DOMINGO - III - de ADVIENTO - C-

PRIMERA LECTURA


Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14 18a
El Señor se alegra con júbilo en ti

Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén:«No temas, Sión, no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva.
Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.»
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN


“LLAMADOS A ACELERAR EL CAMBIO”

Sofonías vive unos años antes que Jeremías, durante el reinado de Manasés, un rey idólatra y violento que se convierte en una auténtica pesadilla para el pueblo en el que llega a generalizarse un deseo y un sentir común: que Dios meta su mano y ponga freno a todo lo que están sufriendo.
El profeta, ante este deseo tan fuerte muestra su seguridad de que Dios no se va a hacer el sordo a los gritos del pueblo y ese deseo lo interpreta como un signo de esperanza.
Sofonías invita a levantarse, a no quedarse pasivos en un lamento, sino a meterle ilusión a la vida y empezar a hacer todos lo que están deseando; hay que llenar la vida de alegría, de esperanza y de entusiasmo… porque Dios se compromete con esa actitud positiva del hombre y está dispuesto a olvidarlo todo; Él goza y se complace con la alegría de su pueblo.
La base de esta alegría y esperanza es la seguridad que tenemos de que Dios no falla, Él es fiel y vive con su pueblo.
Es en este texto donde S. Lucas, años después se inspira para escribir la anunciación de la Virgen indicándole la gran alegría de que Dios no se ha olvidado de su pueblo y ella es la elegida para presentar esta gran noticia de alegría.
El mensaje de Sofonías hoy, es como un eco que resuena en nuestros días ante una situación muy parecida y un deseo de cambio por parte de la mayoría del pueblo, pedro ese deseo de cambio solo se convierte en esperanza el momento en que empezamos a construir aquello que deseamos; si esperamos que “Manasés” nos lo construya no seremos más que un atajo de ilusos y estúpidos que morirán en el engaño.


Salmo responsorial Is 12, 2 3. 4bcd. 5 6 (R.: 6)

R. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.”
El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R.
R. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.”
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.
R. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.”
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» R.
R. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.”

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 4 7
El Señor está cerca

Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo.
El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“DIOS CAMINA CON SU PUEBLO”

Pablo Vive en la certeza de la presencia de Dios en su iglesia, el Espíritu de Jesús vive y mueve todo, ¿A quién temer, entonces? “¡Que nada os angustie!
No se trata de establecer una actitud de optimismo en la vida sin fundamento; la alegría de Pablo en la vida está justificada y apoyada en la presencia viva de Jesús en medio de su iglesia; no se trata, pues, de un sentimiento particular, sino de una realidad palpable: Dios se ha puesto al lado del hombre y camina con su pueblo. La historia del hombre se ha convertido en lugar de encuentro de Dios y en apoyo de su esperanza.
El apoyo de la alegría y de la esperanza está justamente en esto: Dios camina con su pueblo y vivir en esta dimensión es vivir bajo el signo de la paz, por la seguridad que nos da su presencia, pero esto no quiere decir que vayan a desaparecer los problemas, al contrario, probablemente arrecien ya que el mal no soportará que alguien le haga frente.
Quizás el miedo que muchas veces se apodera de los cristianos, la desidia, el desánimo, la apatía y las ganas de tirar la toalla no es más que la manifestación de esta falta de confianza y de fe en las que hemos caído al pensar que Dios ha desaparecido de nuestro camino.


Aleluya Lc 4, 18

El Espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.


EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 3, 10 18
¿Qué hacemos nosotros?

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: -“¿Entonces, qué hacemos?”
Él contestó:
-“El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.”
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: -“Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”
Él les contestó: -“No exijáis más de lo establecido.”
Unos militares le preguntaron: -¿Qué hacemos nosotros?”
Él les contestó:
-“No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.”
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: -“Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.”
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES”

La actitud de alegría que pide Pablo para los filipenses (Fil. 44,4-7), la esperanza de Sofonías (3,14) se concretizan en el discurso de Juan Bautista: no se trata de esperar que nos den las cosas hechas, no se trata de fundar una esperanza de que Dios venga a arreglarme lo que cada día yo rompo, sino de ir construyendo lo que deseo y espero gozar, es emplear mi vida a fondo en aquello que espero gozar.
La gente está harta de oír discursos, hoy mismo acaban de concluir la cumbre de Copenhague y nadie cree en lo que allí se ha dicho pues es repetir lo de siempre, ya lo conocemos lo que hacen… pero todos estamos deseando un cambio, pero… ¿Qué hacer? Es la misma pregunta que le hacían a Juan. Pero vemos que se está dando un fenómeno curioso: se reúnen grandes multitudes, se hacen grandes simposios, se toman grandes acuerdos, se hacen grandes declaraciones de principios, todo “a lo grande”, pero parece que después nadie se da por aludido, nadie cree que es a él a quien se le dirige el mensaje y todos escurrimos el bulto y lo pasamos para que se lo apliquen otros.
Y, claro está, si cada uno no coge lo que le toca y empieza a llevarlo a la práctica y espera que los demás lo hagan para meterse a la fuerza, esto no cambiará jamás.
Uno de los grandes problemas que tenemos en la iglesia los cristianos es éste: hemos dado por supuestas muchas cosas, entre ellas la conversión y cada uno nos sentimos el mejor y con capacidad para juzgar a los demás, son ellos los que tienen que cambiar, los que tienen que hacer las cosas.
Otra de las cosas que hemos hecho es desligar la vida de las creencias y nos preocupamos mucho de la “doctrina”, de que nadie vaya a decir un disparate, pero no nos asustamos cuando vemos que se hace: una religiosidad vacía de práctica y llena de fórmulas y de ritos.
Cuando le preguntan a Juan qué es lo que tienen que hacer responde claro y directo: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.” A unos publicanos que le preguntaron, les contestó: “No exijáis más de lo establecido.” Y a los militares les dijo: “No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.”. Juan lo tiene bien claro y sus respuestas son válidas también hoy para nosotros: La única forma de preparar el camino al Señor es cambiando la injusticia por solidaridad, la mentira y la corrupción por la verdad y el respeto.
En un momento de crisis como la que tenemos estoy seguro que si le hubiéramos preguntado a Juan qué hacer para salir de ella, hubiera respondido: “Todo lo que le habéis robado al pueblo devolvédselo y veréis como todo vuelve a su sitio”
Pero no, preferimos andar en otras cosas, hacer grandes montajes y volver a nuestra rutina oyendo por un oído y dejando que salga por otro.