PRIMERA LECTURA
Lectura de la
profecía de Habacuc. Hab 1, 2-3; 2, 2-4
El justo por su fe vivirá
¿HASTA cuándo, Señor,
pediré auxilio sin que me oigas,
te gritaré: ¡Violencia!,
sin que me salves?
¿Por qué me haces ver crímenes
y contemplar opresiones?
¿Por qué pones ante mí
destrucción y violencia,
y surgen disputas
y se alzan contiendas?
Me respondió el Señor:
Escribe la visión y grábala
en tablillas, que se lea de corrido;
pues la visión tiene un plazo,
pero llegará a su término sin defraudar.
Si se atrasa, espera en ella,
pues llegará y no tardará.
Mira, el altanero no triunfará;
pero el justo por su fe vivirá.
Palabra de
Dios.
REFLEXIÓN
¿HASTA CUÁNDO, SEÑOR?
La súplica que hace Habacuc en el texto que leemos,
entran ganas de traducirla al lenguaje y la situación actual que vivimos:
¿Hasta cuándo, Señor tendremos que seguir desayunándonos todos los días con un
caso nuevo de corrupción? ¿Cuándo acabaremos de ver violencia, corrupción,
hambre, guerra, robos, atropellos…? ¿Hasta cuándo, Señor nuestros políticos
seguirán burlándose del pueblo, faltándole al respeto y cobrando unos sueldos
astronómicos sin trabajar y dando un espectáculo como niños malcriados?
Muchas veces tenemos la sensación de que has decidido
dejarnos por imposibles y estás esperando que nos hundamos para que nos demos
cuenta, claro que tienes motivos sobrados para hacerlo, pero parece que
permaneces impasible ante los disparates que estamos haciendo… ¿A dónde va a
parar todo esto? ¿Qué quieres conseguir?
Al final, Dios responde al profeta: “El malvado sucumbirá
y el justo vivirá por su fidelidad.” Pero el problema para nosotros es que…
mientras eso ocurre… ¡cuánto daño vamos haciendo!
¡Ojalá los justos se mantengan firmes y puedan ser luz
que guíe a la salvación!
Salmo responsorial
Sal 94, 1-2. 6-7c. 7d-9 (R/.: cf. 7d-8a)
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis
vuestro corazón».
V/. Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis
vuestro corazón».
V/. Entrad,
postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis
vuestro corazón».
V/. Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras». R/.
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras». R/.
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis
vuestro corazón».
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo. 2 Tim 1, 6-8. 13-14
No te avergüences del testimonio de nuestro
Señor
QUERIDO hermano:
Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra
de Dios.
RENOVAR
EL DON RECIBIDO
La
recomendación que hace S. Pablo a Timoteo, nos viene como anillo al dedo a
todos nosotros: ¡cuánto bien nos haría a todos renovar con frecuencia el don
que recibimos el día de nuestro bautismo, de nuestra confirmación, de nuestro
matrimonio, de nuestro sacerdocio; en cada uno de estos momentos, fuimos
ratificando el gran don que el Señor nos hizo y el compromiso que Él renovó con
cada uno de nosotros.
El
gran problema es que nosotros olvidamos con mucha facilidad lo que hicimos
delante del Señor. Por eso, le pide Pablo a Timoteo que no caiga en ese error,
pues es tanto como perder el sentido de la vida y, por tanto, la fuerza, la
ilusión y la esperanza para seguir luchando.
El
eco de esta recomendación de Pablo es de una actualidad enorme y de una
necesidad de primer orden el dirigirlo a toda la iglesia: cuando no
actualizamos a cada momento el mandato de Jesús y nuestro compromiso, nos
quedamos entretenidos en otros menesteres o intereses creados que lo único que
hacen es precipitarnos en el vacío.
Aleluya
1 Pe 1, 25
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. La palabra del Señor permanece para
siempre;
esta es la palabra del Evangelio que os ha sido anunciada. R/.
esta es la palabra del Evangelio que os ha sido anunciada. R/.
EVANGELIO
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 17, 5-10
¡Si tuvierais fe... !
EN aquel tiempo, los apóstoles le dijeron
al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
FE
Y RELIGIÓN
Ante este texto no puedo evitar el traer al recuerdo la
frase tan extendida y que tanta gente pronuncia: “Yo creo que tiene que haber algo
por encima de nosotros, pero no creo en nada de lo que aquí abajo se dice” y,
lógicamente, viven completamente al margen de lo que pueda haber; para ellos
Dios no lo tienen como problema, prescinde completamente de Él y, “ese algo” a
lo que le dejan la posibilidad de que exista, ¡por si las moscas! Luego, para
la semana santa, se asoma a alguna esquina para ver pasar la procesión y…
¡Hasta el año que viene!
Esta es la práctica religiosa de una gran cantidad de
bautizados, mientras su vida social, laboral y familiar funciona como “Dios les
da a entender”, al margen completamente de la fe.
Lógicamente, armar un proyecto de vida en el que la fe
sea la que ilumine la existencia y vaya dando sentido a la práctica, es
imposible hacerlo con estos cimientos que no tienen más consistencia que unos
cuantos ritos religiosos a los que nos sometemos, cuando en ciertos momentos concretos nos
acercamos a la “religión” para cumplir el expediente.
Ante esta realidad, no vale decirle a Jesús, como
hicieron los apóstoles: “Auméntanos la fe”, porque no hay ninguna, únicamente
hay un sentimiento religioso movido más bien por el miedo: “por si las moscas”;
lo que se impone es un acercamiento a Jesús, un ponerse en contacto con Él para
descubrirlo, conocerlo y amarlo, de forma que llegue a ocupar un espacio en nuestra
vida.
Por eso, a la hora de pensar en un proyecto
evangelizador, la iglesia debe plantearse mostrar a Jesucristo, que es lo único
que tiene y debe ofrecer, contagiar al mundo la ilusión, la alegría, el fuego
por el amor, la verdad y la paz que Él infundió en sus seguidores desde el
principio; los ritos, las formas, las fiestas, las devociones… ya están ahí
desde siempre y jamás podremos quitarle al pueblo ni al ser humano su sentido
religioso de la vida, pero la iglesia, lo que ha de cuidar y potenciar es la fe
en Jesús, aunque de paso guie y oriente ese sentido hacia Él.