DOMINGO -XVI- T.O. -A-

Lectura del libro de la Sabiduría 12,13.16‑19

En el pecado, das lugar al arrepentimiento 
Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

DIOS ES LA SABIDURÍA    
            El autor identifica la SABIDURÍA con el Dios Supremo, por encima del cual no existe otro que le pueda corregir ni demostrar que se ha equivocado, pues la SABIDURÍA no se puede equivocar.
            El autor se plantea el tema porque no entiende cómo puede ser que Dios no castigue a Egipto y a Caná habiendo hecho tanto daño a Israel; y ante tal incongruencia humana, no queda más que la respuesta divina.
            El autor entiende que la SABIDURÍA suprema es imposible que haga algo equivocado; lo que ocurre es que, al estar marcada por el AMOR, sus tiempos y sus esquemas no son los mismos de los hombres, limitados por tantas cosas
            La SABIDURÍA actúa bajo la fuerza y la luz de la verdad, de la justicia, del amor, ordenándolo todo hacia la misericordia y la paz. Esta forma de actuar Dios, no tiene que ver nada con lo que hacen los hombres y se nos pone como modelo y referente para todo cristiano y para la iglesia en general;
            La SABIDURÍA es la fuerza que gobierna el amor, la verdad y la justicia y no la que controla el odio, la violencia, la injusticia, la mentira, la degradación… de la humanidad para defender los intereses del dinero y los negocios.

Salmo responsorial: 85
Tú, Señor, eres bueno y clemente.  

Tú, Señor, eres bueno y clemente, /
rico en misericordia con los que te invocan. /
Señor, escucha mi oración, /
atiende a la voz de mi súplica. R.
Tú, Señor, eres bueno y clemente. 

Todos los pueblos vendrán /
a postrarse en tu presencia, Señor; /
bendecirán tu nombre: /
"Grande eres tú, y haces maravillas; /
tú eres el único Dios." R.
Tú, Señor, eres bueno y clemente.  

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, /
lento a la cólera, rico en piedad y leal, /
mírame, ten compasión de mí. R
Tú, Señor, eres bueno y clemente. 

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,26‑27
El Espíritu intercede con gemidos inefables
Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios
Palabra de Dios

REFLEXIÓN 

DEJARSE EN MANOS DE LA SABIDURÍA  
            S. Pablo hace tomar conciencia a la comunidad de los romanos de algo que es fundamental: Cristo desapareció físicamente de entre nosotros, pero se quedó con su Espíritu en el corazón de cada uno y de toda su iglesia, haciéndose partícipe y solidario del camino que va haciendo la humanidad, hasta que llegue el momento en que el proyecto del reino se establezca por completo y la SABIDURÍA de Dios sea la que ordene el orbe entero.
            Mientras esto llega, el Espíritu Santo camina a nuestro lado “ayudándonos en nuestras flaquezas” y, como el Espíritu es el que nos anima y vive entre nosotros, Dios conoce perfectamente nuestras alegrías, nuestras penas, nuestros triunfos y nuestros fracasos y hasta las debilidades de nuestro corazón.
            Lo peor que nos puede ocurrir es despreciar la ayuda y la presencia del Espíritu y dejarnos en manos de la ignorancia y estupidez, para que sean ellas las que ordenen nuestra vida, eso nos llevaría automáticamente a la muerte.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 13,24‑43
Dejadlos crecer juntos hasta la siega  

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: "El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'""
[Les propuso esta otra parábola: "El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas."
Les dijo otra parábola: "El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente."
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo." Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña en el campo." Él les contestó: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga."]
Palabra del Señor</DIV></DIV>

REFLEXIÓN 

LAS MALAS HIERBAS      

            Ante el espectáculo que estamos  viendo y viviendo  cada día y, sobre todo, viendo cómo se está manejando el problema, es una especie de grito el que se oye por todas partes invitando a que cada uno se esté en su casa y se las arregle como pueda con sus leyes, sus normas y su cultura…
            Y esa afirmación sería correcto sostenerla siempre que TODOS se estuvieran en su casa y nadie fuera a aprovecharse de nadie, conformándose cada uno con lo que tiene o, de lo contrario, organizar las cosas de forma que atendiéramos al origen de todo: Dios creo la tierra para que vivamos y seamos felices en ella, pero esto se ha olvidado y parece que solo tienen derecho a vivir unos cuantos, los demás son considerados malas hierbas que han nacido en este jardín que es el mundo.
            Y cuando estos principios no se tienen en cuenta, se sigue la cadena de la injusticia y aquellos que se sienten robados, expulsados de la tierra, explotados, se rebelan y, entonces, se convierten en “malas hierbas” que los que se encuentran acomodados, lo primero que sienten es ganas de exterminarlas y arrancarlas de la vida.
            El tema es serio y el planteamiento, si es que lo hiciéramos desde la perspectiva de Jesús, es muy probable que las cosas cambiarían radicalmente: si el mundo es el regalo que Dios hace al hombre para que pueda vivir y ser feliz, las malas hierbas serían aquellos que cambiaron el fin y convirtieron el mundo y las personas en instrumentos para sus intereses; el juicio final queda, por tanto, en manos de Dios, que será el que determine quién es la paja o la mala hierba y quién es el trigo de la vida.