XXVII DOMINO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos. Palabra de Señor.
    Cuando nos acercamos a la Palabra de este domingo, nos encontramos con algo que está  en la actualidad a la orden del día. El tema del divorcio y el repudio en aquel tiempo también se daba como descubrimos en el Evangelio y era primordial  para los judíos y tanto es así, que incluso los discípulos después a solas vuelven a preguntarle a Jesús.
        En tiempo de Jesús el matrimonio era un contrato entre familias. Ni el amor ni los novios tenían nada que ver en el asunto. La mujer pasaba de ser propiedad del padre a ser propiedad del marido. El divorcio era renunciar a una propiedad que solo podía hacer el propietario, el marido. No debemos pretender encontrar respuestas a los problemas del matrimonio de hoy en soluciones que se dieron hace dos mil años. Las relaciones matrimoniales y familiares han cambiado drásticamente y necesitan soluciones nuevas.
    La respuesta de Jesús es clara: "por vuestra terquedad Moisés permitió dar acta de repudio", pero Él va mucho más lejos, dignifica tanto al hombre como a la mujer como obra y creación de Dios, por lo tanto, rompe los esquemas de ver a la mujer como un objeto en todos los sentidos y la eleva al mismo nivel que al hombre.
    Jesús busca acabar con esta idea para centralizarla en el amor mutuo y en la fidelidad constante, solo desde esta clave la unión del hombre y la mujer puede dar sentido al amor conyugal y a la familia,
     La radicalidad de Cristo en este tema es acabar con el sentido de ver a la mujer con inferioridad, como moneda de cambio para quien propicia el divorcio para casarse nuevamente Él nos dice que comete adulterio, no es licito y por lo tanto aunque se este cumpliendo con la ley de Moisés no es lo que Dios quiere. 
    Pidamos a la Sagrada Familia de Nazaret por todas nuestras familias, por los matrimonio que pasan dificultad para que seamos capaces de vivir en unidad y así podamos dar sentido al matrimonio y a la familia.