DOMINGO -VI- DEL TIEMPO ORDINARIO -B-


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Levítico 13, 1‑2. 44‑46
El leproso tendrá su morada fuera del campamento

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
—«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.
El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

 “LA LEPRA DE LA LEY”  
            Cuando hoy leemos estos códigos que nos traen el libro del Levítico, del Éxodo o del Deuteronomio, nos quedamos impactados y automáticamente  decimos que nosotros no haríamos ninguna de las cosas que ahí se estipulan, pero no podemos perder de vista que nosotros vivimos en una sociedad que ha superado un montón de tabúes y de esquemas tradicionales, que se ha cortado con la mentalidad sacralista y se ha secularizado todo hasta el punto que el tema de lo sagrado y lo religioso le hemos perdido el miedo y no nos condiciona para nada.
            Pero en la sociedad israelita no eran las cosas así y Dios estaba presente constantemente en la vida del hombre y la mentalidad sacralizada lo invadía todo pues Dios era el que lo movía todo.
            Hoy nos presenta la liturgia un pasaje del libro del Levítico donde se establecen las normas y las leyes contra una enfermedad: la LEPRA y contra toda enfermedad de la piel que tenga que ver algo con la sangre, con la putrefacción, con los despojos… (todo eso está considerado dentro del ámbito de la lepra) y todo eso es una imagen y expresión de la muerte.
            Esta enfermedad era considerada como incurable y era consecuencia de un pecado gravísimo contra Dios que era el que la imponía como castigo, por tanto, era algo severamente repudiado y cualquiera que entrara en contacto con algo así, quedaba impuro y excluido de la sociedad y de la religión, no podría presentarse en ningún sitio. Para poder reintegrarse, como era un castigo directamente puesto por Dios, solo Dios podía restituir la curación (Núm. 12,11-15; IReg.5,9. 11) y se necesitaba un ritual enfarragoso para poder recuperar la pureza y la reinserción social.
            El leproso era expulsado de la ciudad y tenía terminantemente prohibido acercarse a las murallas bajo pena de muerte; tampoco podía acercarse a la gente y debía ir gritando por donde pasaba para que la gente se retirara; debía llevar la cabeza y el rostro tapado; todo lo que tocaba quedaba impuro y maldito. Contraer la lepra era convertirse en un muerto en vida; el leproso era considerado un deshecho humano que había perdido toda su dignidad y el favor de Dios.
            Es impresionante ver cómo la ley puede imponerse sobre la persona y convertirla en un deshecho humano o en un “dios”.
            De la misma manera es curioso ver cómo la ley pasa por encima de la persona y también por encima de otras “lepras” mucho peores y peligrosas que hacen muchísimo más daño a la humanidad y son realmente despreciables para Dios y, en cambio, gozan del beneplácito de la ley  y de la aceptación social.


Salmo responsorial Sal 31, 1‑2. 5. 11 (R/: cf. 7)
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. R/.
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito; propuse:
«Confesaré al Señor mi culpa»
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado R/.
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 31‑11, 1
Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo
Hermanos:
Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi  parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para  que se salven.
Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

 “EL RESPETO, POR ENCIMA DE TODO  
            S. Pablo aparece de nuevo dando  solución a un conflicto que surge dentro de la comunidad. En todos estos días  viene dando toda una serie de consejos prácticos para la buena marcha de la comunidad: podemos recordar todo lo que nos decía el domingo anterior sobre la retribución al presbítero dentro de la comunidad.
            Hoy aparece dando algunos consejos para la convivencia elemental, pero que tienen un valor universal: la comprensión y el respeto a los más débiles.
            En Corinto hay cristianos que han puesto la fe o el acento en unas cuantas normas intranscendentes, como era el no comer carne sacrificada a los dioses, que vendían en el mercado y se escandalizaban de cómo otros que comprendían el valor auténtico de la respuesta a Dios, no se hacían problema de estos detalles y, en cambio, a ellos les grababan la conciencia.
            Sin embargo, aunque éstos apuntaban certeros, y llevaban la razón, estaban cometiendo el gran error de creerse superiores y despreciar a los de conciencia débil.
            No es posible dar gloria a Dios, si no se parte de una base de comprensión y respeto de la conciencia de los demás, aunque no lleven razón.
            No obstante, a pesar de respetar,  opina que la verdad debe resplandecer por encima de todo, por eso, él da su opinión sobre el tema: para él, basándose en lo que dijo Jesús, las cosas no son puras o impuras, como si la realidad material estuviera mal hecha y fuera la causante de las impurezas de los hombres, de forma que los haga buenos o malos, porque si eso es así, entonces, las cosas creadas serían más importantes que el hombre.
            Pablo deja claro que la realidad es buena, es el hombre quien la hace mala. A pesar de todo, él procura evitar los malos ratos que su visión clara del tema pueda ocasionar a aquellos que no lo ven así.
            ¡¡Cuánto bien nos haría tener esto claro y aceptar esta norma de conducta entre nosotros!!

