XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

 "Rabbuní", haz que recobre la vista

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».
Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más:
«Hijo de David, ten compasión de mí».
Jesús se detuvo y dijo:
«Llamadlo».
Llamaron al ciego, diciéndole:
«Ánimo, levántate, que te llama».
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
«¿Qué quieres que te haga?».
El ciego le contestó:
«"Rabbuní", que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Anda, tu fe te ha salvado».
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. Palabra del Señor.
    Hoy descubrimos a Jesús dando vista a un ciego que estaba al borde del camino. Es bien conocido que a lo largo de la vida del Maestro son muchos los acontecimientos que se desarrollan en el camino. Las instrucciones a sus discípulos, los anuncios de la Pasión, etc.
    ¿Quiénes están al borde del camino? Todos aquellos alejados de la sociedad, en este caso el ciego Bartimeo, que oyendo que va a pasar ceca de él Jesús, lo llama el Hijo de David, es decir, lo reconoce como el Mesías. Jesús, lleno de misericordia y compasión, lo llama y le pregunta qué desea, y Bartimeo le pide la curación de su ceguera,  y es por su fe  como queda curado. 
    A nosotros se nos invita también a descubrirlo en el camino de la vida, aún sabiendo que estamos llenos de cegueras que en muchas ocasiones no nos dejan reconocerlo. Hoy, como a Bartimeo, nos pregunta también a nosotros ¿qué quieres que  haga por ti?
    Y al igual que a Bartimeo también se nos pide la fe, el don del Bautismo, por medio de ella podremos adherirnos a Jesús para ser liberados de todas las esclavitudes que nos atan en nuestra vida. Dejemos que Él actúe en nosotros porque continuamente nos está llamando a la misión, a caminar junto a El, dejemos que la luz de su Espíritu entre en nuestros corazones y así podamos recobrar la vista y seguirle como el ciego Bartimeo.
       

XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 


El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
«Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».
Les preguntó:
«¿Qué queréis que haga por vosotros?».
Contestaron:
«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».
Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».
Contestaron:
«Podemos».
Jesús les dijo:
«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, llamándolos, les dijo:
«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos». Palabra del Señor.
    Parece que a lo largo de estos domingos Jesús nos ha ido invitando a su seguimiento y el modo de hacerlo. El domingo pasado Pedro le pregunta a Jesús qué ganaba con seguirle. Hoy Juan y Santiago le piden a Jesús que los sienten en su reino uno a su derecha y el otro a su izquierda. La respuesta de Jesús es rotunda "no sabéis lo que pedís".
    Otra vez nos encontramos con el poder y la autoridad que viene de ser el primero y el más importante de nuestra sociedad. Hoy el Maestro nos advierte de eso mismo, él no ha venido sino a servir y dar la vida en rescate por muchos.
    El verdadero modelo de Jesús, no gobierna, no impone, no domina ni controla. No ambiciona ningún poder. No se arroga títulos honoríficos, No busca su propio interés. Lo suyo es "servir" y "dar la vida". Por eso es el primero y más grande.
    El camino que nos ofrece el Maestro es el camino que nace del amor sincero  entregado, el camino que día a día nos va señalado el Espíritu para que vayamos manifestando a Jesucristo en medio de nuestro mundo lacerado por tanto obstáculos que muchas veces no nos dejan ver la voluntad de Dios.
    Seamos testigos del Resucitado en todo lugar y tiempo para que podamos preparar el banquete del Reino como nos dice el lema de este domingo del Domund.

XXVII DOMINO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos. Palabra de Señor.
    Cuando nos acercamos a la Palabra de este domingo, nos encontramos con algo que está  en la actualidad a la orden del día. El tema del divorcio y el repudio en aquel tiempo también se daba como descubrimos en el Evangelio y era primordial  para los judíos y tanto es así, que incluso los discípulos después a solas vuelven a preguntarle a Jesús.
        En tiempo de Jesús el matrimonio era un contrato entre familias. Ni el amor ni los novios tenían nada que ver en el asunto. La mujer pasaba de ser propiedad del padre a ser propiedad del marido. El divorcio era renunciar a una propiedad que solo podía hacer el propietario, el marido. No debemos pretender encontrar respuestas a los problemas del matrimonio de hoy en soluciones que se dieron hace dos mil años. Las relaciones matrimoniales y familiares han cambiado drásticamente y necesitan soluciones nuevas.
    La respuesta de Jesús es clara: "por vuestra terquedad Moisés permitió dar acta de repudio", pero Él va mucho más lejos, dignifica tanto al hombre como a la mujer como obra y creación de Dios, por lo tanto, rompe los esquemas de ver a la mujer como un objeto en todos los sentidos y la eleva al mismo nivel que al hombre.
    Jesús busca acabar con esta idea para centralizarla en el amor mutuo y en la fidelidad constante, solo desde esta clave la unión del hombre y la mujer puede dar sentido al amor conyugal y a la familia,
     La radicalidad de Cristo en este tema es acabar con el sentido de ver a la mujer con inferioridad, como moneda de cambio para quien propicia el divorcio para casarse nuevamente Él nos dice que comete adulterio, no es licito y por lo tanto aunque se este cumpliendo con la ley de Moisés no es lo que Dios quiere. 
    Pidamos a la Sagrada Familia de Nazaret por todas nuestras familias, por los matrimonio que pasan dificultad para que seamos capaces de vivir en unidad y así podamos dar sentido al matrimonio y a la familia.