Lectura del libro de Job 38, 1.
8‑11
Aquí se romperá la arrogancia de
tus olas
El Señor habló a Job desde la
tormenta: -“¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno
materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le
impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y
no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas?"
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“OSADOS”
Con frecuencia nos aborda la
tentación de pedirle explicaciones a Dios y de indicar lo que es justo e
injusto y hasta tenemos la osadía de enfadarnos con Él porque no hace las cosas
como a cada uno se le ocurren.
Job
pide una explicación a Dios sobre el dolor del mundo, como si Dios fuera el
causante del mismo; le cuesta aceptar que Dios esté en el origen del dolor y no
en quien lo padece.
Job
tiene que llegar a descubrir que el mundo ha sido creado como expresión del
amor y que el mismo dolor tiene un sentido en el mundo.
Como
hombre, se rebela y quiere pedir una explicación a Dios, quiere coger a Dios y
encasillarlo según sus categorías.
Al
final, comprende por las respuestas que recibe, que él no es nada para pedir
una explicación a Dios de lo que ha hecho y, menos aún, cuando en definitiva Él
es quien tiene la última palabra, mientras que el hombre, lo único que hace es
entorpecer el proceso del bien que Dios ha introducido en toda la creación y el
que produce en gran parte el dolor que existe.
La
actitud primaria de Job se repite a cada instante y sería poca la gente que se
escapa de la tentación de pedirle cuentas a Dios y hasta de enmendarle la plana
porque no se acomoda a los intereses de cada uno.
Pero ¡menos mal que Dios no entra en ese juego! Pues
terminaríamos queriendo obligarle a que tomara partido, no precisamente por la
verdad y la justicia, sino por nuestras conveniencias particulares.
Salmo responsorial Sal 106, 23‑24.
25‑26. 28‑29. 30‑31 (R/.: 1)
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su
misericordia.
Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas
inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano. R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su
misericordia.
Él habló y levantó un viento
tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto;
subían al cielo, bajaban al
abismo,
el estómago revuelto por el
mareo. R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su
misericordia.
Pero gritaron al Señor en su
angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave
brisa,
y enmudecieron las olas del mar.
R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su
misericordia.
Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado
puerto.
Den gracias al Señor por su
misericordia,
por las maravillas que hace con
los hombres. R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su
misericordia.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del
apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14‑17
Lo antiguo ha pasado, lo nuevo
ha comenzado
Hermanos:
Nos apremia el amor de Cristo,
al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.
Cristo murió por todos, para que
los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
Por tanto, no valoramos a nadie
según la carne.
Si alguna vez juzgamos a Cristo
según la carne, ahora ya no.
El que es de Cristo es una
criatura nueva.
Lo antiguo ha pasado, lo nuevo
ha comenzado.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“VIVIR CON CRISTO O CON EL
SISTEMA”
En
Corinto hay un problema: un grupo grande de cristianos, dejándose llevar de la
mentalidad reinante, empiezan a criticar a Pablo, pues para ellos, pesan mucho
las apariencias y se dejan guiar por criterios humanos que se imponen en el
momento. Lógicamente, la forma de actuar y de pensar de Pablo choca
frontalmente con estos criterios; empiezan a decir de él que ha perdido la
cabeza, que no está en sus cabales.
Ciertamente, los criterios por los que se rige Pablo no concuerdan con
la mentalidad existente, pero él entiende que no podemos guiarnos por los
criterios humanos, él parte de algo que es fundamental: hemos sido rescatados,
alguien ha pagado por nosotros, no somos, pues, del maligno, tenemos otro dueño
y, por tanto, no podemos seguir sirviendo al mal y, sobre todo, no podemos
tener el mismo criterio de valoración de la persona que tenían antes.
Cristo ha entregado su vida en
rescate por todos, en Él hemos muerto ya todos, por tanto, si vivimos, lo
hacemos por Él y para Él: “Cristo ha muerto por todos, para que los que viven
no vivan para ellos”, es decir: no podemos seguir perdidos en cosas terrenas,
materiales, perecederas, intranscendentes… hemos de mantener fija la mirada en
cosas eternas y no dejarnos guiar por criterios humanos, tenemos que aprender a
“mirar de otra manera”.