Aleluya Lc 7, 16
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 40‑45
La lepra se le quitó, y quedó limpio

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
‑«Si quieres, pareces limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
—«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
—«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús  ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así  acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

 “SOSPECHOSO DE IMPUREZA”  

         En tiempo de Jesús existía una mentalidad legalista impresionante, por tanto, la situación social, sicológica, moral, económica y religiosa de los leprosos era tremenda.
            Jesús, siguiendo su actitud característica, no puede aceptar que  alguien sea echado a la cuneta de la vida y no se le de la posibilidad de levantarse, aunque todos las leyes lo determinen que así sea.
            Él sabe perfectamente que eso no lo quiere ni lo tolera el Padre, aunque sea legal entre los hombres, entonces hace una serie de gestos para que se den cuenta que eso no se puede mantener, que tienen que cambiar la forma de ver las cosas, pues ha llegado un orden nuevo en el que esa mentalidad legalista y opresora ya no cabe en él, es algo que ha pasado y no se puede mantener: Dios no está en la actitud que ellos creen.
            Para hacer ver lo que está diciendo, hace algunos gestos que son llamativos:
1º- Expulsa un demonio un sábado en la sinagoga de Cafarnaúm, con lo que se impone sobre la ley que prohíbe curar en sábado; pero además, se impone sobre el mismo demonio, hasta el punto que la gente se queda admirada y se pregunta: “¿De dónde le viene esta autoridad que se impone sobre la ley y sobre los demonios? De ahí que algunos interpretaran que era jefe de demonios. (Mc. 1,27)
                        2º-Jesús cura a la suegra de Pedro y la levanta de la postración en la que vive, incorporándose al servicio: Jesús es capaz de transformar  a la persona estancada en situaciones de postración por ideologías y desesperanzas.
                        3º-cura a todos los enfermos que “están a la puerta”, es decir: fuera, excluidos. Es en la puerta de la ciudad en donde se hacen los juicios, donde se exponen las normas y avisos importantes que hay que cumplir dentro. Jesús se atribuye la autoridad para romper esa norma y dar entrada a todos.
            El encuentro con el leproso es interesante: el leproso se acerca a Jesús, cosa que tenía prohibido bajo pena de muerte, pero la misma cosa hace Jesús.
            El leproso tiene conciencia que lo que le aqueja es un grave castigo de Dios y que solo Él lo puede librar; se acerca a Jesús y le dice: “Si tú quieres, puedes limpiarme”. La restauración de su dignidad solo la puede hacer Dios.
            Ante esta petición y, viendo Jesús la situación de la persona, se conmueve y rompe la norma establecida: se acerca a él, le da la mano y le dice: “Quiero, queda limpio”.
            Jesús le pide que no diga nada, pero que vaya y cumpla lo que hay establecido en la ley para recuperar de nuevo su “ciudadanía”.
            El leproso no puede callar lo que le ha ocurrido y se convierte no en un reinsertado, sino en un apóstol y un evangelizador.
            Es curioso lo que dice el evangelio: Jesús congrega a la gente fuera de la ciudad, en los campos, en lugares desiertos, pues donde se puede expresar con más libertad con los enfermos y con todos los marginados del pueblo pues “no se podía manifestar en público” precisamente por ser considerado sospechosos de impureza por tratar con toda esta gente.