PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22—12, 2
Te compadeces, Señor, de todos, porque
amas a todos los seres
Señor, el mundo entero es ante ti como
grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la
tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo
lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se
arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de
lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no
lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú
no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos,
Señor, amigo de la vida.
Todos llevan tu soplo incorruptible.
Por eso, corriges poco a poco a los que
caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean
en ti, Señor.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
RESPETAR
LA CREACIÓN
El
autor del libro de la Sabiduría hace una reflexión sobre la grandeza del
universo y sobre la maravilla que Dios ha creado para darla como regalo al
hombre: esta tierra la hizo un paraíso para el hombre, a quien ha creado a su
imagen y semejanza, para que sea feliz y para relacionarse con él; sin embargo,
el hombre no responde al proyecto de Dios para con él: Dios es amigo de la
vida, se siente orgulloso y feliz con todo lo que ha hecho y lo ama porque es
suyo, es algo que ha salido como expresión de su amor, por tanto no aborrece
nada de lo que ha hecho.
Por
eso, cuando el hombre rompe esto que ha sido creado con tanto amor, no respeta,
quiere cambiar el orden que el creador le ha puesto, Dios tiene que reprenderle,
como hizo en Egipto; pero lo hace de forma suave, para que se de cuenta y
cambie: les envía langostas y mosquitos en lugar de leones; ranas en lugar de
serpientes venenosas, es decir: Dios podría haber barrido de la faz de la
tierra a Egipto, pero tuvo paciencia con él e invitó a sus habitantes a un
cambio y tuvo paciencia con ellos esperando que lo hicieran.
La
reflexión la podemos trasladar al momento actual que estamos viviendo, en el
que estamos agrediendo al planeta en todos los sentidos con nuestra avaricia, a
la humanidad con todos los experimentos y las agresiones a la vida y contra la
persona, queriendo romper el orden natural establecido; cuando se rompen los
ciclos, los ritmos de la naturaleza y los fines de las cosas, nos lanzamos al
vacío, sin tener en cuenta las consecuencias que pueda traer nuestra agresión.
Salmo responsorial Sal
144, 1‑2. 8‑9. 10‑11. 13cd‑14 (R.: cf. 1)
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
Bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la 2ª carta
del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses
1, 11 ‑ 2,2
Que Cristo sea glorificado en vosotros, y
vosotros en él
Hermanos:
Pedimos
continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con
su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así
Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la
gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Os rogamos,
hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión
con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas
revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del
Señor está encima.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
FIRMES
EN LA CONFIANZA
S.
Pablo escribe a los cristianos de Tesalónica expresándoles su preocupación y
les indica que ruega a Dios para que los mantenga limpios y en coherencia con
la doctrina que han recibido, para que ellos respondan con fidelidad al
proyecto que Dios ha iniciado con ellos.
También
les expresa su preocupación, indicándoles que reza para que no se desanimen en
los momentos de dificultad y puedan responder con alegría y fidelidad a la
misión que se les ha encomendado.
Uno
de los grandes problemas que suele presentarse cuando se presenta la
dificultad, es la pérdida del sentido de pertenencia, entonces te asalta la
sensación de que Dios se aleja, desaparece y te quedas en la oscuridad; al
final llegas a sentirte solo y desamparado y se pierde la referencia de la
comunidad y de Jesucristo, como único pastor y guía y es fácil en esos momentos
dejarse seducir por otras voces.
Es
por eso por lo que, desde el primer momento, pide a la comunidad que se
mantenga unida y firme, pues sabe perfectamente el ambiente en el que se
mueven.
La
preocupación de Pablo por la comunidad de Tesalónica, podría trasladarse
perfectamente a la situación actual de nuestra comunidad, en donde se repiten
los mismos peligros y, sobre todo, el mismo problema de la perdida por completo
del sentido de pertenencia y hasta la confianza de que Dios siga a nuestro
lado.
Aleluya
Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su
Hijo único. Todo el que cree en él tiene vida eterna.
EVANGELIO
Lectura del santo
evangelio según san Lucas 19, 1‑10
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que estaba perdido
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y
atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de
publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo
impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una
higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó
los ojos y dijo:
—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy
tengo que alojarme en tu casa.»
É1 bajó en seguida y lo recibió muy
contento.
Al ver esto, todos murmuraban,
diciendo:
—«Ha entrado a hospedarse en casa de un
pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al
Señor:
—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se
la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro
veces más.»
Jesús le contestó:
—«Hoy ha sido la salvación de esta casa;
también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar
y a salvar lo que estaba perdido.»
Palabra
del Señor
REFLEXIÓN
ABRIRSE A JESÚS
S.
Lucas es posible que salga al frente de uno de los grandes problemas que se
vienen dando: la dificultad que tienen algunas familias y algunas personas para
reintegrarse y, sobre todo, para entrar a la comunidad cristiana, ya que sobre
ellos pesa toda una fama y una cantidad de prejuicios legales, religiosos y
sociales que les impiden dar un cambio en sus vidas y abrirse al camino de la
fe. Este es un escollo difícil de superar que hay que afrontar.
Lucas aprovecha este momento en que Jesús se encuentra
justamente con un rico y, además, odiado por el pueblo y por la ley; por el
puesto que ocupa (jefe de recaudadores) y por el trabajo que realiza. Todos se
escandalizan de que Jesús entre a su casa, cuánto más el que se siente a la
mesa con él, pues el pueblo lo considera un excluido de la Alianza, un traidor,
un vendido.
Sin embargo, al escuchar que pasa Jesús se conmueve y lo
vemos que rompe todos los esquemas y actúa como un chiquillo; todo su interés
se centra en Jesús, quiere verlo. Cuando Jesús pasa por allí mira a Zaqueo y en
ese intercambio de miradas, Zaqueo queda transformado. Jesús lo llama por su
nombre y le hace sentir que Él no lo juzga, que su persona le interesa y se
auto invita. Jesús quiere acercarse a este hombre para ver su realidad y sacar
lo bueno que tiene de entre todo el mal en el que está metido.
Zaqueo se deja mirar y acoger por Jesús y le abre por
entero las puertas de su casa y de su corazón, dejándole entrar en su mundo.
Cuando Zaqueo se encuentra con Jesús, se abren también en su vida las puertas
que tenía cerradas: la puerta de los pobres, de los explotados, de la
solidaridad… pues hasta ahora solo había tenido abierta su puerta al dinero y
al poder. Y Zaqueo se siente un hombre completamente nuevo: «Mira, la mitad de mis
bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le
restituiré cuatro veces más.»
En
el contraste de la respuesta de Zaqueo no puedo dejar de recordar las palabras
de otra persona que al encontrarse con Jesús y abrirse a Él decía en plan de
broma: “Maldita la hora en que yo me encontré con Él, pues desde entonces no he
dejado de tener problemas”