Con esta nueva realidad que se ha
dado con la adquisición que Cristo ha hecho, ha aparecido una “nueva criatura” y en la medida que seamos
conscientes de esto y empecemos a transformarnos a nosotros mismos con la fuerza
del Espíritu, el mundo entero irá cambiando a nuestro alrededor, pues esta
nueva realidad no nos aísla de los demás, sino que nos convierte en levadura
que transforma la realidad, dándonos ojos distintos para mirarla y una forma de
“ser” que se convierte en alternativa para el mundo.
Aleluya Lc 7, 16
Un gran Profeta ha surgido entre
nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio
según san Marcos 4, 35‑40
)Quién es éste? (Hasta el viento y las aguas le
obedecen!
Un día, al atardecer, dijo Jesús
a sus discípulos:
-“Vamos a la otra orilla.”
Dejando a la gente, se lo
llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un
fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua.
Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
-“Maestro, ¿no te importa que
nos hundamos?”
Se puso en pie, increpó al
viento y dijo al lago:
-“¡Silencio, cállate!”
El viento cesó y vino una gran
calma. Él les dijo:
-“¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aun
no tenéis fe?”
Se quedaron espantados y se
decían unos a otros:
-“¿Pero quién es éste? ¡Hasta el
viento y las aguas le obedecen¡”
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
¡¡¡ES POSIBLE QUE TENGÁIS
TANTO MIEDO!!!
La expresión de los discípulos a Jesús cobra
hoy una actualidad enorme. La imagen de la iglesia como una cáscara de nuez
zarandeada por las olas del mar es bien conocida por todos.
Los signos o las imágenes también
nos son familiares:
El MAR que
representa la fuerza del mal en el mundo; la BARCA que es la iglesia en la que
van Cristo y todos los creyentes.
El escenario es único para montar escenas,
basta con coger la de un día cualquiera y podremos repetir el guión.
No sé si habrá habido algún momento
en la historia de estos dos mil años de
existencia de la iglesia en la que el “mar” haya estado en calma, en el que las
olas no hayan amenazado con tragarse la barca con todos los que lleva dentro.
No sé si habrá habido un solo minuto, en donde el miedo no haya invadido, si no a la barca entera, a un sector de los
que van dentro. Me atrevería a decir que el “mar” no ha cesado un minuto de
amenazar y de atacar por un lado o por otro, para hacer desfallecer y hacer que
cunda el pánico en toda la tripulación y, más fuerte aún, entre aquellos que
llevan los mandos de la barca, pues esto haría que entrara a la deriva.
Pienso que el problema no son las
olas ni el mar enfurecido, esa es la historia del MAL que no descansa y hace a
los hombres desgraciados; el problema está el momento que se pierde la
confianza en la presencia de Cristo, que ya no se le siente presente y dando la
seguridad; cuando perdemos la confianza en que sus directrices son válidas y
entonces queremos imponer las nuestras.
Ahí sentimos que todo se nos viene abajo, que van a pique los intereses
que teníamos montados, que perdemos el rumbo y todo está perdido.
El gran peligro está en caer en la
tentación de entrar en la “comodidad del sistema” y dejarnos arrullar por él,
entonces son las olas las que nos llevan, no a dónde Cristo marca el horizonte,
sino a donde lo marca la corriente y así vemos que nos precipita en la
corriente y nos lleva a optar por lo fácil, por lo que pide el momento, rebajando
listones, acomodándonos a la dirección que se marca, no siendo signos de nada,
no haciéndole resistencia a nada, instalándose y siguiendo el ritmo que marcan
las olas
A veces da la sensación que Cristo
se levanta no para decir “¿Por qué sois tan cobardes?”, sino para reprocharnos:
¿Por qué os dejáis arrastrar, por qué no despertáis ya de una vez y dejáis todo
el lastre que es el que estorba para que esto flote? ¡¡¡Es posible que tengáis
tanto miedo!!!