DOMINGO XXV DEL T. O.


PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Amós. Am 8, 4-7
Contra los que “compran al indigente por plata”
ESCUCHAD esto, los que pisoteáis, al pobre
y elimináis a los humildes del país,
diciendo: «Cuándo pasará la luna nueva,
para vender el grano,
y el sábado, para abrir los sacos de cereal
—reduciendo el peso y aumentando el precio,
y modificando las balanzas con engaño—
para comprar al indigente por plata
y al pobre por un par de sandalias,
para vender hasta el salvado del grano?».
El Señor lo ha jurado por la Gloria de Jacob:
«No olvidaré jamás ninguna de sus acciones».
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

DIOS NO ES SORDO AL GRITO DEL POBRE        
El profeta Amos es un campesino del Sur que va al Norte a comerciar con sus productos y observa la corrupción y el nivel de vida que existe y la explotación y eso no es capaz de encajarlo en su mentalidad de hombre justo y solidario y se lanza contra los ladrones y explotadores y les augura lo que va a ocurrir, pues Dios no se queda impasible ante la injusticia.
Amós, aunque arremete contra los desalmados del reino del Norte y contra el sistema que tienen montado, no deja títere con cabeza y su mensaje lo lanza contra todos aquellos que se someten, apoyan y admiten un sistema semejante.
  Por eso acusa también a Judá, el reino del Sur, que intenta hacer lo mismo imitando la corrupción del reino del norte y a todas las naciones vecinas que lo apoyan: Tiro, Siria. Edon, Moab… la codicia de los ricos es intolerable donde quiera que esté, por eso se lanza directamente contra ellos: Escuchad esto, los que pisoteáis, al pobre y elimináis a los humildes del país,”
El profeta hace su juicio, lanza la denuncia y la amenaza y da los motivos por los que reprende y les anuncia el castigo: están haciendo trampas en el peso de los productos, roban en los precios y en los salarios, están engañando a aprovechándose de los pobres… y les asegura que Dios ha de tener en cuenta todo lo que están haciendo.
            Amós salta como un resorte frente a la explotación y el fraude que hay instalado, y contra todo lo que lo consiente, como es la política, la religión y toda la sociedad, indicando que Dios ha de poner su mano y tendrán que arrepentirse: “El Señor lo ha jurado por la Gloria de Jacob: «No olvidaré jamás ninguna de sus acciones»
Salmo responsorial
Sal 112, 1-2. 4-6. 7-8 (R/.: cf. 1b y 7b)
R/.   Alabad al Señor, que alza al pobre.

O bien:

R/.
  Aleluya.

        V/.   Alabad, siervos del Señor,
                alabad el nombre del Señor.
                Bendito sea el nombre del Señor,
                ahora y por siempre.   
R/.
R/.   Alabad al Señor, que alza al pobre.

        V/.   El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
                su gloria sobre los cielos.
                ¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
                que habita en las alturas
                y se abaja para mirar
                al cielo y a la tierra?   R/.
R/.   Alabad al Señor, que alza al pobre.

        V/.   Levanta del polvo al desvalido,
                alza de la basura al pobre,
                para sentarlo con los príncipes,
                los príncipes de su pueblo.   
R/.
R/.   Alabad al Señor, que alza al pobre.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Tim 2, 1-8
Que se hagan oraciones por toda la humanidad a Dios, que quiere que todos los hombres se salven 

QUERIDO hermano:
Ruego, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto.
Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos; este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol —digo la verdad, no miento—, maestro de las naciones en la fe y en la verdad.
Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN

LAS MISIÓN DEL DIRIGENTE       
         Pablo siente la necesidad de que haya una unidad de espíritu y de acción, pues la división trae la destrucción y en este sentido, los dirigentes políticos, sociales y religiosos tienen como objetivo primero de su misión el conseguir la paz y la tranquilidad para el pueblo, de modo que puedan fructificar los grandes valores de la justicia, del respeto, de la comprensión, de la fraternidad, de la unidad y de la paz.
Esta misión es noble y grande y nada fácil de conseguir, por eso pide a Timoteo que inculque en su comunidad el respeto a los dirigentes y la colaboración material y espiritual para que puedan desarrollar su misión.
Estos dirigentes deberían ser, al estilo de Jesús, los pastores y los guías del pueblo en el camino de la justicia y de la paz, con una vida que sea un reflejo de la verdad y de la justicia.
Pablo pone a Jesús como el gran referente y modelo para estos guías: “el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos; este es un testimonio dado a su debido tiempo”
            Visto así, en teoría no hay absolutamente ni una sola palabra o idea que haya que rebatir, el problema se presenta el momento en que estos guías no son pastores, sino lobos con piel de oveja que se meten en el rebaño y se engordan a sus costillas.        Pablo parte de un principio que tiene muy claro en la persona de Jesús, pero desgraciadamente ese principio se destruye cuando el dirigente no es un pastor, sino un asalariado, que mira al pueblo no para servirlo, sino para servirse de él, entonces habría que rezar, sí, como Amós, pero para que desaparecieran por completo del horizonte del pueblo.
            Aquí sentimos la sentencia del profeta con una fuerza enorme, terminando como él: “Os aseguro que Dios no dejará sin castigo vuestra corrupción”.

Aleluya
2 Co 8, 9
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.
V/.   Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre,
        para enriqueceros con su pobreza.   
R/.

EVANGELIO (forma larga)
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 16, 1-13
No podéis servir a Dios y al dinero

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando».
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite”.
Él le dijo:
“Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él contestó:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Palabra del Señor.

EVANGELIO (forma breve)
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 16, 10-13
No podéis servir a Dios y al dinero

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

EL “DIOS” DINERO”       
            El hombre, al dejar el útero de su madre queda en una inseguridad total; toda su vida la pasará buscando dónde agarrarse para sentirse seguro, ahí le sale al paso el dinero que le ofrece toda la seguridad que necesita y se echa en sus brazos, entendiendo que con el dinero lo tiene todo resuelto.
            Y cuando el hombre cae en brazos del dinero, pierde todos los ideales y todos los valores, su alma enferma y deja de pensar en otra cosa que no sea el dinero, con lo que éste se convierte en un auténtico ídolo que desplaza por entero a Dios, por eso Jesús advierte contra el peligro del dinero: “No se puede servir a Dios y al dinero”.
            El que se puso al servicio del dinero ve cómo su corazón es atrapado por la codicia y se convierte en un avaro que goza solo con verlo y la codicia le hará sentir inquieto, porque jamás el corazón se sentirá satisfecho.
            Pero lo peor es que mata todos los sentimientos de solidaridad y te hace insensible al dolor de los demás y ese afán por el dinero (la codicia) será la fuente de un montón de problemas: la envidia, las peleas, los atropellos, las sospechas, las desconfianzas… la corrupción que puede llegar, incluso, a utilizar la religión para hacer chanchullos con el dinero.
            Este es el gran problema del dinero: te sale al encuentro para dar respuesta a una de las necesidades más grandes del hombre: encontrar la seguridad, cosa que solo puede dar Dios y el hombre se pone en actitud de adoración al dinero, como su único dios que le da la solución a todos sus problemas. Pero es la gran mentira, pues el dinero no puede salvar a nadie y al final, la vida entera la perdemos, si es que no nos salvamos y, de hecho, el dinero se queda aquí para seguir siendo fuente de problemas.