DOMINGO -V- DEL TIEMPO ORDINARIO -B-


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Job 7, 1‑4. 6‑7
Mis días se consumen sin esperanza

Habló Job, diciendo:
—«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero; 
Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario.
Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el  alba.
Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.» 
Palabra de Dios


“UNA PREGUNTA SIN RESPUESTA”   
            Hay situaciones que, por más vueltas que le damos, no llegamos ni a entenderlas ni a aceptarlas: el hecho de que confesemos que Dios es un padre amoroso que cuida de sus hijos y no quiere el sufrimiento de nadie, un Dios que es AMOR; por otro lado confesamos también que Dios es todo poderoso y que en sus manos está el destino del universo… ¿Cómo compaginar esta fe con el hecho de  que millones de seres inocentes mueran por la guerra o por el hambre o se les asesine en el vientre de su madre y Él calle y deje que eso ocurra? ¿Cómo encajar que el hombre honrado e inocente sufra mientras el criminal, el ladrón, el delincuente, triunfe y ande tan tranquilo por la vida? Es el problema y la pregunta que todos los siglos se viene haciendo el ser humano y que no llega a encajar por más explicaciones que se dan.
            Job se hace el mismo planteamiento, es más, sus amigos llegan a refregarle en la cara que  su situación se tiene que deber a algo que ha hecho mal. Job revisa su vida, sus actitudes y su forma de actuar y no encuentra motivos por los que Dios lo esté castigando y concluye que esa mentalidad que se tiene no es correcta, su situación ha de deberse a que la realidad es de otra manera: aquí estamos para cumplir un servicio y lo importante es cumplirlo; la situación que nos encontramos, depende de las leyes naturales que rigen el mundo, pero eso no ha de contar a la hora de rendir cuentas, sino que ha de pesar el esfuerzo que hayamos hecho y la intención que le hayamos puesto, eso es lo que va a hacer que nuestro salario sea grande: “—«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero;… que aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga….»  Lo que va a contar delante de Dios no va a ser lo que haya hecho, sino cómo lo hice y cómo cumplí la misión que se me dio.
            El problema sigue teniendo actualidad y la pregunta sigue teniendo una fuerza enorme en todos los hombres, también la respuesta sigue siendo válida para nuestros días, respuesta que quedó perfectamente asumida por el mismo Jesús: teniéndolo todo en sus manos, se sometió a todas las leyes que rigen la realidad humana llegando, incluso a la muerte de la forma más escandalosa y contradictoria que las leyes humanas puedan establecer. Tampoco Él se puso a dar una explicación del sentido del dolor; da por supuesto que esta es una realidad humana evidente que no tiene explicación; simplemente se enfrentó a él y nos enseñó a superarlo indicándonos que en la vida es lo que nos encontramos a diario y no podemos estar huyendo, hemos de pasar por él porque detrás está la alegría y la resurrección.
           

