DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO –C-

PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro de la Sabiduría  18,  6‑9
Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti 

            La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres,  para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban. 
            Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables,  pues con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti. 
            Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales. 
Palabra de Dios.  
 
REFLEXIÓN
 
"OTRO MUNDO ES POSIBLE"   

Cuando pensamos en el hecho de la liberación de Israel de Egipto y cómo tuvo que empezar todo el proceso, hasta que  el pueblo se decidió a dar el golpe y romper definitivamente con todo lo que lo tenía sometido, uno se queda sin palabras, pues  estamos acostumbrados a leer el hecho como el relato de una historia que pasó, algo que está tan lejano de nosotros, que nos deja insensibles, como algo para contar a los niños de la escuela.

Pero cuando intentamos  acercarnos más y tocar el hecho, aunque sea a la distancia, uno se queda sorprendido, pues significa una toma de conciencia de un pueblo, una decisión de conquistar la libertad, un camino de dificultades en el que no se ve el horizonte y en el que el desánimo, la desidia, la impotencia… van haciendo mella hasta que en un momento, “algo”: un pequeño detalle, un acontecimiento… marca el punto de inflexión y hace que se encienda la luz y nos dice que vamos por el buen camino.

Para los israelitas, este punto de inflexión, en el que se dieron cuenta que Dios estaba comprometido con ellos, fue la “noche en la que murieron los primogénitos de los egipcios”, hecho que interpretaron como que no tenía secuencia lo que los egipcios venían haciendo, había llegado su final, no tenían ya alternativa. Esto les recordó las promesas que Dios había hecho a sus padres y, en esa palabra no había marcha atrás; en ese acontecimiento pudieron leer la presencia y la implicación que Dios venía teniendo en todo lo que habían hecho. Aquella cena pascual fue sentida como la renovación del compromiso que Dios hacía con su pueblo, que era el mismo que había hecho con Abrahán, con Isaac y con Jacob; esto les hizo recuperar la esperanza y los llenó de fuerza y de ánimo.

Ante la situación de desesperanza que vivimos, ante la jugada que estamos viendo que nos han hecho y la trampa en la que nos han metido y hemos caído, porque es así: nos convencieron que el sistema que se establecía era lo mejor que podía soñar cualquiera, pues respondía a todas las necesidades y deseos que el hombre tenía, recuerdo las palabras textuales de un joven en un encuentro que tuvimos en la universidad: “Esto es lo máximo a lo que cualquier ser humano podría aspirar” ¡¡Ahí está!!

¿Cuándo podremos darnos cuenta, como lo hicieron los israelitas, de que estamos equivocados y que Dios, definitivamente, está a nuestro lado indicándonos que otro mundo es posible? ¿Cuándo encontraremos nuestro punto de inflexión?
 

Salmo responsorial Sal 32, 1 y 12. 18‑19. 20 y 22 (R.: l2b)


 R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R. 
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1‑2. 8‑19
Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios 

            Hermanos: 
            La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. 
            Por su fe, son recordados los antiguos. 
            Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. 
            Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas- y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa-, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. 
            Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 
            Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. 
            Con fe murieron todos éstos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra. 
            Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. 
            Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. 
            Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad. 
            Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia."
            Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para hacer resucitar muertos. 
            Y así, recobró a Isaac como figura del futuro. 
Palabra de Dios.   

O bien más breve:   

Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1‑2. 8‑12 

            Hermanos: 
            La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. 
            Por su fe, son recordados los antiguos. 
            Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. 
            Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas —y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa—, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. 
            Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 
            Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. 
Palabra de Dios.  
 

REFLEXIÓN 

 "LA LUZ DE LA FE"    

La carta a los hebreos echa mano a la historia como punto de referencia  y signo bien claro de la fidelidad de Dios: recuerda a la comunidad cómo los antepasado atravesaron por las mismas dificultades que ellos pueden estar atravesando: Abrahán sintió el arrancón que supuso dejar su tierra, su familia, sus posesiones…y la misma cosa les ocurrió a todos los hebreos del s. I viviendo en la inseguridad. Pero todos ellos encontraron la fuerza y el apoyo en la fe que les hacía ver en las dificultades la presencia de Dios a su lado.

La fe se convierte en fuente de renovación continua, en apoyo constante frente a las dificultades, en luz que ilumina más allá de lo material y tangible… la fe se convierte en la luz que ilumina de una forma especial el camino que vamos recorriendo, incluso la misma muerte. Para Abrahán, la fe fue lo que le hizo fiarse de Dios y esperar contra toda esperanza y contra todos los elementos que le indicaban lo contrario.

