VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

Amad a vuestros enemigos.
Del Evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente».
Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: «‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo».
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». Palabra del Señor.
       Este domingo continuamos con la misión de Cristo sobre la Ley, que no vino a abolir sino a darle plenitud. Nos recuerda cual es el camino que tenemos que recorrer, un camino de perfección. "Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" Esa perfección se centra hoy en el prójimo, en el que tenemos más inmediato.
        Todos conocemos el ojo por ojo y diente por diente, tu me la haces, tu me la pagas. Desde la lógica humana puede ser así y muchas veces así lo llevamos a cabo, pero Jesús nos invita a que manifestemos nuestra posición de cristianos, el perdón y la misericordia con el otro. Las acciones del perdón y de la misericordia salen de lo profundo de nuestro corazón, y manifiestan la misma misericordia y la misma compasión que Dios tiene con cada uno de nosotros.
        Esa cercanía con el otro Cristo lo lleva a cabo bajo dos coordenadas, la entrega y el amor. La primera de ellas nos estimula para que no miremos a quien tenemos que hacer el bien, en general a todo aquel que lo necesite aun sabiendo que se ha portado mal con nosotros. La segunda de ella es amar sin condiciones, a todos por igual, bien sabemos que esto es difícil pero así se nos pide. Él lo hizo en la Cruz, dio su vida por nosotros para mostrarnos el camino a seguir.
        En definitiva hemos de parecernos al Padre, pues Él hace salir su sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia a justos e injustos.