DOMINGO XVIII DEL T. O.


PRIMERA LECTURA

 

Lectura del libro del Éxodo 16, 2‑4. 12‑15

Yo haré llover pan del cielo

 

En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:

-“¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad.”

El Señor dijo a Moisés:

-“Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: ´ Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios.´”

Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron:

- “¿Qué es esto?”

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:

- “Es el pan que el Señor os da de comer.”

Palabra de Dios.

 

 

REFLEXIÓN

 

AÑORAR LA ESCLAVITUD    

Ser libre significa ser responsable de lo que hago, de lo que digo y de lo que pienso y asumir las consecuencias de la opción que tomo en la vida, por tanto, he de tener una conciencia clara de los hechos y de sus condiciones y ver hasta qué punto soy dueño y controlo la situación tanto interna como externa de mi persona para poder responder de lo que me comprometo.

            Ser esclavo, por el contrario, significa someterse, renunciar a mi responsabilidad sobre los hechos, las palabras y sobre la vida en general y asumir el obedecer lo que otro me impone, ante lo cual yo no tengo opinión alguna y solo me limito como un autómata a cumplir lo que se me ordena. En definitiva es la postura más fácil, aunque suponga el renunciar a vivir como persona.

            El texto del Éxodo nos muestra el momento en que el pueblo toma conciencia de sí mismo, como pueblo libre, con todo lo que eso lleva consigo y le asalta la nostalgia y el recuerdo de cuando no tenían responsabilidad de nada y solo se limitaban a obedecer órdenes de los capataces, como una masa de borregos. Y es lamentable escuchar que preferían la esclavitud a la libertad.

            La imagen se repite a cada momento en nuestra vida diaria, a otra escala y en otras formas, pero en resumen es lo mismo: basta echar una mirada al mundo del trabajo: lo más fácil es colocarse en la posición del que tiene derechos y no reconoce obligaciones y se pone como objetivo derribar al empresario sin querer asumir absolutamente ninguna responsabilidad.

            La misma cosa la estamos viendo hasta la saciedad en un porcentaje elevadísimo de la juventud que ha sido educada en el permisivismo y en la ausencia de responsabilidad: no aceptan asumir responsabilidades de ningún tipo y solo se sienten sujetos de derechos.

 

 

Salmo responsorial Sal 77, 3 y 4bc. 23‑24. 25 y 54 

 

R/.  El Señor les dio un trigo celeste.

 

Lo que oímos y aprendimos,

lo que nuestros padres nos contaron,

lo contaremos a la futura generación:

las alabanzas del Señor, su poder. R/.

R/.  El Señor les dio un trigo celeste.

 

Dio orden a las altas nubes,

abrió las compuertas del cielo:

hizo llover sobre ellos maná,

les dio un trigo celeste. R/.

R/.  El Señor les dio un trigo celeste.

 

Y el hombre comió pan de ángeles,

les mandó provisiones hasta la hartura.

Los hizo entrar por las santas fronteras,

hasta el monte que su diestra había adquirido. R/.

R/.  El Señor les dio un trigo celeste.

 

 

SEGUNDA LECTURA

 

 

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios     4, 17. 20‑24

Vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios

 

            Hermanos:

            Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios.

            Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús; es decir, a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

VIVIR EN COHERENCIA 

 

Pablo hace frente a los problemas de la comunidad de Éfeso que no acaba de dar el paso y definirse como personas que han renacido del Espíritu, de forma que continúan en los esquemas del paganismo, confesando una cosa y viviendo otra, con criterios propios de gente que no tiene fe.

            Al leer esta carta no podemos evitar el pensar que sea a nosotros a quienes nos escribe S. Pablo: hemos asumido por entero los criterios del mundo, es más, hemos apañado el evangelio y el mensaje de Jesús para que se adapte al criterio del mundo justificándolo todo.

            Pensemos en este sentido en lo que estamos haciendo con la práctica de los sacramentos: un “apaño”, no para que se abandone el “hombre viejo corrompido por deseos seductores”, sino para alentar el comercio, la fiesta y los motivos sociales.

            Las palabras de Pablo tienen hoy un eco especial que resuena con fuerza en nuestra comunidad y en toda la iglesia: “Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo” pero decididamente no estamos por la labor, ni de escucharlas y, menos aún, de llevarlas a la práctica.

            La llamada, por tanto, que hoy nos hace es fuerte, a dar un cambio radical “en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana,

 

Aleluya Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

 

 

EVANGELIO

 

  Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 24‑35

EL que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed

 

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. AL encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:

-“Maestro, ¿cuándo has venido aquí?”

Jesús les contestó:

-“Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros.

Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.”

Ellos le preguntaron:

-“Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?”

Respondió Jesús:

-“La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.”

Le replicaron:

-“¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: ´Les dio a comer pan del cielo.´”

Jesús les replicó:

-“Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.”

Entonces le dijeron:

-“Señor, danos siempre de este pan.”

Jesús les contestó:

-“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.”

Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN

 

JESÚS ES EL PAN DE LA VIDA  

 

El domingo pasado nos presentaba el evangelio el gran milagro de la solidaridad: la multiplicación de los panes y los peces y hoy nos presenta la reacción de la gente: cuando la gente ha llenado el estómago, de lo único que sienten necesidad es de encontrar la seguridad del que se lo puede seguir llenando sin más esfuerzo.

            Jesús se dio cuenta del movimiento que empezó a formarse entre los comensales y desapareció del escenario, cogió a sus discípulos y se marchó al otro lado del lago, pero la gente, cuando se dio cuenta que habían desaparecido, fueron en su busca con la intención de hacerlo rey, pero Jesús les hizo caer en la cuenta de que estaban perdidos, que no tenían más alcances que lo que se presentaba ante la vista; la respuesta de Jesús es la misma que le da a Satanás ante la tentación de convertir las piedras en pan: “no solo de pan vive el hombre”. Los que han asistido al encuentro se quedaron en el pan y los peces sin darse cuenta de lo que realmente había ocurrido allí.

            Ante esta ceguera espiritual, Jesús quiere aclararles la distinción que existe entre el pan que verdaderamente da la vida y el que solo llena el estómago para volver al poco tiempo a lo mismo: Mi Padre es el único que da el pan que sacia el hambre. Jesús les hace sentir deseo de ese pan: “Señor, danos de ese pan” Jesús les contestó:-“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.”

            El verdadero alimento que sacia el hambre y la sed del hombre y le hace sentirse feliz, es la fuerza del Espíritu que Dios da a quien cree en su Hijo. Esto no llegó a entenderlo la gente que lo rodeaba y por eso tuvo que explicitarles: -“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.”, y no hay otra alternativa: Él es la palabra que han de creer y el camino que han de seguir, si es que quieren que su vida se llene de sentido.