DOMINGO -XI- DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA


Lectura de la profecía de Ezequiel 17, 22‑24
Ensalzo los árboles humildes

Así dice el Señor Dios: C*Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré.
De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel, para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble.
Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas.
Y todos los arboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y ensalza los arboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos.
Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.+
Palabra de Dios

REFLEXIÓN          

“NECESITAMOS UNA NUEVA CASTA POLÍTICA”  
            El profeta Ezequiel vive en una situación política tremendamente complicada y lamentable a causa de una serie de pactos equivocados que  han hecho los dirigentes y que han llevado al pueblo a la ruina y han dado al traste con las raíces del pueblo.
            El hecho es que Israel ha quedado a merced de las potencias extranjeras: Jeconías fue deportado  nada más ascender al trono en el 597 y Nabucodonosor coloca en el trono de Judá a su tío Sedecías, un hombre débil que tiene que quedar bien con su pariente que lo ha puesto en el poder y hacer frente al mismo tiempo con una potencia como es Egipto con quien llega a ponerse de acuerdo y rompe el pacto con Nabucodonosor, sin escuchar los consejos que le indicaban que no lo hiciera, con lo que entra en un conflicto de muerte.
            Ante esta situación de descalabro político, moral y religioso, Ezequiel pronostica un nuevo orden en el que va a ser el mismo Dios quien destituya el “cedro” y no sea un “águila” (Nabucodonosor) quien corte la cabeza y ponga o deponga un rey a su gusto en Israel. No se trata de cambiar sistemas, que al final son un ”Quítate tú que me ponga yo” para plantar una rama nueva tierna, que esté limpia de toda la corrupción y la plantará en lo alto del monte, donde pueda ser vista por todos y donde todos se puedan dar cuenta que de espaldas a Dios no van a ningún sitio, nada más que a su propia destrucción.
            Es imposible sustraerse al momento que vivimos y quedarse en un mero recuerdo de algo que le pasó a un pueblo que equivocó el camino, cuando nosotros vamos repitiendo la misma historia: rechazamos como algo obsoleto y como un discurso inaceptable la honradez, el esfuerzo, el amor al trabajo, la solidaridad, la fidelidad… y aceptamos el “Tener” como norma suprema y objetivo de grandeza para el hombre moderno; esto nos está llevando al hundimiento y a la corrupción del sistema con lo que nos somete a tener que hacer “pactos” con quien, al final, dispone de nuestras vidas y nos somete como esclavos.
            Se sienten ganas de  preguntar al Señor: ¿Cuándo nos llegaremos a dar cuenta que hay que comenzar de cero, estableciendo una nueva “casta” política que esté limpia y tenga como objetivo el SERVIR y establecer la justicia y la paz?
           
Salmo responsorial Sal 91, 2‑3. 13‑14. 15‑16 (R/.: cf. 2a)

R/.  Es bueno darte gracias, Señor.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad R/.
R/.  Es bueno darte gracias, Señor.
El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano;
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios. R/.
R/.  Es bueno darte gracias, Señor.
En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
 para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad. R/.
R/.  Es bueno darte gracias, Señor.

SEGUNDA LECTURA


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 6‑10 
En destierro o en patria, nos esforzamos en agradar al Señor

Hermanos:
Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe.
Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor.
Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle.
Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos este cuerpo.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LUCHAR POR LO QUE VALE LA PENA”

