V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

        Vosotros sois la luz del mundo
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos». Palabra del Señor.

    El domingo pasado Jesús nos animaba e invitaba a ser felices, compartiendo con los demás nuestra vida por medio de las Bienaventuranzas, poniendo siempre nuestra esperanza en Él.
    Hoy nos da unas claves que nos puede servir para vivir esta felicidad. Por medio de dos elementos que utilizamos a menudo en el día a día, la sal y la luz, Ya sabemos lo que hace cada cosa, la sal da sabor y gusto a las comidas y la luz ilumina en la oscuridad.
    Quiere que seamos sal para dar sentido a todo lo que hacemos, sobre todo saboreando las cosas de Dios, para que otros también lo puedan descubrir. Este descubrir debe de ser por medio de la entrega y servicio a los demás pero sin que lo noten, como la sal. No la vemos pero podemos distinguirla.
    A la misma vez, quiere que seamos luz. La luz no solamente ilumina sino que calienta y da vida al mundo. El Maestro nos dirá en una ocasión "Yo soy la Luz del mundo, quien viene a Mí, nunca más andará en tinieblas". Por lo tanto, nos pide que seamos luz, no para nosotros sino para los demás, "la luz no se mete debajo de un celemín, sino que se pone en alto para que alumbre a todos los de casa",
    Seamos testigos de la luz, para iluminar las oscuridades de los demás, por medio del calor del Espíritu que lo trasforma todo y poder  ser así colaboradores de Jesucristo dando vida en Él.