PRIMERA LECTURA
Lectura del Profeta Sofonías 2, 3; 3, 12‑13
BUSCAD al Señor los humildes de la tierra,los que practican su derecho, buscad la justicia, buscad la humildad,quizá podáis resguardaros el día de la ira del Señor. Dejaré en ti un resto,un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor. El resto de Israel no hará más el mal no mentirá ni habrá engaño en su boca. Pastarán y descansarán, y no habrá quien los inquiete. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN:
UNA VOZ DE
ALIENTO
El profeta Sofonías hace una distinción dentro del
pueblo: aquellos que están siendo unos desvergonzados y que tendrán que sufrir
el castigo por lo que están haciendo y el pueblo sencillo y humilde que sigue
creyendo en el Señor y va siendo honrado, sincero, y limpio; en esta clase de
gente es en la que se puede poner la esperanza, pues a esa gente Dios no la va
a dejar y, es a través de ellos donde va a desplegar toda su fuerza. La
esperanza está en los pobres que cumplen los mandatos del Señor y buscan
siempre la justicia.
Dios es fiel y su palabra no falla, su fidelidad es
más grande que la insensatez del hombre y no va a dejar que la insolencia de
los malvados se imponga por encima de la justicia.
Para Dios, la fuerza está en aquellos que se ponen en
sus manos y confían en Él, no manchándose con la corrupción de la mentira, del
odio, de la avaricia; en ese “resto” actúa Dios y será el pueblo llamado a
establecer la paz.
Cuando leemos hoy este texto, no podemos evitar mirar
a la realidad que nos rodea y nos encontramos una gran mayoría silenciosa que
sufre y vive honrada y solidariamente, haciendo frente y soportando la
corrupción, a la avaricia y a la mentira de los que se han levantado haciéndole
frente a Dios; y sentimos el consuelo de una voz que nos anima a no tirar la
toalla y a seguir confiando en que algún día, Dios que no desoye a los sencillo
pondrá su mano y detendrá tanta ignominia.
Salmo
responsorial Sal 145, 7. 8‑9a. 9bc‑10
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
V/. El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
V/. El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.
V/. El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
V/. Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad. R/.
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad. R/.
V/. El Señor mantiene su
fidelidad perpetuamente
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de
la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 26‑31
FIJAOS en
vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni
muchos poderosos, ni muchos
aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a
los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así —como está escrito—: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así —como está escrito—: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Palabra de Dios
REFLEXIÓN:
VIVIR EN EL ESPÍRITU DE LAS
BIENAVENTURANZAS
S. Pablo tiene presentes a los Corintios que andan muy
tocados por el orgullo de la cultura griega que les hace sentirse superiores a
los demás y ataja sus complejos con el espíritu y la lógica de las
Bienaventuranzas que no es precisamente con la grandeza de este mundo y con las
fuerzas del poder, del dinero y la sabiduría con lo que la persona es grande,
sino con el hecho de sentirse libre de todo eso y poner la confianza en Dios.
S. Pablo les hace tomar conciencia de la realidad en
la que viven: la comunidad no está compuesta de gente avezada en negocios, ni
de grandes afortunados económicamente, ni de sabios… la comunidad está
compuesta por gente sencilla que sufre y
que necesita trabajar para poder vivir y ayudar a los hermanos; es con esta
gente con la que Dios cuenta para transformar el mundo, son ellos los que en su
impotencia están en mejores condiciones para mostrar la potencia y la grandeza
de Dios, pues la transformación vendrá y todos podrán darse cuenta que no ha
sido con su poder como se ha producido, sino con el poder de Dios.
Sin embargo, esto que teóricamente lo vemos con
claridad, a la hora de la verdad cuesta aceptar que sea la pobreza, la
sencillez, el amor, el respeto lo que venza todos los obstáculos y haga que las
cosas triunfen.
Pero no solo eso, sino que, de cara a la realización
personal, ser capaces de desprenderse de las amarras que supone el poder, la
riqueza, el dinero… y sentirse libres de todas estas ataduras, es lo que te da
la verdadera libertad, aunque haya que pagar el peaje del sufrimiento, del
odio, del descrédito y hasta de la persecución.
EVANGELIO
✠ Lectura del santo Evangelio según san
Mateo. 5, 1-12a
EN aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y
se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
Palabra del Señor
REFLEXIÓN:
PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS
Cuando hablamos del “Sermón del Montaña”
siempre hacemos la reducción y nos centramos en las “Bienaventuranzas”, pero el
discurso de Jesús llega hasta el cap. 7º en donde va dando toda una serie de
consejos para que cumplamos el programa que Él ha puesto para sus seguidores.
Si en la Antigua Alianza Dios deja
las cláusulas que el pueblo ha de cumplir para estar en consonancia con la
propuesta de Dios: los DIEZ MANDAMIENTOS, ahora en la Nueva Alianza deja un
solo mandamientos: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” y la forma
suprema de realizar este mandamiento es con el programa de las
Bienaventuranzas.
Nos dice el evangelio que “al
terminar Jesús el discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque
les enseñaba con autoridad y no como los escribas” (Mt.7, 28-29)
La gente se quedaba admirada
justamente porque lo que decía Jesús tenía mucha más coherencia que todo lo que
enseñaban los maestros de la ley y porque chocaba frontalmente con lo que se
tenía como algo lógico y aceptado por la costumbre.
Es interesante que tomemos nota de
algo que salta a la vista sin forzar nada: la primera bienaventuranza: “Los
pobres en el espíritu” y la 7ª: “Los perseguidos por causa de la justicia”
están puestas en presente: dice, “De ellos “ES” el reino de los cielos; las
demás están puestas en futuro: “SERÁ”
Y es que, quien ha decidido no poner
su fe, su confianza y su esperanza en las riquezas, en la ambición, en el éxito
individual, en la insolidaridad, en el dominio de las personas…; no se ha
dejado ganar por la codicia ni la avaricia… es la persona que le ha perdido el
miedo a la vida y se siente completamente libre, nadie ni nada la puede amarrar
ni comprar y, lógicamente, no podrá soportar que la injusticia se imponga y
siempre se la encontrará enfrentada a ella. Ambas
condiciones van unidas necesariamente y por eso, quien ha optado por la
justicia y fiarse de Dios poniéndose en sus manos, está ya en posesión del
reino y en su vida irá haciendo que se creen unas condiciones de respeto, de
justicia, de solidaridad en su entorno que, sin lugar a duda, le van a llevar a
frecuentes enfrentamientos con la injusticia que llegarán a la persecución y a
querer quitárselo de en medio, ya que se convierte en una constante denuncia y
en un estorbo.