PRIMERA LECTURA
No mandó pecar al
hombre
Si quieres, guardarás sus
mandatos, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego
y agua, echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le
darán lo que él escoja.
Es inmensa la sabiduría del Señor,
es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce
todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los
mentirosos.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
LAS COSAS EN SU SITIO
El sabio Ben Sirá afronta el tema de la libertad para
que nadie pueda culpar a Dios de nada de lo que atañe al hombre.
El momento en que se encuentra
es una situación muy crítica (180 a. C.): la influencia de la cultura griega
está entrando y amenaza con barrer la fe del pueblo y destruir todas las tradiciones; el autor se
enfrenta a la ola que intenta arrasar y pone las cosas en su sitio: “Que nadie
achaque el Señor la culpa de lo que existe…”
Ante el hombre se abren dos
caminos: el del Bien y el del mal; cada uno puede dirigirse por el que quiera:
por el de la VIDA guardando los mandatos del Señor que vienen desde siempre, o por el de la
muerte, despreciando al Señor.
El autor desecha radicalmente
la idea de poner a Dios como el origen del pecado y sostiene que Dios no
violenta jamás la libertad de nadie; enfrenta la gran
realidad humana de la que no se puede zafar: el ser libre comporta necesariamente
el decir y optar entre la vida y la
muerte, entre el bien y el mal y responder de la decisión que se ha tomado. No
podemos lavarnos la manos y decir que
son los otros los culpables o, lo que es peor: aquellos que dicen que Dios es
el culpable de lo que hacemos, porque si no está de acuerdo, es cuestión de que
lo impida, es el argumento de los cobardes, de los irresponsables y de los
simplistas; nuestra vida ha de estar marcada por aquello por lo que hayamos
optado: si hicimos la opción de meternos en un camino de muerte y sinsentido,
es eso lo que vamos a estar viviendo y de lo que tendremos que responder y es
esa la marca que vamos a ir dejando a nuestro paso por la tierra y será por el
bien y la felicidad o por el mal y la muerte por lo que se nos recordará: como
una maldición o como una bendición.
Lo que sí
deja bien claro es la posición de Dios:
su fidelidad, su adhesión y su cariño hacia los que practican el bien y
mantienen su fidelidad.
Es el tema que nos debemos estar planteando constantemente, pues
no hay fracaso mayor para una persona que el haber nacido y que estén todos
deseando que desaparezca.
R/. Dichosos los que caminan en la
voluntad del Señor.
V/. Dichoso el que con vida intachable
camina en la
voluntad del Señor;
dichoso el que
guardando sus preceptos
lo busca de
todo corazón.
R/. Dichosos los que caminan en la voluntad
del Señor.
V/. Tú promulgas tus decretos
para que se
observen exactamente;
¡ojalá esté
firme mi camino
para cumplir
tus consignas.
R/. Dichosos los que caminan en la voluntad
del Señor.
V/. Haz bien a tu siervo:
viviré y
cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos
y contemplaré
las maravillas
de tu voluntad.
R/. Dichosos los que caminan en la voluntad
del Señor.
V/. Muéstrame, Señor, el camino de tus
leyes
y lo seguiré
puntualmente;
enséñame a cumplir
tu voluntad
y a guardarla
de todo corazón.
R/. Dichosos los que caminan en la voluntad
del Señor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del Apóstol
San Pablo a los Corintios 2, 6‑10
Dios predestinó la
sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria
Hermanos:
Hablamos, entre
los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de
este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina,
misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos, para nuestra
gloria.
Ninguno de los
príncipes de este mundo la ha conocido, pues si la hubiesen conocido, nunca
hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino como está
escrito: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios
ha preparado para los que lo aman."
Y Dios nos lo
ha revelado por el Espíritu, y el Espíritu todo lo penetra, hasta la
profundidad de Dios.
Palabra de Dios
REFLEXIÓN
NUESTRA GRAN RIQUEZA
Pablo continúa haciendo frente a la mentalidad
existente que se vanagloria de la gran cantidad de gente que se sienten
“espirituales” por seguir una gnosis (sabiduría superior) que los hace
distintos a los demás y, metido en sus mismos parámetros, hace frente al
discurso gnóstico que se basa en la participación en la sabiduría de Dios, que
les hace conocer la esencia de las cosas, acercándolos así a la sabiduría de
Dios…
Pablo se separa abiertamente
de esta tendencia y se declara en otra
onda: un verdadero cristiano no va por esos senderos, pues la sabiduría que nos
asiste a nosotros, no es el conocimiento de las esencias de las cosas, sino la verdadera
sabiduría que es la de Dios que no se
fundamenta en el poder mundano, ni en conocimientos humanos, sino en la
profundidad de Dios que se ha manifestado en Cristo Jesús y que encuentra su
plenitud en el amor; esto hace que aquel que se siente amado por Él y sigue sus
caminos, ha conocido el verdadero sentido de la vida; no tiene por qué acomplejarse ni sentirse
inferior a nadie, pues han conocido el verdadero plan de Dios, la verdad
suprema, en Cristo Jesús.
