Lectura del libro del
Eclesiástico 3,2‑6.12‑14
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y
afirma la autoridad de la madre sobre la prole. El que honra a su padre expía
sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre
se alegrará de sus hijos, y cuando rece, será escuchado; el que respeta a su
padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío,
sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque
flaquee su mente, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La piedad
para con el padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Palabra
de Dios
REFLEXIÓN
DERRIBAR
REFERENTES
Frente a un mundo en
el que se quiere proclamar al hombre como máximo referente, por encima de todos
los principios culturales,
disciplinares, éticos, religiosos… hoy nos propone la liturgia un modo distinto
de caminar para el hombre basado en el respeto, en el reconocimiento del bien
que se le ha hecho, en la aceptación, del cariño y del amor que le tienen sus
progenitores, en asumir ciertos
principios que están marcados en la misma naturaleza, en aceptar que el hombre
es un ser que se hace en el aprendizaje
y en el respeto y la convivencia.
Hay principios que no provienen de fuera,
sino que están inscritos dentro del código de la naturaleza, que podemos llamar
de “ley natural” y romperlos lleva consigo el desmadre y el caos.
Hoy, con el afán de romper con todo lo
tradicional; con el deseo de demostrar que el hombre es autosuficiente y que es
un atraso el regirse por unos principios que ha venido dictando la religión, se
ha dejado al individuo sin referentes y, al hacerlo, hemos dejado al hombre a
la deriva a merced de sus instintos más primarios.
Salmo responsorial Sal
127, 1‑2. 3. 4‑5
V/. ¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus
caminos!
R/. ¡Dichoso el
que teme al Señor, y sigue sus caminos!
V/. ¡Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos !
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.
V/. ¡Dichoso el que
teme al Señor, y sigue sus caminos!
V/. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
V/. ¡Dichoso el que
teme al Señor, y sigue sus caminos!
V/. Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor:
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén,
todos los días de tu vida.
V/. ¡Dichoso el que
teme al Señor, y sigue sus caminos!
Lectura de la carta del
Apóstol San Pablo a los Colosenses
3, 12‑21
La
vida de familia vivida en el Señor
Hermanos:
Como pueblo elegido de Dios,
pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme: la misericordia
entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y
perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado:
haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el
amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de
árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos: la Palabra de Cristo habite
entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría;
exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias
de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de
obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de Gracias a Dios
Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la
autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor.
Maridos, amad a vuestras
mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros
padres en todo, que eso le gusta al Señor.
Padres, no exasperéis a
vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
NORMAS
DE CONVIVENCIA FAMILIAR
S. Pablo intenta dejar
una especie de código de relaciones humanas dentro de la comunidad, relaciones
que están basadas en la misma familia que se rige por el amor y la fraternidad,
pues la iglesia es una familia en la que el AMOR es la norma suprema de
convivencia y ésta da como resultado una relación respetuosa, sencilla,
agradecida, tolerante entre todos los componentes de la familia o de la
comunidad.
Cuando no es esta forma de vivir la que se
establece, el resultado es otra cosa: falta la solidaridad, el respeto, la
tolerancia, la escucha, y se hace imposible la convivencia, ya que cada uno se
erige como centro y exige que los demás estén a su servicio.
La norma del amor que Cristo deja para su
iglesia no se basa en la exigencia de “derechos”, sino en la donación y, por
tanto, en la asunción de obligaciones. Allí donde solo se habla de derechos es
porque falta la solidaridad y nadie reconoce el “servicio” como expresión del
AMOR.
Aleluya
Col 3, 15a.
16a
Aleluya, aleluya.
Que la paz de Cristo actúe de
árbitro en vuestro corazón;
que la Palabra de Cristo habite
entre vosotros en toda su riqueza.
Aleluya.
EVANGELIO (opción 2)
El niño iba creciendo, lleno de sabiduría
✠ Lectura del santo Evangelio
según san Lucas. Lc 2, 22. 39-40
CUANDO se cumplieron los días de la
purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a
Jerusalén para presentarlo al Señor.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del
Señor.
ATENTAR A LA BASE DE LA CULTURA
Estamos asistiendo a un
espectáculo lamentable viendo cómo se dan golpes a la institución más antigua y base de toda la estructura
social: LA FAMILIA. Ya, desde mediados del siglo pasado se comenzó el proyecto
de un cambio en la estructura de la cultura de occidente encuadrada en un marco
judeo-cristiano que eran los DIEZ MANDAMIENTOS, considerados normas elementales
de convivencia humana, pues estaban enganchados en la naturaleza.
Estaba perfectamente
programado que la base y el fundamento de todo estaba en la familia, por tanto,
era por ahí por donde había que empezar a derribar esquemas y comenzaron empeñándose
en demostrar que eran posibles y de la misma manera buenas, diversas formas o
tipos de familia, queriendo dejar como algo superado y trasnochado el modelo
natural de un padre, una madre, unos hermanos y unos parientes… cuyo derecho ha
sido recogido por todas las culturas como un derecho natural con el que toda
criatura nace a tener una nacionalidad de origen, un nombre, un padre, una
madre, una familia donde sea acogido, reconocido por todos, respetado y
apoyado. Y Dios mismo refrendó esta verdad cogiendo una familia de este tipo
para entrar en la humanidad y realizarse como hombre.
El hogar de Nazaret ha
sido tomado como referente y modelo de diálogo, de solidaridad, de fidelidad,
de responsabilidad, de aprendizaje y crecimiento en libertad y coherencia.
Sin embargo, el momento
que vivimos, como resultado de esa lucha por desestabilizar los cimientos de la
cultura y la sociedad, estamos experimentando el desequilibrio existente, donde
es imposible una relación estable y serena a todos los niveles; el dinero se ha
impuesto por encima del amor, de la solidaridad, de la fraternidad, de la paz y
del equilibrio de la persona.
Ante la celebración del
hogar de Nazaret como referente y modelo de paz, no nos queda más remedio que
plantearnos la pregunta por el nuestro: ¿Es nuestro hogar un espacio donde las
nuevas generaciones pueden vivir y aprender en solidaridad, en fraternidad, en
responsabilidad y en libertad? O por el contrario, ¿es más bien un espacio de
indiferencia, de pasividad, de egoísmo y de apatía ante los problemas y el
dolor de los demás?