Esta fe es la que hace que Cristo se sostenga en la cruz por encima de la misma muerte, y siga confiando en que el Padre no le va a fallar y va a llevar adelante su plan, a pesar de que todo le die que Dios lo ha abandonado.

Es lo que el Papa Francisco, en colaboración con Benedicto XVI vienen a decirnos en su última encíclica: “Lumen Fidei”: la fe se convierte en luz que alumbra el camino de la vida y de la historia personal y de la humanidad.

El problema se puede dar el momento en que no nos guste, ni nos interese la luz que proyecta la fe, la minusvaloremos y hasta la despreciemos, porque los intereses que nos mueven van por otro camino y no les interesa ver ciertos aspectos de la realidad que nos rodea.
 

Aleluya Mt. 24, 42a y 44
Estad en vela y preparados, porque a la hora que menos pensáis viene el Hijo del hombre.

 

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 32‑48
Estad preparados

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
-“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. 
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. 
            Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. 
            Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. 
            Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. 
            Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. 
            Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.” 
            Pedro le preguntó: 
-“Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?” 
El Señor le respondió: 
-“¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? 
            Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. 
            Pero si el empleado piensa: “Mi amo tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. 
            El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. 
            Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió más se le exigirá.” 
Palabra del Señor.   

O bien más breve. 

U  Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35‑40 

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
-“Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. 
            Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. 
            Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. 
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. 
            Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”. 
Palabra del Señor.  
 

REFLEXIÓN
 

"EL LADRÓN ENTRÓ Y NOS DESVALIJÓ LA CASA"   

          Hoy también se nos invita, no a la alerta que nos pide el Señor, sino a no descuidarnos y estar siempre con el ojo avizor porque no te puedes fiar de nadie.

         Hace mucho tiempo que no se conocía una situación de desconfianza tan grande en el ser humano, da la sensación que es una especie de bomba ambulante que puede explotar en cualquier momento y donde menos te lo esperes, es cuestión de observar los medios de comunicación: desde que abren hasta que cierran no se ve ni se escucha otra cosa que crímenes, atropellos, robos y toda clase de maldades, parece que el ser humano hubiera perdido la capacidad de hacer el bien; por si faltara algo  enmarcamos todo esto en esta crisis económica en la que nos han metido y, subrayo “nos han metido”, porque tiene todos los visos de una estrategia perfectamente estudiada y llevada con toda tranquilidad adelante, sabiendo que el golpe sería mortal e imposible de soportarlo, haciendo retroceder la humanidad un siglo atrás, con respecto a todos los derechos y metas que se habían alcanzado, a pesar de que se haya avanzado increíblemente en técnica.

         Como nos decía el Papa Francisco en estos días: “Se ha globalizado la indiferencia”, es decir: hemos terminado por no interesarnos como personas y pasamos todos de todos, con lo que más bien nos hemos convertido en un estorbo a nivel social y en un objeto para la ganancia a nivel comercial. Una gran cantidad de personas, sobre todo jóvenes, viven a la deriva, sin perspectivas de futuro, sin esperanza.

         Para muchos, la vida ha perdido todo sentido, pues le han devaluado, incluso, la manifestación más importante del hombre, como es el trabajo, su persona no sirve para nada, si es que no tiene capacidad de producir o de consumir.

La vida se reduce a  experimentar una serie de situaciones concretas que no tienen sentido ni hilazón las unos con las otras.

         El hombre del momento actual no espera otra cosa que un trabajo que le posibilite seguir viviendo; no tienen más deseo que tener mininamente asegurado el futuro; se le han cerrado las puertas a soñar, a ilusionarse con grandes ideales, a entregarse  a causas nobles.

         Ciertamente que es cargar las tintas  negras en la situación, pero objetivamente, esto es lo que se ha establecido y éste  es el ambiente que se ha creado.

Las expectativas de las que habla Jesús están muy lejos de las que presenta el ambiente en el que estamos: es que el ladrón ya llegó, nos cogió dormidos, incluso nos fiamos de él y nos desvalijó la casa, cerró la puerta y se llevó la llave y nos dejó dentro desconcertados y sin posibilidades de cambiar, pues ya se fue encargando de que llegáramos a no fiarnos los unos de los otros y a considerarnos enemigos.

         ¿Qué es negro el panorama?  ¡¡Por supuesto!! Pero si alguien le ve otra salida para la esperanza, que no sea el detenernos, mirar  la propuesta de Jesús, cambiar nuestra forma de pensar y de vivir y confiar los unos en los otros porque todos nos propongamos que somos dignos de que se confíe en nosotros… A mí me gustaría saber y ver por dónde hay otro camino.