DOMINGO V DEL T. ORDINARIO -B-

PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro de Job 7, 1‑4. 6‑7
Mis días se consumen sin esperanza 

Habló Job, diciendo:
—«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero; 
Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario.
Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el  alba.
Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.» 
Palabra de Dios 

DIOS NO COMULGA CON EL DOLOR  

El pasaje que nos trae la liturgia de hoy es una especie de foto robot de la situación que atraviesa el pobre, a cuya vida y cuya situación no les ve salida; es el problema del mal contra el que muchas veces el hombre, sobre todo el pobre, se siente indefenso, sin posibilidad de hacer algo: podemos ponerle rostro a estas palabras de Job:      “Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el  alba…” Las pesadillas le acosan, pues vive la angustia del que espera el momento en que vayan a quitarle lo único que tiene, sabiendo que no puede hacer nada en contra…

 Imaginemos la situación de cualquiera de nosotros o de nuestros vecinos con 50 años que es despedido del trabajo, con una hipoteca y con unos hijos que rondan los 25 años y que no encuentran tampoco trabajo, ni tienen perspectivas de que lo encuentren… la cosa se agrava si es que encima en casa hay algún enfermo y no tienen dónde echar mano…

            Por si no tuviera bastante angustia, pensemos que la mentalidad de esa época sostiene que quien llega a encontrarse así, es porque ha cometido algún pecado que ha enfadado mucho a Dios y por eso lo castiga, vengándose con esta situación que es la pena por el pecado cometido que tendrá que soportar hasta la muerte.

            Job no puede tolerar esta idea ni esta situación, ni puede aceptar un Dios que actúe de esa manera: un dios vengador que siente satisfacción con el dolor y la angustia de cualquiera y, menos aún con un inocente, como es él.

            Job no le pide a Dios que le dé razones y le explique el por qué de esta situación, pues no las tiene, ni funciona bajo el esquema de una lógica; le pide que le haga sentir su cercanía, para no sentirse solo y abandonado ante el absurdo que la vida le presenta y la impotencia ante la que se encuentra.

            Hoy suele repetirse con mucha frecuencia esta escena y también con bastante frecuencia culpamos a Dios de la injusticia que los hombres han establecido como sistema

      
Salmo responsorial Sal 146, 1‑2. 3‑4. 5‑6       (R/: cf. 3a)

R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor  reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel.     R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.  R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
 

SEGUNDA LECTURA 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19.  22-23
¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! 

Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿Cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios.
 

LA NECESIDAD DE TESTIMONIAR 

            S. Pablo intenta dejar clara su postura dentro de la comunidad de los corintios: hay maestros que viven de lo que les dan sus discípulos; él no es uno más de esos maestros, ni considera el evangelio como una doctrina más de las que enseñan, ni tampoco el predicar es un medio de vida  obligando a la comunidad a que lo sostenga.

            Pablo siente que el anuncio del evangelio es una necesidad vital:  él ha recibido la buena noticia y siente que es un encargo el que le ha hecho Jesucristo para que lo transmita a todos los hombres, por tanto, no es ni una carga, ni un trabajo, ni un medio de vida, sino una necesidad vital que tiene que cumplir y, por eso vive y está entre ellos, trabajando como uno más: “Me he hecho débil con los débiles” para poder ayudar también a los que sufren  y le pide a los demás que hagan lo mismo.

            Pablo entiende que el único motivo que da sentido a su vida es transmitir lo que ha recibido y por eso ha puesto su vida entera al servicio de la causa: Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos” pero no en sentido proselitista, sino en el sentido de transmitir lo que lleva dentro, pues entiende que no es suyo, sino algo que le han encargado y que él ha asumido para que todos puedan gozar de la liberación que Dios ha traído y para ello trata de ponerse al alcance de todo el mundo.

            La mentalidad de Pablo contrasta con la que tenemos una gran mayoría: no valoramos el gran regalo que Dios nos ha hecho, incluso no creemos que nos exija nada y, cuando actuamos, estamos esperando incluso que nos lo agradezcan y nos lo reconozcan y, en muchos casos, hasta que nos lo paguen, pues no entendemos que lo que tenemos lo hemos recibido gratis.
 

Aleluya Mt. 8, 17
Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.
 

EVANGELIO 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 29‑39
Curó a muchos enfermos de diversos males 

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
—«Todo el mundo te busca.»
Él les respondió:
—«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor  

SENTIRSE TOCADO POR EL AMOR  

            Es interesante detenerse en un detalle que se va repitiendo en todo el evangelio: por todas partes por donde va Jesús, nos lo encontramos rodeado de enfermos, quienes se le acercan pidiéndole que les eche una mano y, allí está Jesús, al lado del que sufre, dándole su mano y levantándolo; en este pasaje lo vemos en la casa de Pedro donde se encuentra enferma su suegra: se acerca a ella, le coge la mano y la levanta; a la puerta de la casa le llevan todos los enfermos del barrio “y los curó de las diversas enfermedades”.

            Jesús es un apasionado por la vida, es así como lo presenta S. Marcos: acogiendo a los enfermos, acercándose a ellos, dándoles su manos, sanándoles física y espiritualmente con la salud y con el perdón. Esta es la 1ª imagen de Jesús: una persona que está cercana al que sufre y le restaura su vida.

            A alguien le escuché decir que eso no era más que una forma de justificar el asistencialismo, pues no curaba el mal de raíz, de forma que no volviera a existir, pues seguían existiendo enfermos, desahuciados y gente que sufre.

            Efectivamente, Jesús no erradica el mal, el dolor, la muerte, porque eso va unido a la naturaleza limitada de la que somos parte y, en ese caso, tendría que haber rectificado la creación entera, pero eso no es el mal; el MAL es una opción libre del hombre y ha de ser el mismo hombre quien lo erradique, aunque Jesús no soporta convivir con él y lo destruye, en cambio el hombre se acostumbra a convivir y a colaborar con él hasta el punto de justificarlo y consentirlo; esto hace mucho más daño que la misma enfermedad, pues de esta  manera acepta la guerra, la industria de las armas, la corrupción, el hambre, la codicia, la esclavitud, incluso el hacer negocio con la salud y la enfermedad, que es lo que más desequilibra al ser humano.

            El MAL no está en la limitación de la naturaleza, sino en la opción libre, voluntaria y positiva de hacer daño y utilizar al ser humano y a la naturaleza para intereses creados.