PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 43, 16‑21
Mirad que realizo algo nuevo y apagaré la
sed de mi pueblo
Así
dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que
sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no
levantarse, se apagaron como mecha que se extingue.
«No
recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré
un camino por el desierto, ríos en el yermo.
Me
glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua
en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi
escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.»
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
EL PELIGRO DE ESTANCARSE EN LO
CONSEGUIDO
El texto comienza presentando a Dios, pero no lo hace diciendo lo
que es, sino lo que hace y lo presenta haciendo una larga exposición de los
acontecimientos que realizó en el Éxodo haciéndole ver al pueblo que su fe
tiene una base real en la historia que ha venido recorriendo y en la que Dios
ha tenido un puesto principal.
Pero al mismo tiempo viene a decirle
al pueblo que no se quede en el pasado mirando lo que ocurrió, sino que ha de
mirar el presente en el que Dios sigue actuando de cara al futuro: “Mirad que
realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿No lo notáis?”: ya no están ante un río
que se seca para que atraviesen, sino ante un desierto que se convierte en un
jardín con su presencia. El desierto les recuerda un lugar tremendo de lucha,
sin agua, sin comida en donde Dios tuvo que salir al encuentro, ahora todo se
transforma y la nueva realidad que surge, borra por completo el dolor del
pasado que solo ha de servir como recuerdo que nos ayuda a comprender lo nuevo
que tenemos.
El autor quiere invitar al pueblo a
mirar hacia adelante y no quedarse en el recuerdo, porque Dios sigue presente
animando con la misma fuerza, pues quedarse estancados es anquilosarse en la
idolatría, contemplando lo conseguido y sintiéndose a gusto con él. Quedarse en
la contemplación de lo pasado puede ser peligroso ya que nos inutiliza y nos
hace perder la esperanza
Salmo responsorial Sal 125, 1‑2ab. 2cd‑3.
4‑5. 6 (R.: 3)
R. El Señor ha estado grande con
nosotros, y estamos alegres.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.
R. El
Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres. R.
R. El Señor ha estado grande con
nosotros, y estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte,
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares. R.
R. El Señor ha estado grande con
nosotros, y estamos alegres.
Al
ir, iba llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelve cantando,
trayendo
sus gavillas. R.
R. El Señor ha estado grande con
nosotros, y estamos alegres.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Filipenses 3, 8‑14
Por Cristo lo perdí todo, muriendo su
misma muerte
Hermanos:
Todo
lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús,
mi Señor.
Por
él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir
en él, no con una justicia mía, la de la
Ley , sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia
que viene de Dios y se apoya en la fe.
Para
conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus
padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección
de entre los muertos.
No
es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo
corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
Hermanos,
yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo
que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la
meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
MANTENERSE FIRMES EN LA CARRERA
Pablo confiesa que su vida ha dado un giro de 180º grados al
encontrarse con Jesús y conocerlo. Todos los conocimientos que hasta entonces
tenía los considera vacíos e inútiles y hasta perversos, pues no le llevan a
ningún sitio, sino a su perdición.
Con el conocimiento de Cristo, Pablo considera que ha llegado a la
plenitud del conocimiento, pues en él ve concluida toda la esperanza de Israel;
de alguna manera Pablo está viendo el final de los tiempos y de la historia
llamada a la salvación que Dios ha traído en Cristo.
Esta visión le hace asegurarse del sentido supremo de la vida y
esto le da fuerza para seguir caminando y hacer su carrera con la seguridad del
triunfo que ya ha sido conseguido por Cristo. Su gran dolor es precisamente el
que su pueblo no quiera verlo y siga obstinado esperando la llegada de lo que
ya está aquí. Todo lo que se ha venido dando ha sido una preparación para lo
que ha acontecido. Las esperanzas del pueblo se han cumplido con Cristo y a
partir de ahora la historia se abre a un futuro de luz quedando como inservible
y sin sentido todo lo que se ha venido sosteniendo.
Pablo mira todo lo que se ha venido haciendo, por lo que se ha
luchado se ha y sostenido, se da cuenta que nada de eso tiene ya valor alguno:
no vale la pena perder el tiempo mirando atrás, ya solo merece la pena poner la
vista en el futuro de gloria que nos espera.