Pablo viene sentando principios a partir de una base que él considera fundamento de todo: Cristo ha vencido al mal, nos ha rescatado con su sangre, somos suyos y nuestra vida no tiene otro sentido que servir a su causa. Basados en esta esperanza y en esta seguridad que tenemos, invita a los cristianos a mantenerse fieles y firmes a lo que es nuestro “ser” aunque haya otros que quieran convencernos de otra cosa: nuestra mirada está puesta en bienes transcendentales y eternos, no en cosas físicas y pasajeras.
            La perspectiva del que ha optado por seguir a Jesucristo no está en lo inmediato y práctico, sino en lo eterno, en lo que está más allá de lo sensible.
            Esta forma de “percibir” la realidad nos lleva a vivir de otra manera:
-Habitamos el cuerpo como si viviéramos en el exilio
-Caminamos a la luz de la fe y no de lo que vemos y palpamos.
            Lógicamente, la fuerza que anima a todo creyente a mantenerse en esta dimensión es la esperanza, apoyada en una confianza total en la palabra de Jesús, que es lo que caracteriza al verdadero creyente, pues “confía”  en el único que considera digno de confianza: JESUCRISTO.
            Pablo deja bien claro que el verdadero creyente, al tener puesta su confianza en algo superior, su única preocupación es responder y ser grato a quien es el motivo de su existencia.
            Su preocupación será, pues,  el responder a la hora de la verdad, cuando tenga que “comparecer ante el tribunal de Cristo”, que es lo único que importará y se convierte en motivación absoluta, no como  la angustia del que actúa bajo el miedo, sino la alegría del que lo hace con la certeza del que sabe qué es lo único absoluto e importante que existe y no tiene miedo a perderse en nimiedades.
                                                                                                                                               

Aleluya
La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo;
quien lo encuentra vive para siempre.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 26‑34
Era la semilla más pequeña, pero se hace más alta que las demás hortalizas

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
*El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra.
Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.+
Dijo también:
C*)Con qué podemos comparar el reino de Dios? )Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.+
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“SEMBRAR EL AMOR DE DIOS” 
Ahora que estamos al final del curso, cuando hacemos el balance del trabajo, miramos los objetivos que nos habíamos planteado, vemos cómo se han venido dando las cosas y observamos los resultados… nos quedamos un poco desalentados al ver que no hemos avanzado casi nada, que las cosas siguen casi igual, es más, algunas, incluso van  caminando a peor y sentimos el desánimo y la desazón al ver que no se van dando los resultados que esperábamos.
            Parece que Jesús veía venir esta situación y que sus discípulos y, después la iglesia, entraría en esta dinámica, pues como humanos que somos, nos gusta ver los resultados y lo que nos anima es ver que podemos contabilizar cosas constatables, dar números y vemos, incluso,  cómo se piden el número de bautizos, de primeras comuniones, de bodas… para las estadísticas, aunque sabemos que todo eso es falso, y la fuerza de una parroquia se mide por la cantidad de gente que la frecuenta y… bueno, si seguimos veremos que los cánones que se establecen, hasta para parroquias “de ascenso” y “descenso” no es por los resultados evangélicos, sino por el movimiento económico que se da en ellas.
            ¡¡Vaya que sí, sabía Jesús que íbamos a caer en la trampa!!
            Es que el reino no se ajusta a los esquemas humanos: no es algo que se impone por la fuerza y se domestican a las personas para la paz, el amor, la justicia… como hacen los sistemas políticos que imponen por ley las actitudes y obligan a actuar de forma políticamente correcta y el que no lo hace se le cae en tromba o se le margina. NO. A Dios no se le adora si no es en plena y absoluta libertad; el vivir de cara al REINO es algo que tiene que nacer de lo más hondo, como el respirar y eso, para que nazca así, se siembra como algo tan sencillo que no hace ruido, pero cuando hecha raíces no hay quien lo arranque, y es capaz de producir hasta mártires. Si se ha perdido, es porque tal vez lo habíamos impuesto, como quien obliga a ponerse una camisa y por eso nos la quitamos con tanta facilidad.
            Por otro lado, quien siembra el “Reino”, no busca resultados, sabe perfectamente que es otro quien tiene que cosechar, simplemente acompaña y deja que vaya creciendo.
            Quizás en la iglesia pasamos mucho tiempo utilizando el mismo sistema que los políticos para sus prosélitos y nos olvidamos que Dios es Padre amoroso, paciente, misericordioso, justo, entrañable, cercano… y no un juez con el código de derecho en la mano.
           

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                                               

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