DOMINGO II DE PASCUA -C-



LA DIVINA MISERICORDIA



PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Hch 5, 12-16
Crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor 
POR mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a las plazas, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno.
Acudía incluso mucha gente de las ciudades cercanas a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos eran curados.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

LA VIDA DEL CREYENTE. TESTIMONIO DE RESURRECCIÓN    
            El pasaje del libro de los Hechos pinta un marco donde se desarrolla la acción muy parecida a la que tenemos en la actualidad: Los apóstoles se ponen a hablar en público de Jesús, cosa que está prohibida, aunque la gente lo conoce y guarda un recuerdo entrañable de Él, pero no es políticamente correcto definirse en pro de Él y, la gente tiene miedo y se calla.
            Al oírlos hablar pasan y miran extrañados, pero acercan los enfermos, porque saben que lo que hacen es bueno y no les va a hacer mal.
            Es la misma situación actual: en el fondo guardamos un sentimiento entrañable que heredamos de nuestros padres, de nuestros antepasados, eso está ahí; sabemos que no es algo que haga daño ni que sea malo, sino todo lo contrario, pero no es políticamente correcto declararse seguidor de Jesús, miembro de la iglesia y creyente, pero hay que estar con la corriente.
            La experiencia de encuentro con Jesús resucitado es la que nos hace romper con esa indefinición y con ese vivir al viento que sopla. De todas formas, el convencimiento y la actitud de los creyentes se convierte en una fuerza irresistible que hace que la gente se abra a la verdad.

Salmo responsorial
Sal 117, 2-4. 22-24. 25-27a (R/.: 1)
R/.   Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

O bien:

R/.   Aleluya.

        V/.   Diga la casa de Israel:
                eterna es su misericordia.
                Diga la casa de Aarón:
                eterna es su misericordia.
                Digan los fieles del Señor:
                eterna es su misericordia.   R/.
R/.   Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

        V/.   La piedra que desecharon los arquitectos
                es ahora la piedra angular.
                Es el Señor quien lo ha hecho,
                ha sido un milagro patente.
                Éste es el día que hizo el Señor:
                sea nuestra alegría y nuestro gozo.   R/.
R/.   Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

        V/.   Señor, danos la salvación;
                Señor, danos prosperidad.
                Bendito el que viene en nombre del Señor,
                os bendecimos desde la casa del Señor.
                El Señor es Dios, él nos ilumina.   R/.
R/.   Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis. Ap 1, 9-11a. 12-13. 17-19 
Estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos
YO, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
El día del Señor fui arrebatado en espíritu y escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta que decía:
    «Lo que estás viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias».
Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y ceñido el pecho con un cinturón de oro.
Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, diciéndome:
    «No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que estás viendo: lo que es y lo que ha de suceder después de esto.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN

LA MARCA DE LA IGLESIA        
            S. Juan ha sufrido la persecución por el régimen político y ha terminado deportado a la isla de Patmos por haber predicado a Jesús.
            Tanto Jesús como sus seguidores se convierten en peligros para el régimen de injusticia que hay establecido; la persecución y la violencia serán la nota que constantemente identificará a la iglesia a través de todos los siglos y en cada momento se buscarán razones para quitársela de en medio; la cruz está en el ADN de la iglesia.
            El problema grande para la iglesia se da cuando ella se alía con el poder establecido y se convierte en cómplice necesario de la injusticia, llegando el momento en que la pugna de poderes le hace sufrir la persecución, pero en ese caso no es por predicar el evangelio de Jesús, sino por lo contrario, convirtiéndose la iglesia en piedra de escándalo y dolor para los verdaderos creyentes que tienen que sufrir el apocalipsis.
SECUENCIA (opcional)

Ofrezcan los cristianos
   ofrendas de alabanza
   a gloria de la Víctima
   propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
   que a las ovejas salva,
   a Dios y a los culpables
   unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
   en singular batalla,
   y, muerto el que es la Vida,
   triunfante se levanta. 

«¿Qué has visto de camino,
   María, en la mañana?»
   «A mi Señor glorioso,
   la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
   sudarios y mortaja.
   ¡Resucitó de veras
   mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
   allí el Señor aguarda;
   allí veréis los suyos
   la gloria de la Pascua».

Primicia de los muertos,
   sabemos por tu gracia
   que estás resucitado;
   la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
   de la miseria humana
   y da a tus fieles parte
   en tu victoria santa.

Aleluya
Jn 20, 29
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.
V/.   Porque me has visto, Tomás, has creído, –dice el Señor–;
        bienaventurados los que crean sin haber visto.   
R/.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 20, 19-31
A los ocho días, llegó Jesús
AL anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
    «Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
    «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
    «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
    «Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
    «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
    «Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
    «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
    «Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
    «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

EL CAMINO DE LA FE   
            Hay algo que es evidente: Después de la muerte de Jesús, los apóstoles quedan desconcertados, se les viene todo abajo y pierden por completo el horizonte y las ilusiones que habían venido manteniendo.
            La narración que hace Juan de esta situación la centra en la figura de Tomás que no es sino un ejemplo de lo que está ocurriendo en todos ellos: en sus vidas no han sido capaces de ir más allá de lo que marcan los intereses particulares que se reducen a situarse en la vida y coger un mínimo de relevancia en el poder; la oportunidad la han encontrado en Jesús, pero su muerte ha sido el gran fracaso de sus vidas y de sus esperanzas. Marcos lo resumirá diciendo que Jesús se apareció y les echó en cara su incredulidad (Mc. 16,14) y Mateo dirá: “algunos dudaron” (Mt. 28,17)
            Pero si lo pensamos despacio, nos daremos cuenta que es justamente el camino que va siguiendo toda la iglesia: el camino de la fe no es asunto de un momento en el que todo se ve con claridad, sino que hay todo un proceso en el que la duda está siempre presente y poco a poco vamos teniendo la experiencia de Jesús resucitado que lo va iluminando y dándole sentido a todo.
            Este camino de maduración es obra del Espíritu Santo en cada uno y no el resultado de una serie de factores que al ir poniéndolos juntos, dan como resultado la FE.
            Por eso, al cuidar la fe de los creyentes hay que tener en cuenta el ritmo de crecimiento de cada uno, pues no todos reaccionamos ni funcionamos de la misma manera; el crecimiento en la fe no es algo que se va aprendiendo, o en lo que nos vamos adiestrando, ni es un camino y unas técnicas concretas que dan por resultado el encuentro con Jesús.
            La iglesia no es una escuela donde se enseña un mecanismo para alcanzar la fe o un grado de ella, sino el espacio fraterno donde pueden, aquellos que buscan, encontrar el ambiente apto y apropiado para encontrarse con Jesús.
            En la iglesia hay espacio para los que llegan primero y también para los que se dieron cuenta tarde, pues no es el tiempo lo que cuenta, sino la esperanza del encuentro.
            Por todo esto, debemos plantearnos si nuestra comunidad es espacio de encuentro, de búsqueda para aquellos que sienten la inquietud y espacio de crecimiento y celebración.