DOMINGO XXXIV DEL T. O. -B-

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

 



PRIMERA LECTURA



 

Lectura de la profecía de Daniel 7, 13‑14

Su dominio es eterno y no pasa

 

Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.

Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

UN TIEMPO DE DEMORA   

 

            Ya en los versículos 1 al 0 del capítulo 7 Daniel narra una revelación que ha tenido durante la noche, en la que aparecen los reinos que se irán turnando y aparecen representados por cuatro monstruos que van a hacer la vida imposible de vivirla, pero que lo único que van a conseguir es colmar la paciencia de Dios y del pueblo: estos monstruos los describe: 1º) Un león con alas que se convierte en un ser humano y arremete contra todos; 2º) Un oso con tres costillas que devora carne de todo tipo; 3º)Un leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas, con todo el poder sobre la tierra y 4º) Un monstruo con 10 cuernos y en el centro un cuerno pequeñito con  ojos y con boca de humano armado con unos dientes enormes de hierro con los que descuartiza todo lo que coge y los destrozos los va pisando con sus pezuñas. En medio de este marco de bestias y de muerte, aparece un trono de fuego donde se sentó un anciano vestido de blanco.

            Toda esa prepotencia que amenaza con arrasar con todo, está llamada a desaparecer, pues Dios va a juzgar la historia de acuerdo a la actuación que hayan tenido los hombres de cada uno de estos reinados representados por los monstruos.

Esos cuatro monstruos ya han sido condenados y están aguantando que llegue el momento.

            El momento ocurre cuando aparece sobre las nubes la figura del “Hijo del hombre” que pone fin a esta etapa de angustia que se ha instalado con estos monstruos.

            Será el momento en que se impone para siempre el trono de fuego que permanecía entre las fieras.

            Intentando buscar semejanzas, como si fuéramos a recrear la visión con la actualidad que vivimos, podríamos ir poniendo nombres actuales a la visión de Daniel para quedarnos al final con la pregunta lógica que aflora: ¿Cuándo llegará definitivamente el momento en que desaparezcan para siempre estos monstruos y desaparezcan de la humanidad la angustia, la destrucción y la muerte?

            Efectivamente, “El Hijo de Dios” ya llegó, el momento se cumplió, pero los monstruos siguen haciendo daño, ahora solo nos queda la esperanza de que no son definitivos, y esperamos que Él meta su mano, acelere el proceso y toque el corazón de estos salvajes que siguen  atentando contra la humanidad y contra el planeta.

 


Salmo responsorial Sal 92, 1ab. 1c‑2. 5  


   


R/. El Señor reina, vestido de majestad.

 

El Señor reina, vestido de majestad,

el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

R/. El Señor reina, vestido de majestad.

 

Así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre,

y tú eres eterno. R/.

R/. El Señor reina, vestido de majestad.

 

Tus mandatos son fieles y seguros;

la santidad es el adorno de tu casa, Señor,

 por días sin término. R/.

R/. El Señor reina, vestido de majestad.

 

SEGUNDA LECTURA



 

Lectura del libro del Apocalipsis 1, 5‑8

El príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios

 

            Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra.

     Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.

     A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

     Mirad: El viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentaran por su causa. Sí. Amén.

     Dice el Señor Dios: *Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.+

Palabra de Dios

 

REFLEXIÓN

 

AÚN ESTAMOS A TIEMPO 

 

            La visión apocalíptica del profeta Daniel (7,1-9) se cumplió en la persona de Cristo: Dios determinó cortar de una vez para siempre el estado de angustia al que la humanidad estaba abocada, al no saber cuál iba a ser el fin de esta barbarie y Jesús llega y determina que el fin está marcado: todo camina hacia el reino de Dios y no al de la muerte. Este proceso hacia el reino ya es imparable y al final, no es la oscuridad y la muerte, sino la luz de la paz, del amor, de la justicia y de la verdad las que van a iluminar el mundo y las que van a dar la fuerza para que todo esto se realice.

            La prueba inapelable de que esto es así, está en que esas bestias lo mataron, pero Dios lo resucitó y su proyecto no hay quien lo detenga. Esto lo han de ver hasta los mismos que lo mataron y lo siguen matando.

            El compás de espera en el que estamos es una invitación a adherirnos al proyecto de Dios, tomando conciencia del mal que hemos hecho o que hemos permitido y apoyado y rompiendo con él, pues al final, cada cosa se pondrá en su sitio y cada uno acabará allí donde optó y se mantuvo poniendo su ilusión, su esperanza y su vida.

 

 

Aleluya Mc. 11, 9b‑10a

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.

 

 

EVANGELIO



Lectura del santo evangelio según san Juan 18, 33b‑37

Tú lo dices: soy rey

 

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:

-“¿Eres tú el rey de los judíos?”

Jesús le contestó:

-“¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”

Pilato replicó:

-“¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?”

Jesús le contestó:

-“Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.”

Pilato le dijo:

-“Conque, ¿tú eres rey?”

Jesús le contestó:

-“Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”

Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

 

UN REINADO DIFERENTE  

 

Los esquemas en los que se mueve Jesús y se mueven tanto judíos como romanos son completamente distintos: para unos y para otros lo que existe en el horizonte es el poder y la gloria del mundo y luchan unos por arrebatarlo y otros por que no se lo quiten; ambos temen que el liderazgo que Jesús demuestra sea el peor enemigo con el que se enfrentan, y unos y otros intentan romperlo, con lo que ellos mismos están librando la batalla y demostrando que están absolutamente vencidos: están luchando contra el peor enemigo que tienen y que lo llevan incrustado en su alma: la mentira, el engaño hasta el punto que los judíos, incluso, están decididos a renunciar a su tradición y a sus principios: “No tendrás otro dios fuera de mi” ellos ahora dirán: “No tenemos otros rey que el Cesar”, es decir: han perdido todos los papeles.

            Y Pilato le deja claro que él tiene el poder en sus manos: “¿Es que no sabes que tengo poder para liberarte?, pero Jesús también lo deja fuera de juego: “Lo que tienes no es tuyo, te lo han dado”, pero además, mi reino no es de este mundo y de ese reinado tú no tienes idea…”

            El reinado de Cristo, efectivamente, no es el de este mundo: el de las armas, el de la violencia, el del atropello, el del terror… Su reinado es el de la VERDAD el de la JUSTICIA, el del AMOR… y Él se pone a la cabeza y manifiesta su entrega total, por lo que está dispuesto a dar la vida; ellos en cambio están dispuestos a quitársela a quien intente destronarlos; Jesús, en cambio, está feliz que haya cuantos más mejor por ponerse a la cabeza y hacer lo que Él.

            Pilatos se declara fuera de juego: “¿Y qué es la verdad?” Efectivamente, no tiene idea de lo que es eso, su terreno es la mentira, el engaño, la muerte, la violencia… en esas cosas tiene todo el poder, como los judíos.

            La propuesta sigue haciéndosenos hoy a todos: ¿A quién queremos seguir, al Cesar o a Jesucristo?, ¿apostamos por la verdad, la justicia, el amor, la paz, la fraternidad, la libertad…  o, preferimos gritar: “No queremos otro rey que el Cesar”? En ese caso, tenemos lo que hemos deseado, no nos queda más remedio que aceptar las consecuencias.