DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO -A-


Lectura del profeta Malaquías 1,14b‑2,2b.8‑10
Os apartasteis del camino y habéis hecho tropezar a muchos en la ley

"Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones ‑dice el Señor de los ejércitos ‑. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre ‑dice el Señor de los ejércitos ‑, os enviaré mi maldición. Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi alianza con Leví ‑dice el Señor de los ejércitos ‑. Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?"
Palabra De Dios


REFLEXIÓN

“¿Y NO LLEVARÁN RAZÓN?”

            Al escuchar al profeta Malaquías no puedo evitar tener también presente a Jesús en el enfrentamiento que mantiene con los fariseos y los maestros de la ley. Tanto Malaquías como Jesús se enfrentan abiertamente con la práctica que se está llevando: un ritualismo muy bien hecho pero vacío completamente: lo que se celebra no responde a lo que se hace, más bien, lo que se hace escandaliza cuando se celebra.
            La postura de Malaquías coincide con la de todos los profetas y Jesús con todos ellos.
            Los sacerdotes se han empecinado y no quieren reconocer que no se puede uno asentar en una postura como la que tienen: ellos ocupan un cargo  ante la comunidad y se creen con derecho a convertirse en jueces de los demás echándoles en cara sus faltas y rasgándose las vestiduras cuando alguien les dice que se apliquen el cuento y lo consideran una falta de respeto y una ofensa intolerable. Y no quieren aceptar que tienen un deber fundamental de  de mirarse ante el espejo del evangelio dejándose interpelar por él y que no hacerlo es la peor falta de respeto al pueblo y al mismo Dios
Recuerdo que me llamaron a dar una conferencia sobre la droga y arremetí fortísimo contra el consumo de ella y expliqué con toda amplitud de detalles el por qué se dejaba una persona arrastrar por la droga y cómo podría salir de ella.
Al día siguiente, cuando me senté delante de mi máquina de escribir, fui a encender  un cigarrillo y no tenía. Me dije: “luego más tarde salgo, compro y de paso me todo un café”. Cuando llegaron las 11 de la mañana había rebuscado en todo el edificio donde trabajaba en todas las papeleras para ver si encontraba siquiera una colilla y en las cuatro horas no había podido escribir ni una sola línea.
En la desesperación me di cuenta que estaba completamente enganchado y sentí una vergüenza terrible al recordar todo lo que había dicho la tarde anterior a más de cien personas que me escucharon. Desde entonces no he vuelto a ponerme un cigarrillo en mis labios, hace más de 20 años y me fumaba 4 cajetillas diarias.
Ahora tampoco puedo evitar el preguntarme: ¿Qué ha pasado para que la gente haya cogido el rebote que tiene contra la iglesia? ¿No será que nos acomodamos en una situación mientras le venimos exigiendo a la gente que salga de donde nosotros estamos instalados?


Salmo responsorial: 130

Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso, /
ni mis ojos altaneros; /
no pretendo grandezas /
que superan mi capacidad.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor
Sino que acallo y modero mis deseos, /
como un niño en brazos de su madre.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor
Espere Israel en el Señor /
 ahora y por siempre.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor


Lectura de la 1ª carta del apóstol S. Pablo a los Tesalonicenses 2,7b‑9.13
Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas

Hermanos: Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Ésta es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.
Palabra De Dios


REFLEXIÓN

“EL MEJOR TESTIMONIO ES LA VIDA  
            Pablo se dirige a los  cristianos de la comunidad de Tesalónicas no como el maestro o el juez para recordarles normas o para reprocharles sus fallos, sino para expresarles todo el cariño que les tiene comparable a la figura entrañable de una madre: él los ha engendrado en la fe y los lleva clavados en lo más hondo de su alma y no tiene dificultad en decírselo y es únicamente desde ahí desde donde se pueden decir las cosas tanto para alabar como para corregir.
            Por eso, Pablo invita a los tesalonicenses a que recuerden, no los sermones que les ha predicado ni todo lo que les ha aconsejado o les ha  reprochado, sino que recuerden cómo ha vivido él el tiempo que ha estado con ellos, eso es lo que hace creíble lo que les ha dicho: su ejemplo personal. Aunque también les deja claro que si él ha podido vivir en esa coherencia ha sido por la fuerza del Espíritu del Señor que le  sostiene, pues él, como cualquiera es tan débil que no sería capaz de sostenerse.
            Lo que Pablo les ha dado no es una teoría, ni una ley ni un consejo, sino lo más preciado que tiene: es su propia vida.
            Esta imagen es valiosísima y no deja de ser un referente para todos nosotros sacerdotes, maestros, padres de familia o personas implicadas en el servicio de la comunidad: ¿Qué es lo que damos a la comunidad? ¿Cómo lo damos? ¿Qué buscamos? ¿Desde qué óptica lo damos?


