PRIMERA LECTURA
Salmo
responsorial Sal 29, 2 y 4. 5 y 6. 11 y 12a y 13b (R.: 2a)
SEGUNDA LECTURA
EVANGELIO
DOMINGO III DE PASCUA - C-
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 27b—32. 40b—41
Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo
En
aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo:
-“¿No
os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis
llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la
sangre de ese hombre.”
Pedro
y los apóstoles replicaron:
-“Hay
que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres
resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La
diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel
la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y
el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.”
Prohibieron
a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles
salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre
de Jesús.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
LA FUERZA DE LA PALABRA VIVA
El
libro de los Hechos de los apóstoles nos narra el comienzo de la historia de la
iglesia y su nacimiento; pero, sobre todo, nos presenta la actuación del
Espíritu Santo como autor y gestor del acontecimiento a través de las personas
de los apóstoles, después que Jesús ha resucitado y han quedado solos, con el
encargo que les ha dejado Cristo.
Este
camino nuevo que emprende el grupo de discípulos, acompañados por el Espíritu
Santo, es algo completamente nuevo, algo que ellos no habían podido ni siquiera
imaginar, pues se dan cuenta de que la palabra que proclaman tiene fuerza por
sí misma y, esa fuerza no depende de ellos.
Por
otro lado, se dan cuenta que esta palabra actúa también en los corazones de los
que la escuchan y hace que se tomen posturas tanto a favor como en contra, pues
es algo que no deja indiferente a quien la escucha; de hecho, vemos que los
apóstoles van de juicio en juicio y de cárcel en cárcel, pues esa palabra les
hace a ellos mismos definirse y, su definición se convierte en denuncia para otros
que hace, incluso, que se radicalicen en posturas negativas que hacen que se
endurezca el corazón hasta llegar al fanatismo de la violencia.
Sin
embargo, la experiencia de Cristo resucitado es algo que no se puede ocultar ni
callar, pues sus vidas se han visto transformadas.
R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado
y no has dejado que mis enemigos se rían
de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me
hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.
R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío,
te
daré gracias por siempre. R.
R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Lectura
del libro del Apocalipsis 5, 11—14
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riqueza
Yo,
Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones
alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz
potente:
“Digno
es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la
fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.”
Y
oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en
el mar -todo lo que hay en ellos-, que
decían:
“Al
que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el
poder por los siglos de los siglos.”
Y
los cuatro vivientes respondían: “Amén.”
Y
los ancianos se postraron rindiendo homenaje.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
LA
GRAN REVELACIÓN DE CRISTO
Juan
continúa viendo la nueva realidad que se ha abierto con la resurrección de
Cristo, en la que encuentra explicación todo y empiezan a aparecer con claridad
todas las piezas claves del puzle de la historia, que dan explicación y sentido
a todo.
Hasta
ahora hemos venido viviendo en la oscuridad, sin posibilidad de acceso a la luz
de la verdad, pero de repente ha aparecido la luz que lo ilumina todo: es el
Cordero Degollado que lo ilumina y lo ha revelado todo: el proyecto de Dios
estaba cerrado y era inalcanzable; Dios se ha bajado a la tierra y ha revelado
su proyecto eterno; ahora, a los seres humanos y al universo entero, no le
queda más que una palabra: AMÉN al proyecto inicial de Dios que nace de su
voluntad suprema para la obra de sus manos, ante lo que no queda otra postura
más que el silencio, la aceptación y la adoración, pues todo lo que existe es
obra suya, no del hombre y nadie tiene autoridad para cambiar sus designios.
Aleluya
Ha resucitado Cristo,
que creó todas las cosas
y se compadeció del género humano.
Lectura
del santo evangelio según san Juan 21, 1—19
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y
lo mismo el pescado
En
aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de
Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos
discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
-“Me voy a pescar.”
Ellos contestan:
-“Vamos también nosotros contigo.”
Salieron
y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo,
cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era
Jesús.
Jesús les dice:
-“Muchachos, ¿tenéis pescado?”
Ellos contestaron:
-“No.”
Él les dice:
-“Echad la red a la derecha de la barca y
encontraréis.”
La
echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel
discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
-“Es el Señor.”
Al
oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se
echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban
de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al
saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les
dice:
-“Traed de los peces que acabáis de
coger.”
Simón
Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces
grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la
red.
Jesús les dice:
-“Vamos, almorzad.”
Ninguno
de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que
era el Señor.
Jesús
se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Ésta
fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar
de entre los muertos.
Después
de comer, dice Jesús a Simón Pedro:
-“Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que
éstos?”
Él le contestó:
-“Sí, Señor, tú sabes que te quiero.”
Jesús le dice:
-“Apacienta mis corderos.”
Por segunda vez le pregunta:
-“Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”
Él le contesta:
-“Sí, Señor, tú sabes que te quiero.”
Él le dice:
-“Pastorea mis ovejas.”
Por tercera vez le pregunta:
-“Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”
Se
entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó:
-“Señor, tú conoces todo, tú sabes que te
quiero.”
Jesús le dice:
-“Apacienta mis ovejas.
Te
lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero,
cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no
quieras.”
Esto
dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: -“Sígueme.”
Palabra
del Señor.
O
bien más breve:
Lectura
del santo evangelio según san Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra
vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado
el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos
suyos.
Simón Pedro les dice:
-“Me voy a pescar.”
Ellos contestan:
-“Vamos también nosotros contigo.”
Salieron y se embarcaron; y aquella noche
no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla;
pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
-“Muchachos, ¿tenéis pescado?”
Ellos contestaron:
-“No.”
Él les dice:
-“Echad la red a la derecha de la barca y
encontraréis.”
La echaron, y no tenían fuerzas para
sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le
dice a Pedro:
-“Es el Señor.”
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que
estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se
acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros,
remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con
un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
-“Traed de los peces que acabáis de
coger.”
Simón Pedro subió a la barca y arrastró
hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y
aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
-“Vamos, almorzad.”
Ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da,
y lo mismo el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús se
apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
CRISTO APORTA LA LUZ A LA VIDA
Juan utiliza los signos para dar explicación a la
realidad nueva que están viviendo dentro de la comunidad: están en el lago (la
lucha de la vida contra el mal); era de noche (es el reinado de las tinieblas,
símbolo de la oscuridad del alma que no ve nada claro, incapaz de reconocer el
bien y el mal)…
En esta situación aparece Jesús, (Jesús
es la luz) pero no lo reconocen; tampoco han progresado en su trabajo, sus
planes no salen en esta situación (no han pescado nada).
La presencia de Jesús trae la luz y
lo cambia todo… Parece ser que Juan nos está narrando una experiencia de crisis
muy fuerte en el grupo: (estaban todos juntos y no veían nada claro, era de
noche, no pescaron nada)
La presencia de Jesús les hace cambiar todo (hasta el
punto de arriesgarse, como hace Pedro); después en la orilla, nadie se atreve a
preguntar, pues todos tienen muy claro que es Él quien ha resuelto la situación
que ellos no encontraban salida
Y es que fiarse y actuar en nombre
de “mis” planes y proyectos, es exponerse al fracaso, pues todo está apoyado en
mi fuerza humana, en los intereses particulares de quien ponemos la confianza
(un banco, los negocios, la palabra de alguien…); en cambio, hacer las cosas en
nombre de Dios, es realizar su proyecto y eso tiene garantía de triunfo.