DOMINGO -III- DEL TIEMPO ORDINARIO -B-


Lectura de la profecía de Jonás 3, 1‑5. 10
Los ninivitas se convirtieron de su mala vida

En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás:
—«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: 
—« ¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» 
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. 
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“LA VERDADERA EVASIÓN”   
            Hay un refrán que dice: “Hombre prevenido vale por cien”. ¡De acuerdo! Pero hay que tener mucho cuidado, pues tenemos el peligro de confundir al hombre prevenido, prudente con el perezoso, con el cobarde, con el indolente o con el que tiene como norma de su vida no “molestar a nadie” y jamás mueve un dedo.
            No se trata, pues, de hacer una apología de la imprudencia ni tampoco ensombrecer la prudencia, sino que el hecho de sacar a relucir estas dos palabras, es porque las dos intervienen mucho a la hora de poner en práctica eso que llamamos “Libertad de los hijos de Dios”
            En este pasaje nos encontramos  con el profeta Jonás: tenemos la suerte de encontrarlo ya más calmado: ha sido capaz de romper todas las ataduras humanas que tenía, que eran muchas, hasta  el punto que, cuando vio que Dios le pedía que se lanzase a predicar a Nínive la llamada a la conversión, había muchas cosas que le hacían rebelarse: el tener que ir a predicar la posibilidad del perdón, si es que se arrepentían, justamente a los peores enemigos de su pueblo; por otro lado, estaba seguro de que al final, Dios los iba a perdonar, hicieran lo que hicieran, entonces, ¿qué sentido tenía el que él se expusiera a este riesgo? Entonces decide huir de Dios.
            Fácilmente podemos descubrir en el personaje de Jonás a todos los Jonás que de una forma u otra estamos en este mundo: todos estamos viendo la serie de injusticias, atropellos, corrupción que se están dando a nuestro alrededor: estamos viendo cómo se roba, cómo se ha perdido la dignidad, cómo despreciamos los grandes valores que hacen honorable al ser humano; estamos viendo cómo la única ley que impera es la ley del más fuerte y el valor absoluto que se está imponiendo es el dinero, por encima de cualquier otra cosa; estamos viendo y soportando cómo la ley se ha corrompido de tal forma, que nos está dejando en el aire y en la más completa indefensión, de tal forma que la vida ya no es un valor apreciable para nadie y el ser humano cuenta menos que un pequeño reptil o una mata de hierba; que el gran objetivo de todo hombre, es  ganar mucho dinero a costa de lo que sea y conseguir el máximo placer; estamos viendo como se ha reducido la libertad a dar  rienda suelta a todos los instintos y se han perdido todos los referentes que nos puedan ayudar a superarnos en la vida.
            Esta es una realidad en la que estamos todos metidos y estamos sosteniendo y aceptando, aunque luego a nivel privado protestemos, pero a la hora de la verdead, escurrimos el bulto y, al estilo de Jonás, decimos que no queremos complicarnos la existencia y nos asustamos a la hora de hablar, o de dar nuestra la cara por miedo a que nos puedan venir complicaciones.
            Quizás a algunos, Dios nos pida que alcemos la voz y, con nuestra palabra, expresemos su desacuerdo con esta situación, pero a otra gran mayoría, lo único que se le está pidiendo es que no renuncie a ser persona, que por lo menos, manifieste lo que lleva dentro y, desde donde se encuentra y está colaborando, se arrepienta del apoyo que está dando y de lo que está comulgando. Dios no es  impasible a todo esto y, cuando el pueblo acepta que se ha equivocado y está dispuesto a cambiar, Dios hace que las cosas se arreglen. Así ocurrió en Nínive.
            Sin embargo, escondemos la cabeza y sostenemos que no hay que meterse en nada, que hay que ser prudentes y medir muy bien las palabras; es más convincente contemporizar con todo y no dar la apariencia de desacuerdo con el mal, con lo cual, estamos comulgando y apoyándolo. A veces no es el problema de los que predican la muerte lo que mata, sino el silencio de los que sostienen la vida, que dejan que se mate.
            Esta es la triste realidad que venimos padeciendo y con la que se ha logrado que lleguemos a convencernos de que hay que dejar que sigan haciendo lo que quieran, pues sea quien sea, va a hacer lo que le venga en gana, por mucho que nos opongamos. Esta es la postura fácil, la huida, la renuncia a prestar mi apoyo a la Justicia, a la Verdad, a la Paz.
            Dios nos ha de pedir cuentas de lo que hemos dejado de hacer y del bien que hemos impedido que se dé, debido a nuestra postura de indolencia o inhibición ante la injusticia.

           
Salmo responsorial Sal 24, 4‑5ab. 6‑7bc. 8‑9 (R/: 4a)

R/. Señor, enséñame tus caminos. 

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/. 
R/. Señor, enséñame tus caminos. 
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
 por tu bondad, Señor. R/.
R/. Señor, enséñame tus caminos. 
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/. 
R/. Señor, enséñame tus caminos. 


 SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 29‑31 
La representación de este mundo se termina

Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. 
Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina. 
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

VIVIR EN LIBERTAD”  
            S. Pablo invita a los Corintios a replantearse sus vidas, no vale que estén entretenidos en cosas secundarias, que les hacen perder la energía que deben emplear en la construcción del reino.
            No pueden estar a estas alturas dormidos y distraídos con lo que se tiene, sintiéndose atados por cadenas a cosas y situaciones que no tienen horizontes, que son pasajeras y, sobre todo, cuando el hombre, para huir de hacer un esfuerzo en desprenderse y liberarse, renuncia a tener a Dios como referente al que mira.
Cuando el hombre, en esta huida hacia adelante, cree que se ha liberado de Dios, es cuando realmente ha caído en la esclavitud, pues está en manos de quienes lo manipulan, en el sentido que quieran y, entonces, ese sentido de vivir en la libertad que anuncia S. Pablo, con el que el ser humano no soporta que haya nada que lo esclavice, se pierde por entero: el hombre no estará en la vida “como si no…”, sino obligado a servir; en cambio, el hombre que se ha asentado en Dios, ha perdido todos los miedos a enfrentarse, contra todo lo que sea un atentado a la verdad y a la justicia y, pierde el miedo a perder todas las cosas que para él no tienen más sentido que ser unos medios con los que vive, pero no habrá quien lo mueva del sentido fundamental, que Dios le da para su vida y considera que todo tiene un valor secundario: los problemas económicos, políticos, el matrimonio, el celibato… todo eso pasa, pues ninguna de estas cosas es definitiva y todo eso desaparecerá. El cristiano se siente libre y eso no quiere decir que se evada, sino que le pierde el miedo a quedarse sin eso, que normalmente ata a todo el mundo, mientras que para él, las cosas no tienen un valor absoluto, sino secundario y, él está por encima de todo, dándole un sentido a todo lo que existe, permaneciendo siempre como superior a todo lo que existe y dispuesto a enfrentarlo si es que se le enfrenta.


Aleluya Mc 1,15
Está cerca el reino de Dios:
Convertíos y creed en el Evangelio. 



Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14‑20
Convertíos y creed en el Evangelio

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: 
—«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» 
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
—«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes.
Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“CONVERTIOS Y CREED LA BUENA NOTICIA” 
Juan Bautista pedía a la gente que cambiara su manera de pensar, de actuar y, se abrieran a la verdad que traía el que venía detrás de él, que era el que quitaba verdaderamente el pecado y daba la salvación. Esta era la gran noticia para todos los hombres, se acababa la situación de alejamiento y de vivir olvidados de Dios.
            Salta Jesús a la vida pública cuando Juan ha sido apresado y recoge el testigo de Juan:  «El tiempo se ha cumplido, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.»
            ¿Qué quiere decir «El tiempo se ha cumplido.»?
            Sencillamente, que se ha acabado la situación de espera, que estamos en una nueva era, en la que se ha inaugurado lo que tanto tiempo se ha esperado y que ya tiene carácter de definitivo: lo que esperábamos es el Reino de los cielos, pues ¡¡Ya está aquí!! «Está cerca el Reino de Dios.»
Esto es lo que han estado esperando durante tantos años los hombres; esta ha sido la gran promesa que Dios ha venido haciendo a todos nuestros antepasados: Su reinado ha sido inaugurado, Dios se ha bajado y vive ya aquí con nosotros; nuestra historia es la suya, nuestras luchas son las suyas y todo esto, está orientado ya al triunfo definitivo, esto es irreversible.
Porque este Dios que se ha venido con nosotros, no es como los falsos dioses que nos hemos creado y que nos inducen al individualismo, a la soledad, al egoísmo, a la injusticia, a la vida sin sentido y a la destrucción; Este Dios que se ha venido a vivir con nosotros es el Dios de la vida,  el Dios Padre que nos da toda la seguridad, que está pendiente de sus hijos, que busca la salvación de todos y propone el camino de la felicidad.
De este reino que nos trae, no se excluye a nadie: no es para unos elegidos, para una raza, para una religión… es, incluso para los pecadores.
Los cánones que Dios ha establecido, no son como los que solemos establecer los hombres, su forma de hacer no es como la nuestra: los importantes no son los señores que se hacen servir, sino los que sirven; los más cercanos a Él no van a ser los grandes de este mundo, sino los más pequeños y débiles, los que todo el mundo desprecia; Él se pone al lado de los más pobres y de los que nadie  quiere, no porque sean mejores que los demás, sino por eso: porque nadie los quiere ni apuesta por ellos.
No podemos perder más el tiempo, ni quedarnos estancados en aquello que no lleva a ningún sitio, hay que cambiar y plantearnos nuestra forma de vivir y de pensar:  «Convertíos y creed la Buena Noticia.»
Vivir de acuerdo a esta nueva forma de ser y de pensar, exige dar un giro a nuestra vida: confiar en Él y guiarnos por sus planteamientos, antes que por los que el mundo nos está proponiendo, pero para poder hacer esto, lo primero que se nos exige es que creamos en Él y nos fiemos de Él; dejarnos en sus manos y creer en el amor que nos tiene y que nos potencia, haciéndonos lo más importante, cosa que nos llevará a considerar a los demás de la misma manera; estar seguros que este nuevo camino que Cristo ha abierto no tiene ya retroceso, es algo seguro que lleva a la salvación; no hay otra alternativa.
Todo esto supone un cambio radical en la existencia, lo triste es que queramos arreglar las cosas y continuar en el camino que nos trazamos, según los esquemas del mundo y sin aceptar la propuesta del reino que nos trae Jesús, queremos arreglar las cosas  con otros sustitutivos: oraciones, promesas, ritos sociales, etc.