Lectura del santo evangelio según S. Mateo  23,1‑12
No hacen lo que dicen

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

REFLEXIÓN

“ABRIR LOS OJOS CON LA VERDAD”   
            S. Mateo describe la el momento en que Jesús sube a Jerusalén, donde una gran multitud de judíos ha ido –lo mismo que Él- para celebrar la Pascua.
            Por estos días, Jerusalén está llena de personas sencillas, con un gran respeto a Dios y a la ley y, por tanto, a todos los representantes de ella.
            Jesús observa y ve lo que allí está pasando: aquellos doctores de la ley están abusando del pueblo sencillo aprovechándose de su cargo y toma una postura valiente enfrentándose a ellos, de la misma manera que en otro tiempo hiciera el profeta Malaquías. Lo hace delante del pueblo para que todos caigan en la cuenta de lo equivocados que están y de lo superficiales que son.
            De paso, se dirige a la gente para que tengan ideas claras y no se dejen embaucar, llevando la ley con un buen espíritu y no adulterándola, como están haciendo los representantes de ella.
            S. Mateo demuestra ser un gran conocedor del ambiente, pues habla de todo sin dar más explicaciones, como suponiendo que todo el mundo lo conoce, y, así habla de:
-“La Cátedra de Moisés”: No se trata de un gran sillón de un magistrado, sino la forma de ejercer el ministerio de enseñar, que incluso tuvo Moisés y todos los grandes de Israel; esta cátedra  consiste en ponerse sobre un lugar elevado por encima del pueblo que lo escucha  sentado.
-“Las Filacterias”: A estos señores les gustaba que todo el mundo supiera que ellos eran perfectos cumplidores de la ley; estas “Filacterias” eran unos pequeños estuches que contenían escrito lo fundamental de la ley y que ya en Ex. 13, 9-16 se dice que las llevaran atadas en el brazo y en la frente. Ellos, en las horas punta de la oración, cuando más gente había, les gustaba presentarse con estos estuches de piel negra, aumentados de volumen y con cintas llamativas, para jactarse ante todos.
-“Las Borlas”: Son unas borlas que se colocaban en  las puntas del manto, en señal de preeminencia y ellos, incluso, las agrandaban para que se notara más.
-“Los Saludos”: Siguiendo esta línea, son amantes de ostentosos saludos ante el público, con un gesto ostentoso de la mano al dársela a la gente y ponérsela en el corazón o en la boca de los fieles.
- “Rabbí”: Disfrutan escuchando esta palabra en boca de los fieles, pues les hace sentirse en el corazón de la gente. “Rabbí” significa “Maestro”; ellos se sienten los guías espirituales del pueblo.
            Jesús ve todo esto y no puede aguantar el abuso que están cometiendo, basados en la buena voluntad de la gente y se lanza a abrirle los ojos al pueblo, pues ve cómo se aprovechan de todo esto y hacen nefastas interpretaciones de la ley, que después obligan a cumplir al pueblo, mientras que ellos no hacen sino presentar su escaparate.
            Jesús no se opone a que haya maestros de la ley, ni a la ley misma, sino a la conducta que los fariseos llevan, pues solo buscan su vanagloria y su seguridad.
            “haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente:”
            Entonces, pasa a enseñarles la verdadera postura: no se trata de quitar los cargos, sino de no usar esos cargos para gloria personal; no somos en la tierra ni “maestros”, ni  “Padres”, ni “Preceptores”… sino todos hijos de un mismo Padre, aunque eso no quita que en la vida tengamos que ejercer todas esas  funciones, pero entre hermanos, aquel que se enaltece y se aprovecha de su situación, es un falso y será humillado, mientras que el que lo ejerce con sentido y con amor, cuanto más grande sea su puesto, más dispuesto estará para los demás y, por tanto,  más ensalzado será por nuestro padre que está en los cielos