Este es el gran regalo que
hemos recibido del mismo Dios a través de su Espíritu que nos ha hecho sus
hijos; por tanto, no es la sabiduría humana,
que se funda y se enorgullece en triunfos humanos y en signos materiales,
lo que nos hace grandes, sino el gran regalo que nos ha hecho Jesús de ser hijos de Dios y, por lo tanto, partícipes
de su gloria. En esto está la verdadera grandeza del hombre y, esto es un
regalo de Dios.
Aleluya
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5,
17‑37
Se dijo a los
antiguos, pero yo os digo
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
(No creáis que
he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar
plenitud.
Os aseguro que
antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra
o tilde de la ley.
El que se salte
uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres,
será el menos importante en el Reino de los Cielos.)
Pero quien los
cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.
Os los aseguro:
si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los
Cielos.
Habéis oído que
se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado.
Pero yo os
digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. (Y si uno llama a
su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama
«renegado», merece la condena del fuego.
Por tanto, si
cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu
hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete
primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu
ofrenda.
Con el que te
pone pleito procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no
sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te
aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.)
Habéis oído el
mandamiento «no cometerás adulterio.» Pues yo os digo: el que mira a una mujer
casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
(Si tu ojo
derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser
echado entero en el Abismo.
Si tu mano
derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro
que ir a parar entero al Abismo.
Está mandado:
"El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio."
Pues yo os
digo: el que se divorcie de su mujer -excepto en caso de prostitución- la induce
al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.)
Sabéis que se
mandó a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor."
Pues yo os digo
que no juréis en absoluto: (ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la
tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran
Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo
pelo). A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
CRISTO LIBERA DE LA ESCLAVITUD RADICAL
Ante
el texto que nos presenta la liturgia de este domingo, es importante que nos
ubiquemos para poder entenderlo: S. Mateo está escribiendo a una comunidad de judíos que se han
convertido al cristianismo y esta gente tiene ya un esquema mental muy difícil
de cambiar: la mentalidad en que ha sido dada la ley de Moisés está enmarcada
en una cosmovisión platónica que divide el mundo en dos planos: el superior en
el que habita la divinidad y da las normas, las leyes, la moral… y un plano
inferior que está al servicio del superior y que ha de orientarse de acuerdo a
lo que establece la jerarquía de este plano .
En el plano inferior están los hombres, seres materiales,
débiles, despreciables que existen para servir a los seres superiores y cumplir
lo que ellos establecen, que son los que poseen la sabiduría, el poder, la
riqueza… y lo controlan todo. El momento en que fallan los seres pertenecientes
a este plano inferior, reciben el castigo o el exterminio, por eso han de estar
preocupados siempre de tener contentos y satisfechos a los “superiores”, pues
de lo contrario, tienen el castigo asegurado.
Esta es la mentalidad que existe en el pueblo de Israel y,
es la que existe todavía en mucha de nuestra gente. El mensaje de Jesús no ha sido
aceptado y, menos aún, admitido: que Dios ha cogido naturaleza humana, que se
ha encarnado y se ha venido a participar de la historia del hombre con todas
sus consecuencias; es decir: Cristo ha roto esa concepción de planos y se ha
hecho uno con nosotros, de tal forma que el dolor, las alegrías, las penas, los
triunfos, los fracasos… del hombre son de Dios.
Dios nos ha liberado de esa concepción esclavizante de
servidumbre a la que el hombre estaba sometido y comparte su vida, su proyecto,
su gloria con el hombre; lo único que le pide es que se incorpore a su oferta,
invitándole a que haga suyo lo que hasta ahora era de Dios, por eso escuchamos
a Jesús decir: “antes se dijo… ahora digo yo”, es tanto como decir: “Haz tuyo
lo que antes se te daba como impuesto”.
S.
Mateo se mueve en este ambiente y hasta ahora viene desarrollando lo que para
él es la columna vertebral del mensaje de Jesús: “El sermón del monte”, por
otro lado, no puede echar por tierra todo lo que se ha venido diciendo desde
Moisés y todos los profetas, entonces introduce la doctrina de Jesús, que viene
a ser el cumplimiento total y supremo de todo lo que hasta el momento se ha
dicho y, en Él queda superado y completado todo lo que dijo Moisés y los
profetas: “Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de
cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley”.
Mateo
intenta hacerle ver a la comunidad que no hay oposición alguna entre lo que
dijeron Moisés y los profetas y lo que ha dicho y hecho Jesús, sino todo lo
contrario: en Jesús, todas esas normas dadas a nuestros antepasados, tienen
ahora su cumplimiento en plenitud; Jesús no ha venido a destruir nada: “El que
se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los
hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos”, pues todo lo
dicho por la ley y los profetas tiene actualidad y validez, lo único que hay
que ponerle es lo que le falta: a la frialdad de muerte de la ley hay que
inyectarle la vida del Espíritu que Dios quiso que tuviera, a una letra muerta
le falta la vida que Cristo viene a darle.
De
todas formas, el cambio radical que Cristo introduce en la cosmovisión del
mundo y de las leyes, hasta hoy sigue produciendo escándalo para muchos
cristianos y no cristianos que prefieren seguir en aquella cosmovisión, del que
sigue sintiendo que nació para en un segundo plano y su único destino es vivir
bajo la esclavitud, sea de los poderosos o de sus mismas tendencias, que a la
postre es la misma esclavitud revestida de otra forma.