Salmo responsorial Sal 146, 1‑2. 3‑4. 5‑6       (R/: cf. 3a)
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor  reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel.     R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.  R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19.  22-23
¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“APOSTAR POR LA LIBERTAD”    
El segundo personaje es Pablo: aparece confesando lo poco agradable que le resulta este tinglado en el que está metido: “No es para mi ningún motivo de gloria, es más bien un deber que me incumbe”: la vida no se le hace fácil, sin embargo, él ha recibido una misión: entregar la palabra de Dios, la verdad “toda” y a “todos” y, en esto pone, su salvación y su orgullo.
S. Pablo, incluso, renuncia a sus derechos, que le vienen por la predicación, como tienen todos los maestros, porque quiere ser totalmente libre, pero es considerado como idiota por el mundo y por todos sus compañeros, que le hacen la vida imposible por tomar esa decisión de trabajar para no ser carga para nadie.
He aquí lo incomprensible para el mundo: la jerarquía de valores se ha cambiado: los ojos se han cegado con una serie de bienes; por todos lados nos han atiborrado el cerebro con una felicidad tipo standard: lo material, lo efectivo, el confort, el placer… todo está orientado a dar plena satisfacción a los sentidos, para lo que vivimos y nos esforzamos
Y se escriben libros y se cantan canciones y todo el mundo habla y da su opinión ex catedra, pero se ve cómo cada uno no hace otra cosa que  levantarse a si mismo, para asegurarse en lo que la sociedad impone. Pero más allá de sus palabras ¿qué es lo que hay y lo que queda?
Mientras tanto, hay muchos “Job” que sufren el tormento de la mucha palabrería humana, muchos pablos que tienen que aguantar de los grandes entendidos en finanzas y en otras cuestiones, que se asientan en grandes mesas para determinar lo que se ha de hacer con la vida de la gente y decidir, como si fueran dioses, por dónde ha de ir la humanidad.
Predican y estructuran una libertad que ellos no tienen y que cuesta sangre que, por supuesto, no es la de ellos. Pisotean los derechos humanos, sin renunciar ellos ni a uno solo.
S. Pablo viene a dar al traste con toda esta concepción: “Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.”
No hay lugar a duda: el mayor tormento del mundo son los hombres esclavos que dan directrices de libertad: en el fondo, la comparación de Jesús: “un ciego que guía a otro…” es clara: ambos irán al precipicio, Por eso resultan un tormento, porque no solo son esclavos, sino que están hundiendo a la humanidad.


Aleluya Mt. 8, 17
Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 29‑39
Curó a muchos enfermos de diversos males

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
—«Todo el mundo te busca.»
Él les respondió:
—«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor.  


“JESÚS  TIENE OTRA VISIÓN DE LA REALIDAD Y DE LAS COSAS  

Nos cuenta el evangelio de hoy que Jesús, una tarde de sábado en Cafarnaúm, cuando salió de la sinagoga, se fue a la casa de Pedro y se encontró a su suegra que estaba en cama con fiebre, podemos imaginar que la casa no estaba  en condiciones como para recibir visitas y la pobre mujer, todo sofocada, querría atenderlos. Jesús se le acercó, la saludó, e inmediatamente se le pasó la fiebre y la mujer se puso a servirlos.
Los vecinos, que sabían que estaba enferma, cuando la vieron se acercaron y ella contó lo que había pasado. Al anochecer, dice el evangelio que la puerta de Pedro estaba llena de enfermos para que les impusiese las manos y los curó a todos.
Como vio lo que iba a pasar, antes que la gente se levantara, Él se fue del pueblo para orar un rato y, ocurrió tal como había pensado: la gente se agolpó buscándolo , pero ya se había marchado.
Pedro y los compañeros fueron a buscarlo para avisarle que el pueblo estaba esperándolo: «Todo el mundo te busca.» pero Él les contestó: vámonos a otro sitio, porque estamos aquí para otra cosa y no para montar espectáculos.
Podemos imaginar la reacción que hubiera levantado hoy la postura que tuvo Jesús en Cafarnaúm: la gente se reunió para aclamarlo y llevarle enfermos, con lo que podría haberse dado toda la fama, sin embargo, cuando se dio cuenta, se marchó y los dejó esperando. ¿Imaginamos si esto lo hace hoy y se hubieran quedado esperando los medios de comunicación?: lo hubieran desprestigiado y tirado por los suelos.
Hoy funcionamos de otra manera: cuando se hace algo, en lo primero que se piensa es en los medios de comunicación, pues se piensa en la efectividad y es aceptado por todos que lo que no sale en los medios no existe. El proyecto de Jesús hoy no se imagina sin todo un aparato propagandístico, un manager y una estructura económica que lo apoye.
Sin embargo, Cristo prohíbe que se publique cuando hace algo, es más, cuando tiene enardecida la masa, se aleja: “vayamos a los pueblos vecinos, para que también allí predique, pues para eso he salido”.
No está en su programa en ningún momento el buscar la gloria ni la popularidad; sus caminos no son los que el mundo impone. La verdad no necesita apoyaturas.