De andar por casa:
Con toda seguridad que has oído y puede
que hasta hayas pronunciado la expresión: “Si fuera verdad lo de Dios, no
permitiría que todo esto ocurriera”. Es que todavía seguimos pensando que Dios
nos castiga, que nos pone a prueba nuestra fe y hasta nos hace daño para ver
cómo reaccionamos.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 9, 11b-17
Comieron todos y se saciaron
«Despide a la gente;
que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida,
porque aquí estamos en descampado».
Él les contestó:
«Dadles vosotros de
comer».
Ellos replicaron:
«No tenemos más que
cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta
gente».
Porque eran unos cinco mil hombres.
Entonces dijo a sus discípulos:
«Haced que se sienten
en grupos de unos cincuenta cada uno».
Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los
cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la
bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que
se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que
les había sobrado: doce cestos de trozos.
Palabra del
Señor.
Jesús pide que se impliquen todos en
la respuesta, que entre todos vean cómo resuelven el problema y la respuesta
que recibe de los apóstoles es la misma
que solemos dar: “Despídelos y que cada uno se las arregle como pueda” pero esa
respuesta no es válida, ese es el camino más fácil: “allá cada uno que se las
arregle con su problema”.
El problema es de todos, por tanto,
la solución ha de ser de todos y para todos y no, que cada uno se las arregle
como pueda, pues eso deja en la cuneta de la vida siempre a los más débiles.
Esto es lo que normalmente hacemos y en estos momentos lo estamos viendo con
una claridad enorme: vivimos una situación crítica y angustiosa que nos está
asfixiando a todos y cada uno vamos por nuestro lado: cada día hay varias
manifestaciones en Madrid cada uno por su lado reivindicando una parte del problema sin querer saber nadie
de lo que le ocurre al vecino y ninguno apoya las reivindicaciones del otro,
sin querer aceptar que el problema de uno afecta a todos y la solución de uno
beneficia a todos.
Jesús rompe esta dinámica de
individualismo e insolidaridad: invita a que todos pongan todo lo que tienen y
el problema se resuelve para todos: hay comida hasta sobrar. Es el milagro del
cambio del corazón que se hace solidario, pero preferimos el mago que se va
sacando palomas de la manga.