DOMINGO IV DEL T. ORDINARIO -B-

PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro del Deuteronomio 18, 15‑20
Suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su boca 

Moisés habló al pueblo, diciendo: 
—«Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir." 
El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá.”» 
Palabra de Dios.   

MINISTERIO DE PROFETA    

            El texto que nos presenta hoy la liturgia es el que narra el momento de la institución del “ministerio de profeta”: el pueblo le manifestó a Moisés que no quería encontrarse cara a cara con Dios, que eso lo hiciera él y después les transmitiera lo que Dios quería decirles.

            Ser profeta no significa predecir el futuro, sino prestar la voz para que hable Dios, por tanto, el profeta es el que habla en nombre de Dios, su palabra es la que Dios quiere expresar a su pueblo, pero el auténtico profeta es el que pone en coherencia su vida con lo que predica, que es el mensaje de Dios.

            Por esta razón, la presencia del profeta es siempre incómoda para un sector de gente, pues con su palabra y con su vida es una denuncia constante contra el mal y, por lo mismo, el profeta se convierte en un signo vivo de la presencia de Dios y de su Alianza con los hombres  que siempre la estará recordando.

            Los profetas han existido siempre en toda la historia de la salvación: hombres y mujeres que con su vida y su palabra se han levantado como un abanderado a favor de la verdad, de la justicia, de la paz… y estos han sufrido y siguen sufriendo los ataques del enemigo del reino.

            El ejemplo más claro lo tenemos en Jesús y con Él todos los hombres y mujeres que han dado su vida por el reino. La iglesia, que es sacramento de Cristo,, por naturaleza es profeta y está llamada con su palabra y sus obras a ser expresión de la voluntad de Dios y por la misma razón, cada cristiano, que es miembro de este cuerpo, está llamado a ser y hacer lo mismo.
 

Salmo responsorial Sal 94, 1‑2. 6‑7. 8‑9 (R/.: 8) 

R/.  Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
R/.  Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/. 
R/.  Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en  el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis  obras.» R/. 
R/.  Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
 

SEGUNDA LECTURA 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 32‑35
La soltera se preocupa de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos 

Hermanos:
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido.
Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose  a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando  contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa  noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.
Palabra de Dios 

JERARQUIZAR VALORES   

            S. Pablo ha entendido que con la venida de Cristo, el momento cumbre de la historia y de la vida ha llegado: si el reino de Dios es lo definitivo y último, no vale la pena perder el tiempo en otra cosa ni en otra preocupación, por eso aconseja no amarrarse a nada que no pueda ser integrado en lo que es definitivo y último.

            Es en este sentido que ve la justificación a la vida célibe, pues de esa manera no tendrá otra preocupación que no sea el reino y puede entregarse a la misión con radicalidad, pero no porque desprecie el matrimonio o lo considere un estado inferior o imperfecto, Pablo  no está haciendo comparaciones para ver qué situación es más perfecta, como hemos hecho con frecuencia, como si hubiera grados de santidad o formas de vivir más agradables a Dios.

            Pablo, como Jesús, no hace sino poner en primer término lo que es 1º y a lo que debe estar orientado cualquier opción que se toma en la vida: “Os digo esto mirando a lo que facilita el trato con el Señor”.

            Pablo entiende el  “celibato” como un “carisma” y, como tal, tendrá sentido siempre que esté en función del servicio al reino.

            El “celibato” es una consecuencia lógica de una opción radical por la pobreza como liberación de todas las ataduras que nos impiden ponernos a disposición de Dios, por lo que puede llegar el momento que haya que prescindir hasta de los derechos y tendencias legítimas y nobles que el ser humano tiene por naturaleza como consecuencia del seguimiento de Jesús 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 21‑28
Enseñaba con autoridad 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue  a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los  escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
—«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién  eres: el Santo de Dios.» 
Jesús lo increpó:
—«Cállate y sal de él.» 
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron  estupefactos:
—«¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les  manda y le obedecen.» 
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor.
 

ENSEÑAR CON AUTORIDAD    

            Es interesante ubicar el texto: es un sábado, día en que está prohibido curar enfermos; ha ido a la sinagoga, donde se enseña la ley; Jesús va a la catequesis que allí se enseña cada semana; Jesús entra en la sinagoga para enseñar y, en lugar de ponerse a dar un discurso, cura a una persona enferma; esto produce un gran impacto  en la gente que salen diciendo:  “Esta forma de enseñar con autoridad no la habíamos visto nunca, pues hasta los espíritus le obedecen”.

            Sin embargo, es curioso: en el evangelio no se cuenta absolutamente nada de lo que dijo, lo único que se nos indica es que la gente entendió lo que quiso decirles y salió maravillada pues han visto en Él algo que no tienen los maestros: “Jesús enseña con autoridad”, es decir: lo que dice y hace no es porque esté respaldado por nadie, es Él el origen y el fin de todo: cuando habla dice: “En verdad os digo” y no utiliza el “Como dijo…”.

            Los letrados y los maestros son profesionales que repiten lo que otros han disco y lo que está mandado, pero no lo que ellos viven y que puede ser expuesto para escuchar y seguir; la autoridad que ellos tienen es derivada de otros, por eso no hacen sino repetir lo que otros han dicho, Jesús, en cambio, no fundamenta sus palabras en lo que han dicho Moisés o los profetas, lo que dice solo lo fundamenta en la VERDAD y no pone más apoyaturas que su propia vida.

            La llamada hoy es muy fuerte a todos y de una forma especial a la iglesia en general: andamos buscando  apoyaturas y es muy común en el lenguaje religioso usar la 3ª persona y en cambio, cada vez hay menos testigos que certifiquen con sus palabras y con su vida lo mismo que Jesús dijo y no tanto lo que manda el Código de Derecho Canónico o la doctrina oficial.