DOMINGO XXX DEL T. O. -B-


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de Jeremías. Jer 31, 7-9

Guiaré entre consuelos a los ciegos y los cojos

ESTO dice el Señor:
«Gritad de alegría por Jacob,
     regocijaos por la flor de los pueblos;
proclamad, alabad y decid:
     “¡El Señor ha salvado a su pueblo,
     ha salvado al resto de Israel!”.
Los traeré del país del norte,
     los reuniré de los confines de la tierra.
Entre ellos habrá ciegos y cojos,
     lo mismo preñadas que paridas:
     volverá una enorme multitud.
Vendrán todos llorando
     y yo los guiaré entre consuelos;
     los llevaré a torrentes de agua,
     por camino llano, sin tropiezos.
Seré un padre para Israel,
     Efraín será mi primogénito».

Palabra de Dios

 

REFLEXIÓN

 

ESPERAMOS UN NUEVO AMANECER     

            El mensaje del profeta Jeremías tiene una resonancia especial en nuestros días: el pueblo de Israel se ha dividido en dos partes: el Norte, que desprecia a sus hermanos y rehúsa la solidaridad con ellos, considerándolos de segunda clase, una raza de esclavos y el Sur que condena al Norte como traidores y como renegados de la fe, de la historia y de la tradición de Israel.

            La situación se hace insoportable y el país va a la destrucción y al caos. En esta situación, se pierde la esperanza; se borran todos los horizontes. Aquí aparece el profeta Jeremías que ha venido sufriendo todos los embates de la ruptura y la corrupción de los políticos y anuncia un rayo de esperanza y de consuelo para el pueblo atropellado: va a venir la solución a la situación que se vive, pero no va a provenir de los políticos de un lado ni de los del otro, sino del pueblo sencillo, sufridor y callado que ha tenido que pagar las consecuencias, sufriendo el destierro y la persecución por la división que han sembrado los políticos.

            Dios promete la restauración y la curación de todas las heridas, enviando un Mesías que será el garante de la Alianza y el punto de apoyo para la Paz.

            Como podemos ver, Jeremías apunta ya al momento cumbre del cumplimiento de la promesa que se realizará con la venida de Cristo, nacido del pueblo sencillo y sufrido.

            La resonancia que este pasaje tiene en nuestro tiempo es impresionante, por la cantidad de coincidencias políticas, sociales, ideológicas, religiosas… que han reavivado la profunda herida de división del pueblo que nos está incapacitando para hablar tranquilamente entre hermanos, entre padres e hijos y lo está destruyendo todo.

            El pueblo espera con ansia un hombre honrado que se dedique a resolver problemas y no a crearlos; que asuma los valores de la justicia, de la verdad y de la paz y los implante; un hombre que no participe ni tolere la corrupción a ningún nivel y limpie todo lo que la tiene establecida.

            Todos esperamos una generación nueva que crea y asuma los grandes valores que ya estableció Jesús y que esta generación perversa y sucia ha destruido y desplazado para poder seguir pudriéndose.

 

Salmo responsorial

Sal 125, 1b-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R/.: 3)

R/.   El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

        V/.   Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
                nos parecía soñar:
                la boca se nos llenaba de risas,
                la lengua de cantares.   
R/.

R/.   El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

        V/.   Hasta los gentiles decían:
                «El Señor ha estado grande con ellos».
                El Señor ha estado grande con nosotros,
                y estamos alegres.   
R/.

R/.   El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

        V/.   Recoge, Señor, a nuestros cautivos
                como los torrentes del Negueb.
                Los que sembraban con lágrimas
                cosechan entre cantares.   
R/.
R/.   El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.


        V/.
   Al ir, iba llorando,
                llevando la semilla;
                al volver, vuelve cantando,
                trayendo sus gavillas.   
R/.

R/.   El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos. Heb 5, 1-6

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

TODO sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a debilidad.
A causa de ella, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»; o, como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

JESÚS RESTABLECE LA RELACIÓN CON DIOS     

            La carta a los hebreos coge el tema del sacerdocio como el mediador que ha de hacer el servicio de mediar, para establecer la paz y el perdón entre el pueblo y Dios.

            Ésta no es una misión que se la puede atribuir cualquiera, como ocurre con un cargo que se da o que se adquieres por oposición, o por un acuerdo democrático, pues por un lado está Dios y por otro el pueblo; ha de ser un mediador aceptado por ambos.

            Este mediador ha sido Cristo-Dios que se ha hecho hombre, porque ha de ser un hombre el que interceda y ofrezca sacrificios de expiación por los pecados de los hombres, pero con la garantía de que Dios también lo acepta y ese hombre no existe, por eso, el mismo Dios se hace hombre para ocupar ese lugar, con lo que el sacrificio de expiación es perfecto y, por ser Dios mismo, es un sacrificio para la eternidad que no necesitará repetirse a cada momento: la naturaleza del hombre ha sido restaurada, Dios mismo la ha hecho suya, ya no necesita ser recompuesta a cada momento.

 

Aleluya

Cf. 2 Tm 1, 10

R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte,
        e hizo brillar la vida por medio del Evangelio.   
R/.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 10, 46-52

“Rabbuní”, haz que recobre la vista

EN aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
   «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».
Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más:
   «Hijo de David, ten compasión de mí».
Jesús se detuvo y dijo:
   «Llamadlo».
Llamaron al ciego, diciéndole:
   «Ánimo, levántate, que te llama».
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
   «,Qué quieres que te haga?».
El ciego le contestó:
   «“Rabbuní”, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
   «Anda, tu fe te ha salvado».
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

BARTIMEO EN EL CAMINO    

            Hay varios detalles que resultan chocantes dentro de la estructura del pasaje del evangelio de hoy, de tal forma que lo hacen único y nos está diciendo que el evangelista Marcos quiere llamar la atención de algo:

            -El ciego Bartimeo está fuera de la ciudad, cosa extraña: ¿qué hace un ciego solo y perdido en un camino.

            -“El Camino” tiene una connotación de seguimiento a Jesús: Bartimeo “Está en el camino”: está buscando a Jesús y Jesús le sale al encuentro. Y Bartimeo rompe todos los esquemas y barreras que están a su alcance: empieza a gritar, hasta el punto que los demás se sienten molestos y quieren impedirle que grite.

            -El “Manto” es un signo de la dignidad de la persona, de su imagen; el ciego lo tira y sale corriendo dando gritos, le importa muy poco lo que digan o lo que piensen… rompe con todas las reglas de la dignidad hasta llegar a conseguir su objetivo: Jesús.

            Mientras tanto, en el otro extremo están los acomodados, los que guardan las formas y lo tienen todo a mano… de ninguno de éstos que se sentían molestos con los gritos de BARTIMEO que les impedía escuchar con claridad dice el evangelio que se hubieran encontrado con Jesús.

            La situación la podemos trasplantar al momento actual: estamos mucha gente entendida, que lo sabemos todos, muy bien acomodados y con toda la información en nuestras manos, acoplados perfectamente al sistema y nos molesta que perdamos la cobertura unos momentos, pues no podemos seguir al momento la información; también nos molesta cualquier opinión disonante de la nuestra o de lo que políticamente es correcto; guardamos mucho y nos importan las formas y no queremos complicarnos la vida rompiendo algún esquema… con lo que el discurso de Jesús lo analizamos y lo encorsetamos en un marco predeterminado procurando  que queden claros todos lo “peros” para que no haya problema.