De andar por casa.
Estoy seguro que has de
haber escuchado a alguien de estos que van por la vida dándoselas de sabedores,
diciendo quién escribió la Biblia, los evangelios y poniendo en duda todo lo
que hay. Por supuesto, indicando lo que hay que creer y lo que hay que negar…
✠ Lectura del santo Evangelio
según san Lucas. Lc 3, 1-6
Todos verán la salvación de Dios
EN el año decimoquinto del imperio del
emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca
de Galilea, y su hermano Felipe tretarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca
de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios
sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán,
predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está
escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Voz del que grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos;
los valles serán rellenados,
los montes y colinas serán
rebajador;
lo torcido será enderezado,
lo escabroso será camino llano.
Y toda carne verá la salvación de Dios».
Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Con toda seguridad, en la comunidad
debía haber algunos de esos elementos que andan poniendo en duda todo y negando
lo evidente, por eso quiso dejar bien claro dónde, cuándo, y cómo se dieron los
hechos para que nadie pudiera malinterpretar el mensaje.
Juan es hijo de Zacarías, sacerdote
del templo y es interesante saber que, precisamente alguien muy cercano al
templo, se haya rebelado en contra del culto vacío que se está dando y se va al
desierto a predicar la conversión, que es la única actitud que puede valer para
el perdón de los pecados y no el tinglado económico de los sacrificios rituales
de corderos.
Se va a decirle al pueblo que cambie
de actitudes, que hagan una conversión en sus vidas y dejen de andar divididos;
que echen abajo las barreras que han levantado, que allanen los valles que han
abierto y se han distanciado unos de otros; que dejen de complicar la vida y
hacerla imposible de vivir e insoportable; que preparen sus vidas y sus ánimos
para que reine el amor la verdad y la paz entre ellos.
Estas palabras de Juan deberían
escucharse hoy en todos nuestros hogares, en cada uno de nuestros corazones, en
el parlamento de los diputados y en todas las instituciones del mundo,
empezando por la iglesia.