LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ


PRIMERA LECTURA


 

Lectura del primer libro de Eclesiástico. Eclo 3, 2-6. 12-14

El que teme al Señor honra a sus padres

EL Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

EL MATRIMONIO, COMUNIDAD DE AMOR  

El texto del libro del Eclesiástico, que nos presenta la liturgia de hoy, es un comentario a la norma establecida en la ley sobre el respeto que los hijos deben a los padres, es decir: el cuarto mandamiento. El autor quiere adecuar la sensatez y el sentido común con la ley dada por Dios, con lo que demuestra que no hay contradicción alguna entre ambas cosas.

Lógicamente, parte de un principio: todo hombre es hijo y en consecuencia está obligado a guardar un respeto sagrado a sus padres que son un colaboradores de Dios, pues ellos transmiten la vida y ésta es un bien absoluto e irrenunciable.

La vida de todo hombre es un reflejo de la VIDA DIVINA y esta vida de Dios, se vive en comunidad, por eso, cuando Dios crea al hombre lo hace en pareja, lo hace VARÓN-MUJER, llamados por naturaleza a colaborar con Dios transmitiendo VIDA.

Éste es el fundamento más sólido de la familia y del matrimonio (oficio de la maternidad), sin esta realidad se hace imposible la continuidad del ser humano en la tierra. Este es el principio y fundamento de la creación del HOMBRE hecho a imagen y semejanza de Dios: COMUNIDAD DE AMOR.

De esta realidad nace el hombre y, por tanto, se tiene como principio sagrado, como fuente de la vida y referente supremo de Dios; por tanto, los padres se convierten en un referente necesario y absoluto y su autoridad hay que entenderla como un diálogo de amor entre todos los miembros de la familia, a semejanza de Dios y no como una dictadura.

Si el referente es Dios, las relaciones de la familia han de ser semejantes a las relaciones de la Trinidad: el amor, el respeto, la escucha, la aceptación, la verdad, la justicia, la comunión… se convierten en principios básicos e intocables de la familia.

No obstante, esto que en teoría aparece tan claro y evidente, a la hora de la práctica, ni en el tiempo del anciano Ben Sirá (s. II a. C.), ni en el de Jesús, ni en el nuestro se da, ya que los intereses humanos se imponen por encima, incluso, de la misma felicidad con la que soñamos todos y a la que todos estamos llamados como vocación suprema.

 

Salmo responsorial

Sal 127, 1-2. 3. 4-5 (R/.: cf. 1)


R/.
   Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

 

        V/.   Dichoso el que teme al Señor
                y sigue sus caminos.
                Comerás del fruto de tu trabajo,

                serás dichoso, te irá bien.   R/.

R/.   Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

 

        V/.   Tu mujer, como parra fecunda,
                en medio de tu casa;
                tus hijos, como renuevos de olivo,
                alrededor de tu mesa.   
R/.

R/.   Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

 

        V/.   Ésta es la bendición del hombre
                que teme al Señor.
                Que el Señor te bendiga desde Sión,
                que veas la prosperidad de Jerusalén
                todos los días de tu vida.   
R/.

R/.   Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. Col 3, 12-21

La vida de familia vivida en el Señor

HERMANOS:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimos.

Palabra de Dios.

 

VIVIR EN COHERENCIA CON LO QUE SOMOS  

S. Pablo se dirige a los cristianos Colosenses y parte de un principio que considera irrefutable y necesario: han sido bautizados, son hombres nuevos que viven según la vida nueva que han recibido de Cristo. No se puede hablar a un cristiano desde otra perspectiva y, desde ahí, Pablo se dirige a dar algunas recomendaciones para la vida en familia: “el amor, es el ceñidor de la unidad consumada.”

La fuente de toda moral cristiana es la unión con Cristo Resucitado y, desde ahí afronta algo que es necesario y fundamental en la vida de convivencia humana: el perdón y la reconciliación para que pueda existir y fortalecerse la Paz en la familia y en la comunidad, pues ambas realidades están muy unidas: una comunidad cristiana es una familia, pues en ella se han de dar prácticamente las mismas condiciones y valores.

La iglesia no es más que una familia grande, pero toda la relación eclesial se ha de basar en el amor, en la comprensión, en el respeto, en la escucha, en la tolerancia, en la justicia…lo mismo que en la comunidad familiar.

El momento que esto falla dentro de la familia, toda la relación se desintegra y cada uno camina por su lado. De la misma manera en la iglesia, el momento en que estos principios se pierden, cada uno tira por su lado y se construye su propia vivencia al margen de la comunidad, rompiéndose la unidad y la fraternidad.

 

Aleluya

Col 3, 15a. 16a

R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón;
        la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.   
R/.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 2, 41-52

Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los maestros

        LOS padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.
            Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
            Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
            Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
            Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
    «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
            « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
            Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
            Su madre conservaba todo esto en su corazón.
            Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Palabra del Señor.

 

LA MATERNIDAD, SIGNO DE ATROPELLO  

                En la Sda. Escritura el tener un hijo es considerado una bendición de Dios, un regalo que está por encima de todos los hechos naturales que acontecen en la vida ordinaria.

            Con el hijo, la mujer se siente realizada y plenificada como mujer y como persona; la imposibilidad de tener un hijo, es signo de una mujer estéril, algo inútil y sin sentido, algo despreciable.

            Este sentido de bendición de Dios que plenifica ya lo encontramos al mismo comienzo de la biblia: Eva considera el nacimiento de Caín como un favor que Dios le ha hecho (Gn. 4,1). Esto mismo le ocurrirá a Ana, la madre de Samuel,, a Isabel, la madre de Juan Bautista y a María, la madre de Jesús.

            Los hijos son una bendición de Dios para el mundo, algo que pertenece a Dios y son puestos a su servicio. El hacer que el hijo tome conciencia de esta realidad, será una de las misiones de los padres: que el hijo se sienta instrumento de bendición y no de castigo.

            Este es justamente el gran problema de la actualidad: que la maternidad se la ha cambiado de signo y se la considera un atropello de los derechos de la mujer y de su dignidad de persona y, en consecuencia, los hijos se les siente como un objeto de maldición para los proyectos de las parejas. Este es el máximo índice de degradación del ser humano que ha decidido exterminarse de la tierra y que está dando al traste con una cultura que, al estilo de aquel primer pecado que narra la biblia, el ser humano quiso desplazar a Dios y colocarse él como centro absoluto, llevándole a ser la peor maldición para la tierra.

            Frente a esta equivocación, la FAMILIA vuelve hoy a presentarse como fuente y origen de la vida, como espacio donde el ser humano encuentra las claves para vivir, se feliz y ser la bendición para la tierra.