DOMINGO SOLEMNIDAD SANTÍSIMA TRINIDAD

 

Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Lectura del Evangelio según san Mateo. 
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos». Palabra del Señor.
    Celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, comunidad de amor, un solo Dios manifestado en las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
    San Juan en su primera carta leemos que Dios es amor, por lo tanto quien ama no puede ocultar ese amor y lo manifiesta hacia el exterior. Por eso, Dios en su benevolencia infinita creo todo lo visible e invisible por un acto de amor, en ese mismo amor se revela en la propia creación como Padre  creador. Eso es lo que le sucedió al pueblo de Israel el Dios creador será aquel que velara por ese pueblo elegido como propiedad suya. 
    Él mismo nos enviará al Mesías prometido, su Unigénito para que tengamos vida en Él. Y como nos dirá el apóstol Juan " y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros,,,, y hemos contemplado su gloria, gloria propia del Padre". Jesucristo nos revela el amor del Padre mediante su palabra y hechos. Cuando Felipe le pregunta muéstranos al Padre y nos basta, Jesús le responderá, quien me ha visto a mí a visto al Padre. El Hijo por medio de la muerte en Cruz nos pone en paz con el Padre y nos promete el Espíritu Santo para comunicárnoslo todo.
    Esa promesa se ve cumplida en el día de Pentecostés, el amor y la fuerza de lo alto, se posa en las mentes de los discípulos para convertirlos en testigos y testimonio, `por eso en el evangelio de hoy podemos escuchar el mandato de Cristo, "d, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado."
    Hoy vivimos en el tiempo del Espíritu, el tiempo de la Iglesia, y Cristo se hace presente por medio de su Espíritu para mostrar al mundo el amor del Padre, sabiendo que el Hijo estará como hemos leído en el Evangelio con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. 
    

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS. CICLO B

 

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo.

Del evangelio según san Juan.
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Palabra del Señor.
    La fiesta de Pentecostés es la culminación de todo el tiempo pascual. Las primeras comunidades tenían claro que todo lo que estaba pasando en ellas era obra del Espíritu. Todo lo que había realizado el Espíritu en Jesús, lo estaba realizando ahora en cada uno de ellos y queda reflejado en la idea de Pentecostés. Es el símbolo de la acción del Espíritu a través de Jesús. También para cada uno de nosotros, celebrar la Pascua significa descubrir la presencia en nosotros de Dios-Espíritu.  
    Hoy Jesús cumple su promesa de enviarnos el Espíritu desde el Padre, hoy podemos descubrir su fuerza para el anuncio del Reino.    
    Este domingo las lecturas que se proclaman nos hablan del fruto que tenemos que dar al recibir el Espíritu Santo: ser testigos del resucitado en todas partes y en todo lugar; por lo tanto es el tiempo de la Iglesia, que guiada y sustentada por la fuerza del Espíritu, visibiliza el amor del Dios vivo en medio de nuestro mundo.
    El Santo Espíritu al derramar sus dones y carismas en todo aquel que cree  y se deja inundar por Él va edificando el templo de Cristo como piedras vivas y va siendo consagrado y santificado por la fuerza que viene del Padre y del Hijo.
    Descubramos en nuestro interior los dones y carismas que se nos ha dado para poder decir que Jesús es el Señor y de esta forma hacerlo presente a través de ellos para alabanza y gloria de Dios Padre.

VII DOMINGO DE PASCUA. CICLO B. SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN

 

Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. Palabra del Señor.
    Celebramos la solemnidad de la Ascensión, Jesús resucitado vuelve a casa para sentarse a la derecha del Padre. Sus discípulos ya no lo verán como antes, ya será la fe quien lo hará presente en medio del mundo gracias al Espíritu Santo.
    A lo largo de toda esta semana los evangelios de cada día nos han ido preparando para este acontecimiento. Pero qué encontramos en el evangelio de hoy. Nos encontramos que Jesús invita a los discípulos, a nosotros mismos, a seguir con su obra de salvación, nos hace testigos del amor del Padre hacia a Él, amor que llega hasta nosotros en toda su plenitud a través de los sacramentos, en este momento por medio de la proclamación del Evangelio y del Bautismo.
    Nos invita a renovar y fortalecer nuestra misma fe en Él, a través de los signos que nos da, "a los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos»", los sacramentos son esos signos por los cuales Él se hace presente y nosotros lo podemos descubrir en medio de la comunidad.
    Nos invita a coger su legado que no es otro sino nuestra propia historia de Salvación que Él nos ofrece cada día a cada uno de nosotros y mostrarlo al mundo.
    Nos invita a confiar en Él en todo momento, "el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban". Que este domingo nos llene de una alegría inmensa porque el Señor estará siempre con nosotros hasta el fin del mundo.

VI SEMANA DEL TIEMPO PASCUAL. CICLO

 

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Lectura del Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros». Palabra del Señor,
    Poco a poco vamos caminando hacia el final de la Pascua a la espera de nuevo Pentecostés, el domingo que viene celebraremos la Ascensión del Señor. Hoy las lecturas, el evangelio sobre todo, nos habla del ser de Dios hacia nosotros, como nos dice el Apóstol Juan, Dios es amor.
    Jesús  nos invita a vivir y permaneced en ese amor, como Él mismo lo hizo en el Padre. Un amor tan inmenso que nos sumerge en la alegría del mismo Resucitado, "para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud".
    El amor del Padre por medio de Cristo nos liberaliza, arrancándonos de la esclavitud de pecado, haciéndonos hijos en el Hijo. por pura gratuidad por parte de Dios "que nos eligió en la persona de Cristo, antes de la creación del mundo" como nos dice el apóstol Pablo. Desde la adhesión a Cristo somos constituidos instrumentos de Dios para dar fruto y por esos frutos manifestemos el amor del Padre.
    Ojala experimentemos dentro de nosotros la vida en Dios para que como María podamos entonar el cántico del Magnificat, "porque el Poderoso ha hecho obras grandes en Mí".