I CUARESMA. CICLO A

 

Al Señor tu Dios, adoraras y solo a El, darás culto.
Del evangelio de san Mateo.
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»».
Jesús le dijo:
«También está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios»».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto»».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían. 
Palabra del Señor.
    Una vez más nos encontramos con el camino cuaresmal que nos conduce hacia la Pascua. Tiempo de conversión y de gracia. 
      Nos adentramos en el camino de nuestra propia vida, para descubrir en ella a Dios mismo, desde nuestras debilidades y caídas, tentaciones y temores; ante Él se nos descubrirá un camino lleno de esperanza y de gloria.
    Hoy contemplamos a Jesús que se adentra en el desierto para ser tentado, para que que también experimente su humanidad y así lo manifieste al  mundo. Unas tentaciones que también a nosotros nos ayudará a adentrarnos en el desierto particular de cada uno.
    La primera tentación que descubrimos es el "tener", Jesús sintió hambre y el tentador le recuerda que al tenerlo todo puede convertir las piedras en pan y así no tendría que pasar necesidad. Pero, como Él mismo nos dice, no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Nos recuerda que no basta con solo tener, podemos creer que al tenerlo todo no necesitamos de nada, y menos de Dios. Pero tenemos necesidad de Dios para tenerlo todo. Necesitamos el amor, la esperanza, la confianza, todo aquello que viene de Él.
  La segunda tentación se manifiesta en el "poder". En el prologo de San Juan encontramos que todo fue hecho por Él y para Él, es decir, es el Todopoderoso. Jesús se encuentra con el Maligno y este le invita a que manifieste este poder y autoridad  "a sus ángeles ha dado ordenes para que no tropiece tu pie". Cuantas veces nosotros también, le pedimos que manifieste su poder para con nosotros y lo ponemos a prueba. ¡Baja de la cruz y creeremos en ti! le dirán sus contemporáneos. Digamos como san Pablo, "todo lo puedo en aquel que me conforta".
     En la tercera tentación nos encontramos con el "ganar".  La mentalidad del hombre en muchas ocasiones es el ganar siempre a costa de lo que sea. A Jesús se le ofreció todos los reinos con la condición de adorar al Maligno, "todo esto te daré si te postras ante mi". ¿Cuántas veces nos postramos ante otros para conseguir lo que queremos? aunque no nos conduzca a nada. Jesús nos invita a adentrarnos en el pensamiento y la sabiduría de Dios, san Pablo nos dice: "pues conocéis la gracia de nuestro señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza". 
     Descubramos en esta Cuaresma o desierto cuales son nuestras tentaciones para que con la ayuda de Cristo, también nosotros las podamos vencer, puesto que como nos dice el apóstol Pablo "te basta mi gracia, la fuerza se realiza en la debilidad".