De andar por casa:
Estoy seguro que has de conocer a
alguien que habiendo tenido razón, las leyes se le fueron en contra y le
amargaron la existencia, mientras que el malhechor fue declarado inocente. Mira
lo que narra Jesús
Dios hará
justicia a sus elegidos que le gritan
En aquel
tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin
desanimarse, les propuso esta parábola:
—«Había
un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la
misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
"Hazme
justicia frente a mi adversario".
Por algún
tiempo se negó, pero después se dijo:
"Aunque
ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando,
le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara"».
Y el
Señor añadió:
—"Fijaos
en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que
le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin
tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la
tierra?".
Palabra del
Señor.
La viuda que pedía
justicia debía tener mucho dinero para pagarse un buen abogado y poder poner
las denuncias una y otra vez hasta que se hubieran aceptado las denuncias y el
juicio se hubiera podido formalizar.
Después, los abogados
hubieran propuesto mil formas de acuerdo antes de llegar al juicio y, entre las
fórmulas, la que más visos de ganar tendría sería aquella que más beneficios
ofreciera al juez.
De ahí que la gente esté
convencida de que la justicia se le hace a quien la paga; y vemos, con todo
descaro, vivir tranquilamente y salir a la calle con su cabeza bien alta, a
gente que todos sabemos han sido unos auténticos ladrones, que han hecho
verdaderas barbaridades, pero han tenido el dinero suficiente para pagarse los
mejores abogados y jueces que los han declarado inocentes.
Jesús hubiera contado
hoy la parábola teniendo en cuenta todos esos detalles para terminar diciendo
lo mismo: “Que Dios no es así, que Dios es la JUSTICIA, con mayúscula, que no se deja vender
ni comprar y que en Él solo pesa la VERDAD y la MISERICORDIA, que no están
reñidas con la Justicia.