II DOMINGO DE CUARESMA.CICCLO A

 

Su rostro resplandecía como el sol
Del Evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se Ies aparecieron Moisés y Elias conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elias».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos». Palabra del Señor.
    En este segundo domingo de Cuaresma nos encontramos a Jesús trasfigurado en el monte Tabor.
    Para nosotros este domingo ha de ser como gotas de agua fresca para encontrarnos con el Maestro en este camino cuaresmal. Experimentar el misterio de la Trasfiguración es experimentar la presencia gloriosa de Dios en nuestras vidas. El camino cuaresmal no termina en el Gólgota sino que se ve culminado en la Resurrección.
       Los mismos apóstoles se admiran de este hecho, por eso exclamaran "Señor, que bien se esta aquí".  Jesús los va preparando para que cuando llegue el momento de la Cruz, se acuerden de lo que han visto y oído, a Jesús glorioso en medio de la Ley y los profetas. Otra vez la voz del Padre manifiesta que este es el Hijo y que solo a Él tienen que escuchar.
     De igual modo le confina a que no cuenten nada hasta que resucite de entre los muertos, ya que aún no están preparados puesto que se tienen que enfrentar con la cruz, no se han encontrado con el Resucitado y no han sido iluminados con la luz del Espíritu.
    Sigamos caminando hacia la Pascua con la ayuda de este encuentro en el Tabor, escuchemos al Hijo y sobre todo experimentemos la cercanía de Cristo para que el nos introduzca en los Misterios que vamos a celebrar y nos haga con la fuerza del Espíritu testigos de su Resurrección..