PRIMERA LECTURA
Lectura
de la profecía de Zacarías 12, 10‑11; 13, 1
Mirarán al que atravesaron
Así dice el Señor:
«Derramaré sobre la dinastía de David y
sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia.
Me mirarán a mí, a quien traspasaron,
harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al
primogénito.
Aquel día, será grande el luto en
Jerusalén, como el luto de Hadad‑Rimón en el valle de Meguido.»
Aquel día, se alumbrará un manantial, a
la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e
impurezas.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
CRISTO ES LA VIDA
El texto que nos presenta la liturgia de
hoy está expresado en un contexto de guerra, en el que Jerusalén está en el
blanco de Judá y de todos los pueblos vecinos; ante esta situación se da un
oráculo de esperanza, en donde Dios mismo parece que va tomar cartas en el
asunto y va a hacer a Jerusalén piedra de choque de todos sus enemigos, donde
se van a desbaratar y, al final, resplandecerá sobre todos los pueblos y la
mirarán como referente de paz y de alegría, al mismo tiempo que llorarán por
todo el mal que le han hecho.
En el oráculo aparece algo que no es
normal: habrá una gran efusión de Espíritu de perdón que traerá la paz a través
de un personaje que no se sabe quién será, pero que después se ve perfectamente
reflejado en la persona de Jesús.
Haciendo una interpretación un poco libre
del texto, intentando verle una conexión con el momento actual que vivimos, cabe
hacer un símil con la actualidad de la iglesia en este mundo globalizado,
parece que sea lo único que estorba en el escenario de la vida y todos se han
confabulado para quitarla de en medio, porque parece que no encaja con los
esquemas que ha planteado un sistema en el que, el único objetivo y el único
valor absoluto es el dinero, pero por otro lado, todos están viendo que sin los
valores del reino de Dios que la iglesia proclama, el mundo se convierte en un
infierno, entonces aparece una lucha de amor-desamor que al final no quedará
más remedio que volver a donde abandonamos, porque de otra forma es imposible
vivir. Jerusalén es referente de paz y de vida
Salmo responsorial Sal 62, 2. 3‑4. 5‑6. 8‑9 (R.: 2b)
R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma esta sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R
R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto
con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
R.
R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 26‑29
Los que habéis sido bautizados os habéis
revestido de Cristo
Hermanos:
Todos sois hijos de Dios por la fe en
Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo
por el bautismo os habéis revestido de Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y
gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo
Jesús.
Y, si sois de Cristo, sois descendencia
de Abrahán y herederos de la promesa.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
VIVIR EN LA LIBERTAD DE LOS HIJOS DE DIOS
Dios llama a Abraham y le hace la gran
promesa de hacerlo padre de un pueblo, numeroso como las estrellas del cielo y
como las arenas del mar… Para mantener a ese pueblo sin que se disperse y sin
que pierda su identidad, tiene que imponerle una ley que lo ubique y lo haga
distinguirse del resto de pueblos de la tierra; la ley se convierte en la
protección que el Señor le pone hasta que coja su madurez y funcione por sí
mismo; la ley, entonces se convierte en ayuda para que el pueblo vaya
creciendo.
De todas formas,
ni el mismo Abrahán tiene idea de cómo será ese pueblo y cuál será la misión
que tiene en la tierra.
Cuando llega la cumbre de los tiempos y Dios
decide establecer el pueblo que va a ser signo ante las naciones y en el que Él
se va a expresar, envía su Hijo que hace presente el proyecto de Dios y se
queda con su Espíritu para seguir impulsándolo hasta el final de los tiempos.
En este momento la ley ya no tiene fuerza,
ahora es el Espíritu Santo el que guiará y mantendrá la vida y la fuerza del
pueblo para que cumpla su misión, pero aquellos que habían vivido tanto tiempo
apoyados en la ley, no se atreven a
dejarla y a vivir en la libertad que da el amor y se convierten en un freno
para el comienzo de la iglesia y… ¿por qué no decirlo? Continúan frenando la
acción del espíritu que nos sigue animando a vivir en libertad.
Aleluya
Jn 10, 27
Mis ovejas escuchan mi voz —dice el
Señor—, y yo las conozco, y ellas me siguen.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 9, 18‑24
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del
hombre tiene que padecer mucho
Una vez que Jesús estaba orando solo, en
presencia de sus discípulos, les preguntó:
—«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron:
—«Unos que Juan el Bautista, otros que
Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó:
—«Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo:
— «El Mesías de Dios.»
É1 les prohibió terminantemente decírselo
a nadie. Y añadió:
— «El Hijo del hombre tiene que padecer
mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser
ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo:
— «El que quiera seguirme, que se niegue
a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera
salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la
salvará.»
Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
¿QUÉ PUESTO ME DEJAS EN TU VIDA?
Es curioso e importante que tengamos en
cuenta el hecho de que Lucas deje constancia de esta pregunta que Jesús hace a
los discípulos, porque será la pregunta constante que la iglesia tendrá que ir
haciéndose en cada momento de su historia volviendo siempre la cara a Jesús,
sobre todo cuando la respuesta ha de darla al mundo en el que vive, para que
esa respuesta esté en consonancia con Jesús; es que de no hacerlo, sería
facilísimo perder nuestra identidad.
La pregunta sigue siempre en el aire: —«Y vosotros, ¿Quién decís que soy
yo?»
Porque
es muy fácil dar la respuesta que expresó Pedro, máxime cuando ya la sabemos,
pero lo que nos va a identificar no es lo que decimos, sino lo que a la hora de
la práctica supone realmente Jesucristo en nuestras vidas: desde la adecuación
de nuestra vida y nuestros intereses a los de Cristo hasta hacer nuestro su
proyecto y poner nuestra vida al servicio de él: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue
con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la
perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.»
Aceptar todo esto supone
constantemente hacernos la pregunta: ¿Qué papel juega Jesucristo en mi vida: en
mis proyectos, en mis decisiones, en mis actitudes, en mi forma de ser y de
vivir…? Pero lo realmente importante es que a la hora de vivir tenga una
incidencia real en lo que se hace, se dice, se piensa y se vive.