PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5‑6. 8‑10
Leían el libro de la Ley , explicando el sentido
En
aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea,
compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados
del mes séptimo. En la plaza de la
Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo
leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón.
Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.
Esdras,
el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta
ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en
un puesto elevado- y cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras
bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos,
respondió: -“Amén, amén.” Después se
inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los
levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido,
de forma que comprendieron la lectura.
Nehemías,
el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al
pueblo decían al pueblo entero: -“Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No
hagáis duelo ni lloréis.” Porque el
pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron: -“Andad,
comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene,
pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el
Señor es vuestra fortaleza.”
Palabra de
Dios.
REFLEXIÓN
LA FIDELIDAD DE DIOS ES PRINCIPIO DE ESPERANZA
El marco
histórico del texto que nos trae la liturgia de hoy está situado justamente en
el momento en el que el pueblo ha vuelto del exilio (año 444 a.C.).
El pueblo se reúne para tener una asamblea y comienza
escuchando la palabra de Dios para terminar con una comida de fiesta.
En esta asamblea, el escriba Esdras saca para leer el
texto en el que se promulga la ley de constitución del pueblo que ellos habían
despreciado y hasta olvidado y que por esta causa habían llegado a la situación
en que se encontraban.
Esto le hace al pueblo volver en sí y darse cuenta de su
error: han quitado a Dios de sus vidas y han terminado destruyéndose como
pueblo, pues han renegado de sus raíces, de su cultura, de su ser y han
intentado asimilarse a otros esquemas que iban en contra de los principios que
Dios les había dado y se han destruido.
El pueblo se arrepiente de esta equivocación y llora su
error, entonces el escriba Esdras les invita a retomar el camino, a llenarse de
alegría y a hacer la fiesta, pues no se trata de quedarse lamentándose del
pasado, sino de reconocer el error y darse cuenta que hay que mirar al futuro
apoyados en la certeza de la fidelidad de Dios que ha perdonado todo y ha
mostrado su misericordia.
Salmo responsorial 18, 8. 9.
10. 15 (R.: Jn 6, 63c)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. .
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R.
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios 12, 12‑30
Vosotros seis el cuerpo de Cristo, y cada uno es un
miembro
Hermanos:
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del
cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos
nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un
mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo
Espíritu.
El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.
Si el
pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de
ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del
cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera
ojo, ¿Cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿Cómo olería? Pues bien, Dios
distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.
Si
todos fueran un mismo miembro, ¿Dónde estaría el cuerpo? Los miembros son muchos, es verdad, pero el
cuerpo es uno solo.
El
ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a
los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen más débiles son
más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los
menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes
no lo necesitan.
Ahora
bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos
valían.
Así,
no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se
preocupan unos de otros.
Cuando
un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se
felicitan.
Pues
bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Y
Dios os ha distribuido en la
Iglesia : en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los
profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don
de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.
¿Acaso
son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos
milagros? ¿Tienen todo el don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las
interpretan?
Palabra de
Dios.
O bien más
breve:
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios 12, 12‑14. 27
Hermanos:
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del
cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos
nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un
mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo
Espíritu.
El
cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.
Pues
bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Palabra de
Dios.
REFLEXIÓN
LA COMUNIDAD IMAGEN VISIBLE
DEL CUERPO DE CRISTO
Pablo continúa con el mismo tema que
comenzó la semana pasada, intentando dejar claro a la comunidad de Corinto
algunos principios que no deben olvidar jamás sobre el tema de los carismas,
con el fin de que tengan cuidado, pues es muy fácil que en este tema caigan en
la tentación de hacer escalafón de poder, cosa que daría lugar a crear una gran
división sintiéndose unos más importantes que otros; por eso, deja bien sentado
que esos dones los da el espíritu para el bien del resto y no para el
engreimiento del que los posee.
Pablo
da un paso más: aunque pone como ejemplo un cuerpo con muchos miembros, para él,
la comunidad es hoy el cuerpo visible de Cristo animado por el Espíritu Santo;
por tanto, comulgar con la comunidad es comulgar con Cristo, romper con ella es
romper con Cristo.
Pablo
quiere dejar también claro que las diferencias dentro de la comunidad no son
dignidades, sino servicios y esto hace que nadie actúe dentro de la comunidad
en nombre propio, sino en el de la comunidad y en beneficio de todos.
Es
lógico y bueno que haya diferencias, pues en ellas está la riqueza, si no las
hubiera, no sería un cuerpo, sino un monstruo.
Aleluya Lc 4, 18
El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a
los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 1‑4; 4,
14‑21
Hoy se cumple esta Escritura
Excelentísimo
Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que
se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por
los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo
también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he
resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las
enseñanzas que has recibido.
En
aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se
extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo
alababan.
Fue a
Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los
sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del
profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba
escrito: “El Espíritu del Señor está
sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha
enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos
la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para
dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y,
enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga
tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: -“Hoy se cumple esta
Escritura que acabáis de oír”
Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
APERTURA A LA UNIVERSALIDAD
S. Lucas manifiesta la razón por la que se
ha decidido a escribir a Teófilo “ordenadamente” el evangelio y “después de
haberse informado exhaustivamente por medio de todos los que fueron testigos
oculares de los hechos que se narran y de las palabras que se dicen, con el fin
de que conserve y tenga una visión completa de todo.
El comienzo de su exposición lo sitúa el
momento en que Jesús vuelve a su tierra después de haberse bautizado y haber
iniciado su andadura por los pueblos y aldeas de la región; vuelve a la
sinagoga de su pueblo, como solía hacer cada sábado; todo el mundo andaba
hablando ya de Él, diciendo cada uno lo que se le ocurría. Allí, en la
sinagoga, delante de todos sus paisanos, hace una confesión pública de lo que
siente y cómo se siente después de haber recorrido todo el territorio: ha
llegado el momento, ya no se puede continuar un día más y hace una proclamación
solemne de un año jubilar en el que todo ha de cambiar.
Sus
palabras en la sinagoga de Nazaret, es el discurso programático e inaugural de
su vida pública: lee el pasaje de Isaías 61,1, pero hace una lectura en la que
acentúa la universalidad de la salvación y la ruptura del odio, de la cerrazón,
de la venganza y de la violencia en la que andaban encerrados, en cambio hace
resaltar la misericordia y se ubica Él
mismo como el signo visible del
cumplimiento de lo que dice el profeta: todo eso que están oyendo que se dice
de Él, es la evidencia de que ha llegado el momento.
Con
Cristo ha empezado la recta final de los tiempos: frente a Dios se han
terminado las diferencias, ya no hay marginados ni leyes que los separen y los
más débiles son los primeros para la atención de Dios.