Bienaventurados los pobres. Ay de vosotros, los ricos.
Del evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas». Palabra del Señor.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas». Palabra del Señor.
Después de sentirnos invitados al seguimiento de Cristo, como a Pedro el domingo pasado. Hoy nos invita a recorrer este camino pero de qué manera.
Nos encontramos con las Bienaventuranzas proclamas por Jesús en el llano, un camino de vida que nos ofrece Cristo para llegar hasta a Él. ¿Cómo podemos entenderlas? Si tenemos en cuenta la primera lectura de este domingo nos invita a entenderlas desde la confianza, "bendito el que pone toda su confianza en el Señor". Desde lo humano no encontramos sentido alguno a ellas, pues a lo que nos invita vivir, es lo contrario a lo que nos ofrece el mundo.
Si lo hacemos desde la esperanza del Resucitado como nos dice el apóstol Pablo en la segunda lectura, nuestro caminar según las Bienaventuranzas se convierten en caminos de pobreza, humildad, compasión, ternura, ayudados por todos los dones que el Espíritu nos otorga para vivir este camino que nos ofrece Cristo para ir a su encuentro.
Estemos atentos a los signos que Él nos da para que podamos adentrarnos en su amor, sentirnos bienaventurados, felices, porque Él va delante de nosotros para guiarnos y darnos los dones necesarios para llegar al Reino de los cielos.