Lo peor que le puede ocurrir a una
persona es andar a la deriva sin un objetivo en la vida, girando siempre al
viento que sopla; seguro que has de conocer a alguien de esos que no te puedes
fiar de lo que habla porque hoy te dice una cosa y mañana te sale por lo
contrario… Escucha lo que nos dice Jesús
al respecto:
El que no
renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío
En aquel
tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
—«Si
alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a
sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede
ser discípulo mío.
Quien no
lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así,
¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea
que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los
que miran, diciendo:
"Este
hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar".
¿O qué
rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con
diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no,
cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo
vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor.
Jesús
ha puesto el REINO DE DIOS como valor absoluto y único que va a iluminar y dar
sentido a todo lo que hacemos, de tal forma que todo lo que hacemos o decimos,
a lo que aspiramos en la vida ha de estar orientado a la construcción de la
justicia, la verdad, la libertad, la fraternidad… y todo esto que vamos
haciendo enmarcados en una actitud de amor, da como resultado la paz y la
felicidad que, por otro lado, es el objetivo fundamental de nuestra existencia.
Delante
de esto no se puede poner otra cosa, otro objetivo, otro horizonte… Esta
actitud en pro del Reino es la que ilumina y da sentido a todo lo que hacemos,
decimos o tenemos en la vida; por eso, ni siquiera las cosas más cercanas:
padre, madre, esposo/a, hijos, bienes… han de ponerse delante del Reino; eso
sería como apagar la luz y dejar de disfrutar de la grandeza de la vida.