, desprecian la palabra y el anuncio de liberación que se les hace, pero esto no va a hacer que se venga abajo todo: si ellos, que son los preferidos y de donde ha nacido la salvación, desprecian lo suyo, ya habrá otros que lo acojan y se sientan felices de haberlo encontrado. Cristo sigue su camino y no vuelve a molestarlos.
La postura de Jesús es aleccionadora y clara, después lo volverá a repetir a sus discípulos: “No echéis las perlas a los cerdos…” “No os paréis en el camino…” “Donde no os reciban sacudid el polvo de los pies…” y la iglesia debería tomar nota: no podemos derrochar entre los hartos, mientras otros se mueren de hambre.