Su vida la compara a una carrera que hace un deportista, lo que
importa no es lo que ya se ha pasado, eso ha sido el camino que hemos hecho, la
mirada hay que ponerla en la meta: es algo que hemos comenzado y que todavía no
hemos llegado a la meta, pero que tenemos la seguridad de que el triunfo está
conseguido; de lo que se trata es de mantenerse firme en la carrera y no tirar
la toalla, pues a su lado está Cristo que le anima y le da fuerzas para
mantenerse.
Versículo antes del evangelio Jl 2, 12‑13
Ahora
-oráculo del Señor- convertíos a mí de todo corazón, porque soy compasivo y
misericordioso.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 8,
1‑11
El que esté sin pecado, que le tire la
primera piedra
En
aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó
de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les
enseñaba.
Los
escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y,
colocándola en medio, le dijeron:
-“Maestro,
esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
La
ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?”
Le
preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero
Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como
insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
. “El
que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.”
E
inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más
viejos.
Y
quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús
se incorporó y le preguntó: -“Mujer, ¿Dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te
ha condenado?”
Ella
contestó:
-“Ninguno,
Señor.”
Jesús
dijo:
-“Tampoco
yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.”
Palabra del Señor.
LEGALISMO FRENTE A MISERICORDIA
Jesús ha decidido subir a Jerusalén y allí
han decidido quitárselo de en medio, el juicio ya está determinado y lo único que
buscan es la excusa para cogerlo y por eso andan poniéndole trampas para tener
la más mínima justificación para declararlo blasfemo o revoltoso.
Cuando miramos despacio el acontecimiento
que nos presenta el evangelio, automáticamente nos salta la pregunta: ¿Por qué
y para qué tuvieron que llevarle esta mujer cogida en pecado de adulterio si
tenían sus leyes que determinaban lo que había que hacer? Pero se la presentan
para ponerlo entre la espada y la pared: quieren ver si se opone a la ley o la
cumple: si impone el perdón estará despreciando la ley, si no lo impone, se
está desdiciendo en lo que predica.
Efectivamente no van a buscarlo porque les
interese su criterio ni porque reconozcan la autoridad de su palabra ni porque
esté autorizado para callar la sentencia de ningún juez. Ante las autoridades
judías tanto Jesús como la mujer son despreciables y ambos molestan a sus
intereses y son excluidos; Jesús conoce bien esta situación, por eso no les
hace frente y se queda al lado de la mujer pues ante la mirada de los
acusadores están los dos al mismo nivel. Por eso Jesús se pone a escribir en la
tierra, pues no vale la pena hacerles frente, ya lo tienen condenado.
La sentencia la tienen clara todos: debe
ser apedreada, pues la han cogido en pecado flagrante, algo horroroso que
merece la muerte –según la ley- pero ninguno se atreve a mirarse a sí mismo y
cuando Jesús les invita a que se miren en lugar de ensañarse con la mujer,
ninguno se atreve a tirar la piedra puesto que, probablemente, todos temen que alguien
los delate por el mismo pecado.
Pero es curioso que las leyes
no pongan la misma fuerza en otros pecados como es la avaricia, la codicia, la
envidia, la insolidaridad, la injusticia, la soberbia que son tan graves o más
que éste. Por eso Jesús los pone en su sitio: “El que esté sin pecado, que le tire la primera
piedra.” Y, es curioso: todos agacharon la cabeza y se dieron la vuelta y se
marcharon empezando por los más ancianos que ya no tenían el problema del sexo,
pero sí tenían el corazón lleno de otras cosas.
Sería interesante que hiciéramos una
lista de todos los pecados graves en los que estamos metidos en la vida que
vivimos y que nadie los toma en cuenta y hasta los airea, por ejemplo:
¿Quién considera hoy pecado sus opciones
políticas que miran solo a sus intereses y no lo que mejor beneficie la causa
de los pobres y de la sociedad?
¿Quién considera hoy pecado su falta de
solidaridad con los marginados de su mismo barrio o región?
¿Quién considera pecado su "no te
entrometas", o su falta de compromiso político para que desaparezca la
corrupción? ¿Dónde están los políticos cristianos que están asistiendo a los
debates actuales en donde se condena a Jesucristo y sus enseñanzas?